Los mil días hispano Chilenos1970-1973

  1. Henríquez Uzal, María José
Dirigida por:
  1. Javier Donézar Director/a

Universidad de defensa: Universidad Autónoma de Madrid

Fecha de defensa: 01 de julio de 2008

Tribunal:
  1. Álvaro Soto Carmona Presidente/a
  2. Pedro A. Martínez Lillo Secretario/a
  3. Antonio Remiro Brotóns Vocal
  4. Pedro Pérez Herrero Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

La derivada política de la estrategia que la diplomacia española desarrolló hacia el Chile de la Unidad Popular, fue la de apoyar a Salvador Allende para evitar que el proyecto político por él encabezado derivara en una segunda Cuba, pero la Unidad Popular terminó con un golpe de Estado. ¿Cuál fue, entonces, el error?. Claramente el planteamiento del Palacio de Santa Cruz hacia Iberoamerica, durante la gestión de Gregorio López Bravo, había encontrado en Chile el espacio perfecto para llevarlo a la práctica: el proceso de cambios, la distancia de Estados Unidos y la membresía del país austral al Pacto Andino con su potencial mercado de mas de 50 millones de habitantes, que constituía la puerta de entrada perfecta a una región del todo promisoria. En adición, las distintas orientaciones ideológicas no debían intervenir en un inocuo despliegue comercial, económico, financiero y de cooperación técnica: España apostaba al desarrollismo y a su diferenciación con los Estados Unidos. Sin embargo, el país ibérico careció del poder real y material que marcara la diferencia, aún así el apoyo hispano no fue nimio, pero España no era Estados Unidos. Posiblemente y de la misma manera en que López Bravo sobreestimó su ascendente con el Generalísimo, sobreestimó la capacidad del Estado para llevar adelante un proyecto que en el caso de Chile, puso finalmente en cuestión los condicionantes propios de un régimen como el franquista, porque la derivada política de la penetración económica resulto ser insoslayable, pero ya se había ido demasiado lejos y la racionalidad subyacente al proyecto exterior terminó reducida a PEGASO, a salvar lo salvable y nada más. Se perdió la fe en Allende como líder y la diplomacia hispana generó una percepción muy similar a la de la gran mayoría de la oposición chilena, es decir que el proceso se encaminaba ineludiblemente hacia la instauración del marxismo en Chile. Cabe preguntarse si la ayuda o ataque exterior pudieron ser determinantes cuando la desestabilización correspondió en grado sumo a los propios chilenos. Y es que incluso el ¿imperio¿ encuentra límites cuando la correlación de fuerzas interna no le es favorable. Más allá de la disquisición precedente, sobre la cual podríamos encontrar innumerables ejemplos, la apuesta hispana no fue un salto en el vacío tenía un precedente claro- Cuba- y un estudio sistemático como aval, en el que entre otras cosas se argüía que la inestabilidad en América Latina era un dato más de la causa que no podía significar la marginación hispana de aquel espacio. Pero, la inestabilidad latinoamericana muchas veces resulta determinante. En esta línea, la aprehensión del ¿momento¿ por el que atravesaba la región fue acertada no así la capacidad real de la dictadura para ¿intervenirlo¿. Una sobreestimación de la que no ha carecido buena parte de la política exterior hispana posterior. Si bien, el propio Plan Iberoamericano puede ser tenido en muchos de sus pasajes como un precedente, como un documento adelantando en el tiempo en muchos aspectos, por ejemplo en relación a la exportación de capitales, aunque en ese momento fuese al menos cuestionable. Desde otro ángulo, apoyar en Chile lo que se prohibía en España redundó precisamente en la falta de réditos políticos internos. Es cierto que la relación si bien fue importante en su momento no fue determinante para nada, ello explica el olvido, como también se explica por la contradicción subyacente. El ¿liberal reprimido¿ hubo de verse reprimido por completo en buena medida porque la neutralidad se volvió sospechosa, al menos en relación a América Latina, y en términos generales porque superó ciertos límites. Por lo demás se trató de un tiempo de cambios vertiginosos, un momento de aceleración histórica que contribuyó a cubrir el período que medio entre los 12 años de Castiella al frente de los destinos exteriores de España y la crisis general del régimen. En cuanto a la sociedad española, específicamente a la oposición de aquella época, este olvido en particular resulta mucho más importante que los propios hechos, ya que de alguna manera se habría tenido que conceder un rasgo positivo al franquismo: era el anti-modelo el que en definitiva apoyaba al modelo. Constatación difícil de asumir. Por otra parte, la memoria hispana sobre la vía chilena hacia el socialismo y sobre la figura del propio Salvador Allende, difiere considerablemente del olvido relativo a los mil días hispano chilenos. Como se ha dicho aquella memoria hubo de pasar por el tamiz de la transición y ello explica, entre otras situaciones, que la actual derecha española considere a Salvador Allende como un demócrata y esté dispuesta a votar positivamente una propuesta no de ley en el Congreso de los diputados en este sentido. Actitud que al menos sorprendería -por inconcebible- a no pocos correligionarios en el país austral. De la misma manera en que los franquistas fingieron no haberlo sido nunca, los anti franquistas fingieron seguir apegados a los principios tradicionales de la izquierda, pero el propio caso chileno enseñaría algunas lecciones. En definitiva, buena parte del consenso relativo a la figura de Salvador Allende presente en la clase política española dice relación con otro consenso, a saber la imagen que en la actualidad proyecta Augusto Pinochet.