Aceptación y calidad de vida en personas con dolor crónicoFactores terapéuticos, mindfulness y autocompasión, desde una perspectiva cualitativa

  1. Bermúdez Castro, Marge Andrea
Dirigida por:
  1. María del Río Diéguez Director/a
  2. Angela Palao Tarreros Codirector/a

Universidad de defensa: Universidad Autónoma de Madrid

Fecha de defensa: 12 de julio de 2021

Tribunal:
  1. Marta Torrijos Zarcero Presidente/a
  2. Mónica Desirée Sánchez-Aranegui Secretaria
  3. M. Yolanda Castellote Caballero Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Antecedentes: El dolor crónico es una enfermedad de alta prevalencia que se asocia a niveles muy altos de sufrimiento, con un gran impacto en la calidad de vida y la salud mental de las personas que lo padecen. La depresión y la ansiedad son los trastornos que presentan una mayor comorbilidad con él (Gatchel, 2004). Desde la perspectiva psicosocial, el dolor crónico se considera fenómeno complejo, dentro del cual los factores psicológicos son aspectos clave para el mantenimiento y empeoramiento de la sintomatología. Este hecho avala la necesidad de tratamientos multidisciplinares (Gatchel et al., 2007), que incluyan el planteamiento de intervenciones no farmacológicas (Vanhaudenhuyse et al. 2018). Dentro de ellos, se encuentran los programas multicomponentes en formato grupal, las intervenciones Cognitivo Conductuales (TCC) y las terapias Basadas en Mindfulness y Aceptación. Todas ellas han comprobado su eficacia y beneficios en el tratamiento psicológico de personas con dolor crónico (Sturgeon, 2014). En un Ensayo Clínico Aleatorizado (ECA) reciente, para determinar la eficacia del Programa de Mindfulness y Autocompasión (MSC) en el tratamiento del dolor crónico, Torrijos-Zarcero et al. (2021) concluyen que resulta, al menos tan eficaz como la TCC en aspectos como calidad de vida, compasión, autocuidado y malestar emocional. Con el fin de comprender mejor el alcance de algunos de sus resultados, el propio estudio considera necesario explorarlos cualitativamente, a partir de la experiencia directa de las participantes en los programas. Comprender cuáles son los factores terapéuticos que intervienen en el tratamiento, y analizar su recorrido, permitiría a su vez comprender la forma en que las intervenciones propulsan una mejora en cuanto a la adaptación de la persona al dolor crónico. Aspecto que atiende a la necesidad de encontrar factores terapéuticos y no tanto “paquetes de tratamiento”, que puedan ser desarrollados de una manera sensible a las necesidades individuales y al contexto actual de tratamiento tal y como propone McCracken (2020) en su revisión. Es decir, encontrar tratamientos psicológicos que traigan beneficios clínicamente relevantes y comprender los mecanismos de acción que pueden maximizar el impacto clínico de los tratamientos (Åkerblom et al., 2021; Kazdin, 2007; McCracken, 2021). Objetivos de investigación: En línea con esta premisa, y como continuación de dicho estudio planteamos, una investigación que tiene como objetivo principal: identificar, describir y analizar los factores terapéuticos que actúan como mediadores en la aceptación de la experiencia de dolor y la mejoría en la calidad de vida desde la percepción subjetiva (narrativa) de las participantes en los programas de MSC y TCC. Y como específicos: 1. Identificar, describir y analizar factores terapéuticos relacionados con la aceptación de la experiencia de dolor a partir de la narrativa de las participantes. 2. Identificar, describir y analizar factores terapéuticos relacionados con la mejora de la calidad de vida a partir de la narrativa de las participantes. 3. Identificar, describir y analizar factores terapéuticos relacionados con la autocompasión a partir de la narrativa de las participantes. 4. Identificar, describir y analizar factores terapéuticos relacionados con la experiencia grupal a partir de la narrativa de las participantes. Metodología: Se ha optado por una metodología cualitativa de carácter fenomenológico, desarrollada a través de 8 grupos focales en los que han participado 33 personas con dolor crónico, tras haber participado en los Programas de MSC y TCC. Todas ellas hicieron parte del ECA de Torrijos-Zarcero et al. (2021) y asistieron al menos al 80% de las sesiones de los Programas (8 sesiones de 2.5 horas de duración y una frecuencia semanal). Los datos se obtuvieron mediante un muestreo teórico intencionado, se transcribieron las grabaciones, se codificaron y categorizaron mediante el programa NVIVO y finalmente se procedió a un análisis temático de las narrativas de los grupos, por parte de 4 expertas en el trabajo terapéutico en dolor crónico, hasta su saturación. Resultados: Encontramos que, tras su paso por las intervenciones, las participantes identifican distintos factores terapéuticos relacionados con los cambios y mejoras percibidos en su relación con la experiencia de dolor, los cuales se agrupan en seis temas principales: 1) Factores terapéuticos relacionados a la aceptación; 2) Factores terapéuticos relacionados a la mejora de la calidad de vida; 3) la autocompasión; 4) Factores terapéuticos grupales; 5) Cualidades terapéuticas de las terapeutas; y 6) estrategias terapéuticas aprendidas. Conclusión: Ambas intervenciones favorecen la aceptación de la experiencia de dolor y producen una mejora de la calidad de vida en las participantes. En la discusión encontramos que los factores terapéuticos principalmente relacionados con la aceptación de la experiencia de dolor se vinculan con “soltar la lucha”, la flexibilidad psicológica (apertura, sintonía con el presente, acción basada en valores); la conexión con el disfrute y el bienestar y la gratitud. Los cambios y mejoras en la calidad de vida están relacionados con: la disminución del pensamiento catastrofista (darse cuenta, disminución de la anticipación, conectar con la capacidad); la regulación emocional, disminución de la depresión, la ansiedad; y la disminución de la interferencia en la vida. Encontramos que hay algunos factores específicos asociados a los programas (especialmente al MSC) como la autocompasión (autoamabilidad; mindfulness; autocuidado y humanidad compartida) y otros derivados del formato grupal (principalmente la cohesión grupal y la universalidad) que son transversales a la aceptación y a las mejoras en la calidad de vida. Finalmente, encontramos aspectos significativos que podrían subyacer a distintos tipos de intervención, como son: el entrenamiento de determinadas prácticas y las cualidades terapéuticas de las terapeutas.