Criterios éticos en el uso de los recursos hídricos

Resumen

Cualquier persona, independientemente de sus creencias o inclusive de su increencia, lleva grabado en su interior un código ético que le hace percibir el agua como un recurso esencial para la vida. Esa percepción o aprehensión intelectual puede y debe ser ilustrada por el conocimiento científico y contribuir, de esta forma, a gestionar el recurso de forma satisfactoria para la generación actual y futuras. La encíclica Laudatio Si de Francisco ha puesto más énfasis, si cabe, en aspectos de solidaridad inter e intrageneracional. En muchas de las decisiones que se tomen sobre la gestión del agua o su gobernanza, subyace una carga ética. El agua es la savia de la naturaleza y tiene un valor económico. El saber compatibilizar ambas facetas o inclusive priorizarlas tiene una fuerte carga ética. Las decisiones que se tomen deben hacerse sobre una base científica y técnica que informe sobre las alternativas dentro de un marco de precaución y moderación. Aparte del Derecho Humano Universal de acceso al agua potable, hay que recordar que la naturaleza se constituye en un usuario más que reclama sus derechos (calidad del agua, caudales ecológicos, mantenimiento de los humedales). El hombre con su poder tecnológico pone en riesgo la cantidad y calidad del agua y el principio de unicidad de la cuenca, implícito en la naturaleza, al verse afectado por los trasvases de amplio debate en España sobre todo en épocas de sequías. Temas como la sobreexplotación de recursos hídricos (superficiales y subterráneos), cambio climático y su influencia en los componentes del ciclo hidrológico (incluida la recarga a los acuíferos con superposición en muchos casos de actuaciones antrópicas relativas al uso de los terrenos dentro de las cuencas), comportan tomar decisiones con una fuerte componente ética. La participación ciudadana transparente en el proceso de toma de decisiones (gobernanza) es clave para dar con soluciones apropiadas, justas y solidarias.