Cambio técnico y localización en la siderurgia española integrada, 1882-1936
- Houpt, Stephan
- Pedro Fraile Balbín Director
Universidad de defensa: Universidad Carlos III de Madrid
Fecha de defensa: 27 de mayo de 1998
- Leandro Prados de la Escosura Presidente/a
- Alvaro Escribano Sáez Secretario/a
- Pablo Martín Acuña Vocal
- Gabriel Tortella Casares Vocal
- Juan Hernández Andreu Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
La literatura económica sobre la siderurgia moderna —la producción integral de productos de acero— ha sido variada, concentrándose no obstante sobre todo en la actuación de los mayores productores de hierro y acero del mundo. Los trabajos más relevantes en este campo se han redactado en torno al declive o auge de Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos. El debate se ha centrado en la explicación del crecimiento, de las estrategias empresariales y de las innovaciones realizadas en estos países. Existen muy pocos trabajos acerca de los demás países, aquellos que establecieron sus propias industrias del acero con la pretensión de seguir el camino de desarrollo de los países avanzados. Entre los muchos seguidores España plantea uno de los casos de más interés. El papel de España en la producción mundial de hierro y acero desde el último cuarto del siglo XIX hasta la segunda década del siglo XX había sido principalmente el de proveedor de minerales de hierro. La importancia de los hematites españoles aumentó con la escasez de minerales de hierro bajos en fósforo en países de demanda creciente como Gran Bretaña, Alemania y Bélgica o incluso los Estados Unidos. La liberalización de la legislación minera en 1868 había ayudado a desmantelar algunas de las previas barreras al comercio y la inversión en el sector minero — sobre todo en Vizcaya. Y la demanda creciente de carriles de acero Bessemer desde finales del XIX dieron los incentivos y oportunidades necesarias para explotar masivamente los minerales españoles. Más de la mitad de los minerales extraído en España se obtenía en el litoral norte en Vizcaya y Cantabria. Ambas zonas tenían depósitos importantes de minerales bajos en fósforo y tenían las ventajas adicionales de su proximidad a la costa, y la explotación a cielo abierto. Este conjunto de circunstancias ayuda explicar como España llegó a extraer el 8,05 % del mineral de hierro mundial entre 1882 y 1922.