El desborde de la ciudad liberalcultura política y conflicto en los suburbios de Madrid (1880-1930)

  1. Hernandez Quero, Carlos
Dirigida por:
  1. Rubén Pallol Trigueros Director
  2. Luis Enrique Otero Carvajal Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 17 de diciembre de 2020

Tribunal:
  1. Javier Moreno Luzón Presidente
  2. Ana Martínez Rus Secretaria
  3. Pedro Víctor Rújula López Vocal
  4. Charlotte Vorms Vocal
  5. José María Beascoechea Gangoiti Vocal
Departamento:
  1. Historia Moderna e Historia Contemporánea

Tipo: Tesis

Resumen

Desde finales del siglo XIX y a lo largo del primer tercio del XX en los suburbios de Madrid cobró vida una cultura política fronteriza, callejera, autónoma y contestataria que desafiaba las normas de funcionamiento de la esfera pública liberal. Los vecinos de las barriadas de extrarradio, o al menos una parte significativa de ellos, imaginaban el mundo y las relaciones sociales de manera similar, como si se orientaran en el espacio público siguiendo una misma brújula. Su cultura se asentaba sobre una serie de pilares fácilmente reconocibles. Algunos, como la solidaridad, la horizontalidad, la autogestión o la inclinación por la vida callejera, eran consustanciales a la propia sociabilidad vecinal en las afueras de la gran ciudad. Otros, como la defensa de la acción directa, la desconfianza hacia algunas de las principales instituciones de la sociedad liberal (el régimen parlamentario, el sistema judicial, la religión, la planificación urbanística, la propiedad privada, la policía) o la irreverencia ante los líderes del movimiento obrero, remitían a la conflictiva relación que los habitantes del extrarradio habían establecido con las elites de la ciudad. ¿Cómo se formó esa manera de entender el mundo que era tan característica de la periferia? ¿Por qué la corona metropolitana de Madrid terminó convirtiéndose en el cinturón rojo? ¿Por qué lo que sucedió en los suburbios no cuajó en otros ecosistemas de la ciudad? Esta tesis doctoral trata de responder a estas preguntas analizando las prácticas, los lenguajes, los rituales, las referencias y las costumbres de los vecinos de los suburbios en sus propios términos, atendiendo al significado que para ellos tenían. La investigación en torno a la cultura política de los suburbios se ha estructurado en dos partes. En la primera, ¿Ciudadanos sin ciudad¿, hemos tratado de reconstruir aquellas luchas cotidianas y exclusivas de la periferia que debieron afrontar sus moradores y que terminaron curtiendo su carácter. En esta sección hemos analizado los fundamentos más prosaicos del magma cultural contrahegemónico que cundió en el extrarradio: su naturaleza fronteriza, el protagonismo de los vecinos en la construcción y organización del suburbio, y la concepción de la calle como solar comunitario en que imperaba el mandato popular. En la segunda sección, ¿La cuna de todas las utopías¿, hemos analizado el protagonismo que los suburbios tuvieron en los principales conflictos sociales y políticos de la época: las guerras culturales que sostuvieron librepensadores y católicos, los episodios de violencia política y terrorismo, y las manifestaciones más radicales de protesta obrera. La efervescencia política de los suburbios fue un factor de primera magnitud en la crisis del modelo de gobierno de la Restauración. Por un lado, la agitación de los habitantes de la periferia desbordó los cauces formales del liberalismo de orden. Las demandas de los vecinos ensancharon el campo de aquello que podía someterse a debate. Sus formas de participación en el espacio público, desreguladas, tumultuosas, a veces violentas, abrieron un boquete en el encapsulado cosmos político de la época. Por otro lado, el desafío de los moradores del extrarradio contribuyó a socavar la legitimidad de las autoridades urbanas, que siempre encontraron problemas para garantizar la obediencia o la integración de los suburbios. Los barrios de las afueras formaron parte del tsunami social que hizo posible la llegada de la democracia. Con todo, la realidad era compleja y ambivalente. Las prácticas, reivindicaciones e imaginarios surgidos en la periferia tenían un inequívoco aroma antielitista, igualitario y participativo, pero la cultura política de los suburbios también integraba pulsiones difíciles de armonizar con un régimen de pluralismo político. Tal vez por ello, en los años treinta la periferia se convirtió en campo de pruebas para los movimientos que aspiraban a construir desde cero una comunidad política postliberal.