El aire españollos usos musicales de la aristocracia española en la vida italiana durante el Siglo de Oro (1580-1640)
- Fernando Bouza Director
Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid
Fecha de defensa: 26 de octubre de 2020
- Carmen Sanz Ayán Presidenta
- Santiago Martínez Hernández Secretario
- Luis Antonio González Marín Vocal
- Pedro Manuel Cátedra García Vocal
- Giovanni Muto Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
Durante los siglos XVI y XVII los asuntos españoles estuvieron más que nunca presentes en el mundo, dando lugar a una nueva percepción de España en Europa que fue indudablemente eficaz durante la Edad moderna. Los historiadores han insistido en cómo esta percepción fue ensombrecida por la leyenda negra, pero lo cierto es que la propaganda antiespañola quedó ceñida a un ámbito limitado, eminentemente político. La vida artística desvela una historia bien distinta, de verdadera compenetración y admiración de la vida española en Europa. Se ha reparado poco en cómo la percepción del Siglo de Oro fuera de España consistió principalmente en un conjunto de músicas, danzas y comedias que recorrieron el continente, penetrando en la vida italiana, que era el gran centro irradiador de la cultura. Este estudio trata de dar razón de aquel aire español en sus dos lugares fundamentales: Roma y Nápoles. La explicación más frecuente atribuía la difusión de la música española al poder de los Austrias. En este estudio hemos tratado de demostrar que esta razón política no se ajusta a la realidad. La importancia del aire español reside precisamente en que ocurrió por debajo de la vida política: en la vida personal, que es primordial realidad histórica. El gran influjo español nació de un nuevo tipo de hombre. La estructura de la Monarquía hispánica fue ¿eso sí¿ fundamental: si el influjo fue percibido como español, fue en gran medida gracias a que contó con el impulso de los aristócratas que fueron virreyes y embajadores del Rey católico en Europa. El fenómeno comenzó a manifestarse plenamente a partir de los últimos años del siglo XVI, coincidiendo con una renovación general de la vida española. Los rasgos de la vida en la segunda parte del reinado de Felipe II vinieron a moldear un nuevo tipo de galanes cortesanos: se trata de la generación de 1580. Estos artistas y jóvenes aristócratas compartieron una nueva poesía, una nueva comedia y una nueva música: una música de grandes mayorías, la primera alimentada de los ritmos de ambos lados del Atlántico. El gran cambio sucedió cuando los miembros de esta generación pasaron al predominio social y a ser los representantes oficiales de la Monarquía. Hasta el reinado de Felipe III las infiltraciones de la música española fueron dispersas y espontáneas. Pero a partir de 1600 los virreyes y los embajadores parecen haber fomentado en Nápoles y en Roma la renovación artística que había comenzado en 1580. Desde la década de 1610 el protagonismo recayó en un grupo de hombres más jóvenes, que vivían plenamente en el nuevo estilo español y que dieron el gran paso de introducir la comedia nueva en Italia. Hacia 1620 llegó el esplendor del aire español, debido al impulso de confianza y reputación que trajo el ascenso de Felipe IV al trono. Durante la guerra de los treinta años, la música y el teatro español mantuvieron su influjo, siendo un camino de encuentro entre naciones en medio de la fractura europea. Al situar el primer gran influjo de la música hispánica en su lugar histórico ha quedado al descubierto que la vida española no sólo fue percibida en los panfletos o en las caricaturas de la propaganda. Hubo una vida alegre desplegada por embajadores, virreyes, y sobre todo por un grupo de guitarristas y comediantes. Estos últimos merecen un puesto principal en la historia del barroco, ya que ejercieron una muy notable influencia en el nacimiento del melodrama y la nueva música que se extendería desde Italia por todo Occidente. Lo más interesante es que las piezas del aire español fueron percibidas como una liberación del movimiento y de la expresión: aquello mismo que en España se atisbaba en el más allá indiano y los bailes y cantares de los negros. En este sentimiento vivido en la música se encuentra un elemento de radical modernidad en la vida española del Siglo de Oro. Su estima en Italia y en Europa desvela un fondo de compenetración callada, pero más profunda y efectiva que la leyenda negra.