El origen del ejército de filipo ii y la falange macedonia
- MORENO HERNÁNDEZ, JORGE JUAN
- José Pascual González Director/a
Universidad de defensa: Universidad Autónoma de Madrid
Fecha de defensa: 30 de enero de 2012
- Domingo Plácido Suárez Presidente
- Adolfo J. Domínguez Monedero Secretario/a
- César Fornis Vaquero Vocal
- Ignacio Borja Antela Bernárdez Vocal
- Fernando Quesada Sanz Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
Corría la primavera del año 342 cuando Demóstenes subía a la tribuna de la Pnix para lanzar su enésima diatriba contra Filipo, el monarca de Macedonia. En el momento álgido de su discurso, en una nueva apología de la resistencia a la expansión macedonia, el orador decía algo de lo que ya muchos eran conscientes: ¿la insolencia y la ambición de Filipo son tan grandes como indican las referencias que escucháis, y no es posible detenerlo ni con discursos ni declaraciones¿1 . En su discurso Demóstenes enfatizaba lo que ya comenzaba a ser patente en todos los rincones de Grecia: el arrollador empuje de Macedonia que parecía no tener freno y que llegaría a alcanzar las mismas puertas de Atenas y Tebas ¿Cómo era posible en aquella primavera que un macedonio, llegado de los confines de la Grecia septentrional, amenazara la Hélade? Pocos tenían una respuesta clara. Pero retrocedamos aún más en el tiempo, hasta el año 360: el monarca macedonio Perdicas III acababa de fallecer tras una severa derrota ante los ilirios, y toda Macedonia se encontraba al borde del colapso absoluto. Ilirios, tracios y peonios se cernían sobre sus fronteras, mientras Atenas amenazaba la costa. Los hermanos de Filipo, Alejandro II y Perdicas III, habían ocupado el trono y habían muerto, el hijo de este último era sólo un niño y la situación del reino exigía un monarca fuerte. Los macedonios en armas aclamaron al más joven de los tres hijos de Amintas III, Filipo, de la línea de los argéadas, en medio de una situación crítica para el reino, asediado en prácticamente todas sus fronteras. Esta endeble Macedonia en los márgenes de la Hélade, considerada un reino semibárbaro, siempre bajo la influencia de las potencias griegas y a menudo objeto de las incursiones de las tribus bárbaras del norte, se convertiría en apenas dos décadas en la dueña y señora de los Balcanes, y buena parte de Grecia había sucumbido ya a su irresistible avance: la Calcídica, el norte del Egeo, Tesalia y gran parte de Grecia Central, ello sin contar con amplias regiones de Tracia e Iliria. La expansión macedonia no tenía freno, y los griegos lo contemplaban entre asombrados y temerosos. El artífice de tal cambio fue Filipo II de Macedonia, un militar y estadista del más alto nivel, inteligente y pragmático, que debió su éxito tanto a sus batallas como a la diplomacia, la política y la propaganda. En los años transcurridos entre una y otra fecha algo había cambiado profundamente. Algo que en realidad no fue uno sino la unión de múltiples elementos que, como las piezas de un gran puzzle, se fueron uniendo hasta conformar la imagen del Filipo vencedor de Queronea y h(gemw =n de los griegos, aglutinados en su mayoría en la Liga de Corinto. Los cambios acontecidos en dicho periodo de tiempo fueron en buena parte consecuencia de los pasos dados por el monarca macedonio en prácticamente todos los ámbitos, político, social, económico y militar, ámbitos a menudo solapados unos con otros. De todos ellos, nos centraremos en el más importante de todos ellos, la profunda reforma acometida en el ejército macedonio, que transformaría radicalmente al mismo. De ella surgió la fuerza militar más poderosa del momento que no sólo sirvió a Filipo sino también a su hijo Alejandro en su periplo hasta la India. La guerra en la antigüedad fue, prácticamente, un acontecimiento más de la vida diaria. Los diferentes estados se enzarzaban continuamente en disputas diversas por motivos variados, y Grecia o Macedonia no fueron una excepción. Filipo necesitaba desesperadamente sobreponerse a la coyuntura del 360, lo que pasaba por fortalecer su fuerza militar sobre la que fundamentar la estabilidad del estado, e incluso su propia prosperidad. Pero Macedonia estaba muy lejos de ello, lo que había destinado a esta potencia a adoptar un papel secundario, a merced de las principales potencias. Las circunstancias habían arrastrado incluso al reino al borde del colapso, del que sin embargo saldría en apenas dos años merced a la tremenda actividad del nuevo monarca. Llama la atención que en dichas transformaciones fueran determinantes, entre otras causas, la situación social y económica del reino de Macedonia, las cuales determinaron de manera decisiva la aparición de un tipo de falange diferente de la hoplítica, la falange macedonia. Del mismo modo, hemos de ser conscientes del enorme potencial que atesoraba la amplia región de Macedonia, que había permanecido un tanto en la penumbra, a medio camino entre el mundo helénico y el bárbaro, tan desconocido y lejano como despreciado. A menudo se ha hablado del contexto favorable generado por la derrotada Atenas de Eubulo, el declive de la Confederación Beocia posterior a Epaminondas y Pelópidas, o la ensombrecida Esparta tras los duros golpes de Leuctra y la ulterior separación de Mesenia. Ciertamente Filipo habría de servirse de esta debilidad en muchos de los pasos que dio a lo largo de su reinado, si bien deberemos atender a un contexto aún más amplio, tanto geográfico como temporal. Con el presente estudio pretendemos por tanto indagar en uno de los principales elementos causantes de tal cambio, que motivaría en última instancia las ulteriores transformaciones acontecidas en la Hélade y los Balcanes y que de la mano de Alejandro alcanzaría a gran parte del mundo conocido. Nos referimos al ejército de Macedonia, medio que permitiría en buena parte alcanzar el fin perseguido por ambos. Para ello trataremos de descubrir cuáles fueron los verdaderos orígenes de tal ejército, artífice de tales cambios, y prestaremos una especial atención a la novedosa infantería pesada de línea surgida con Filipo, la llamada falange macedonia. Nuestro ámbito cronológico se centra en los años de vida de Filipo, especialmente en los años transcurridos entre su subida al trono en 360 y su ulterior asesinato en 336. Pero, para llevar a cabo un estudio más completo de todo el ámbito militar de la región, más allá de los límites estrictos de Macedonia, debemos conocer el contexto amplio en que surge, y cómo cambiaría a lo largo del tiempo, por lo cual hemos retrotraído nuestra cronología de estudio a la Guerra del Peloponeso, fundamentalmente, lo que no impedirá que en momentos puntuales rebasemos la primavera de 431. Además, un profundo conocimiento del ejército macedonio requerirá también que rebasemos una vez más las fechas inicialmente propuestas para acudir entre otros a Polibio y su relato de Pidna, o recorrer los restos arqueológicos de la panoplia macedonia fechados, en muchas ocasiones, en los siglos III y II. Por tanto, una vez establecido el objetivo fundamental de nuestra tesis y la cronología propuesta, el ¿qué¿ y el ¿cuándo¿, debemos abordar el ¿cómo¿, esto es, las líneas básicas que trazaremos para acercarnos a la conclusión del tema propuesto. Para ello resultará fundamental el conocimiento de la situación y el contexto militar de la época, tanto anterior como posterior a Filipo, y no sólo en Macedonia sino también en todas las regiones vecinas que pudieran haber tenido algún peso en las transformaciones de Filipo. De este modo, podremos trazar una línea evolutiva en el ámbito militar del que Filipo sería en última instancia también continuador. De ahí la elección de los grandes bloques que podemos leer en el índice: el análisis de la situación y del ejército de Macedonia anteriores a la llegada de Filipo en un primer bloque, seguido de un estudio similar pero en los estados vecinos de Macedonia, a saber, Tracia, Iliria y sobre todo la Hélade, atendiendo especialmente a sus cambios y evolución Trazaremos con ellos el contexto fundamental del que partiría el joven Filipo a su subida al trono, de manera que podamos entender cuál era su verdadera situación, la de su reino y la de su ejército. Sigue un quinto capítulo en el que abordamos ya la composición del ejército macedonio fruto de las reformas de Filipo, con especial atención a la falange macedonia, el falangita y su panoplia, y en el que se incluyen estudios sobre los aliados, los mercenarios o la caballería. En el siguiente, pasamos del análisis del soldado en sí mismo a las campañas en que tomó parte, las tácticas empleadas por Filipo y el funcionamiento de sus cuerpos de ejército. Finalmente abordaremos todos aquellos elementos que consideramos clave en el surgimiento de la falange y en la transformación del ejército, para concluir con una cronología de la reforma. En última instancia se trazarán las conclusiones generales del estudio completo. La metodología que emplearemos abordará en un primer lugar el estudio de las fuentes, comenzando por los textos, los restos arqueológicos, la iconografía y en su caso la numismática, y terminaremos extrayendo las conclusiones de todo ello en su conjunto. El tratamiento y las traducciones de los textos son todos del autor, salvo que se indique lo contrario. Las transcripciones seguirán en buena medida la obra de Fernández Galiano, los nombres en griego moderno irán en cursiva, no así los eslavos, y todas las fechas propuestas serán antes de Cristo, salvo que se especifique lo contrario. Finalmente las abreviaturas seguiran las establecidas en L¿Année Philologuique. Debemos avanzar que uno de los principales problemas a los que nos hemos enfrentado es la escasez de fuentes, una constante en prácticamente todos los bloques de esta tesis. Será especialmente relevante entre las fuentes escritas, lo cual no ha de extrañar para la Macedonia anterior a Filipo, momento en que jugaba un papel secundario en el contexto del mundo griego, y que lógicamente afectará de igual modo a Tracia y sobre todo a la lejana Iliria. Pero lo que más llama la atención es la escasez de fuentes para la época de Filipo, pese a la importancia histórica del monarca y sobre todo la existencia de historiadores dedicados a su figura desde el mismo siglo IV. Esta escasez general nos ha movido a extrapolar a menudo información entre unas regiones y otras, entre unos periodos y otros, y sobre todo entre el oscuro reinado de Filipo y el bien documentado de su hijo y sucesor Alejandro. Esta falta de información se ha trasladado a la historiografía actual, carencia que sólo en los últimos años se comienza a paliar con la todavía lenta publicación de los trabajos que se están llevando a cabo en Macedonia y en las distintas eforías del norte del Estado griego, y en menor medida en Bulgaria (no así en la Ex República Yugoslava de Macedonia o Albania, por citar dos ejemplos). Se echa de menos también un buen trabajo de síntesis relativo a este tema y en este período, así como una mayor atención a las cuestiones militares y el análisis de armamento que aparece a menudo, si es que se mencionan, en las publicaciones arqueológicas como meros números y porcentajes. Tal penuria se aplica finalmente en la idea principal de la tesis, el origen de la falange, que ninguna fuente expone y únicamente puede ser sobreentendida en un breve fragmento de Diodoro, como veremos. De ahí, claro está, el motivo de esta tesis. De hecho, aún recuerdo la propuesta de mi director, el doctor José Pascual González, que inmediatamente captó todo mi interés. Me llamó entonces la atención, ya desde mis primeras lecturas, la existencia de una bibliografía muy extensa sobre el ejército macedonio o los debates interminables sobre la sarisa y, sin embargo, no disponíamos de un estudio en profundidad sobre su origen o su procedencia, mientras se asumía un surgimiento prácticamente de la nada. Con el paso del tiempo, descubrimos no sólo una serie de modelos a seguir por parte de Filipo, sino también un gran número de motivaciones, acontecimientos o intereses que condujeron a Filipo a la invención de aquella falange y que trascendían la mera copia o adopción de simples elementos de esta o aquella panoplia. Es por ello que hemos prestado tanta atención al contexto militar de un periodo tan amplio como importante para entender los cambios y las verdaderas motivaciones que había detrás de ellos. La profundización en el hoplita, en el peltasta, en figuras como Ifícrates o Epaminondas, o en el estudio de la tendencia a la profesionalización y los cambios del siglo IV. Todo ello se encontraba inmerso en un único marco general indivisible que no era ajeno a la realidad de Macedonia, como tampoco era ajeno a Filipo.