Filón de alejandriaDe vita contemplativa o Los terapeutas

  1. Cardoso Bueno, Diego Andrés
Dirigida por:
  1. Salvador Mas Torres Director
  2. Estela Beatriz García Fernández Directora

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 10 de febrero de 2021

Tribunal:
  1. Miriam Valdés Guía Presidenta
  2. Ana Rodríguez Mayorgas Secretario/a
  3. Iker Martínez Fernández Vocal
  4. José Pascual González Vocal
  5. Pilar Fernández Uriel Vocal
Departamento:
  1. Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología

Tipo: Tesis

Resumen

La composición de esta tesis, parte de nuestro interés por realizar un trabajo sobre Filón de Alejandría y su obra De vita contemplativa o Los terapeutas. El objetivo era conocer al autor, uno de los filósofos antiguos del que más obras nos han quedado, y su tratado dedicado a los terapeutas. Filón fue un filósofo hebreo perteneciente a una relevante familia de Alejandría, donde había nacido, que vivió entre el siglo primero a. C. y el primero d. C. En el aspecto teórico, se dedicó a la prédica sinagogal, y a la composición de obras filosófico-teológicas relacionadas con el credo judío, y en el práctico, a atender los asuntos políticos que la politeuma mosaica alejandrina demandaba. Algunas de sus textos estuvieron destinados a hacer una apología de la nación judía, frente a los ataques sufridos en aquella época, entre ellos De vita contemplativa, protagonizada por una congregación contemplativa denominada ¿los terapeutas¿. Este escrito formaba un díptico con otro perdido consagrado a los esenios, representantes de la vida activa, y a su vez ambos estaban incluidos en un conjunto más amplio de cinco obras, todas ellas dedicadas a las virtudes del pueblo hebreo. De vita contemplativa describe la vida cotidiana de una agrupación ascética judía, que constituía una sociedad fraternal donde se compartía una existencia centrada en la contemplación del Ser y en la composición de textos y obras en su honor. Era un colectivo piadoso peculiar establecido a las afueras de Alejandría, que en algunos aspectos se apartaba del judaísmo oficial, aunque sin salirse realmente ni de la ortodoxia mosaica ni de su ortopraxia, una comunidad libre y abierta espiritualmente, depositaria de una fe coincidente con las Leyes de la Naturaleza que, según ellos, concordaban con las de Moisés, del que se sentían discípulos. Singularidades del grupo eran su calendario basado en la numerología del seis, del siete y del cincuenta, que se diferenciaba del canónico templario, sus fiestas que no coincidían con las judaicas, salvo la celebración solemne y austera del Sabbat, la presencia de la mujer en un plano de igualdad, dentro de la estructura comunal, la ausencia de esclavos entre el personal de servicio, la frugalidad en su alimentación, su austeridad en el vestir, y una cotidianidad completamente dedicada a lo espiritual. Aunque ciertos estudiosos han puesto en duda su existencia, considerándola una fantasía del filósofo, o la exposición literaria de una utopía, para nosotros, la realidad de esta congregación es incontestable, a pesar de que el modo de exponerla por el alejandrino quizás obedezca a un propósito de "retorización", por motivos apologéticos. Lo más probable es que Filón tuviese contactos con sus componentes, e incluso que los hubiese apoyado social y económicamente. Pero el filósofo, aunque los admiraba, no aceptaba algunas sus particularidades que los distanciaban de la ortopraxia hebrea. No obstante, Filón los utilizó, junto a los esenios, como paradigma de la integridad judía frente a la inmoralidad pagana, puesta de manifiestos en sus banquetes, que describe con acidez en un amplio excurso en De vita contemplativa. Al lado de los excesos que en ellos se viven, los terapeutas aparecen como personajes angelicales, celebrando su sobrio ágape pentecostal. El tratado fue compuesto seguramente en el momento más grave de los ataques a las juderías alejandrinas, descritos minuciosamente por Filón en las obras, In Flaccum y Legatio ad Gaium, que están íntimamente relacionadas con Los terapeutas. La embajada que le llevó a Roma, le dio la oportunidad al filósofo de poner de manifiesto ante los ciudadanos de la Urbs, tanto por su personal testimonio como a través de sus obras, la grandeza del pueblo de Israel, que se podía parangonar con la propia élite romana por su entereza y dignitas, y la miseria y mezquindad de sus agresores, que acabarían siendo castigados por la providencial intervención divina.