Revisión de la obra de un cineasta olvidadoRafael Gil (1913-1986)

  1. Valenzuela Moreno, Juan Ignacio
Dirigida por:
  1. Pedro Poyato Sánchez Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Córdoba (ESP)

Fecha de defensa: 05 de junio de 2017

Tribunal:
  1. Manuel Palacio Arranz Presidente
  2. Ana Maria Melendo Ruiz Secretario/a
  3. Agustín Gómez Gómez Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

RESUMEN DE LA TESIS DOCTORAL DE D. JUAN IGNACIO VALENZUELA MORENO El resumen de la tesis para la base de datos Teseo debe ser una presentación de la tesis y tener la extensión suficiente para que quede explicado el argumento de la tesis doctoral. El formato debe facilitar la lectura y comprensión del texto a los usuarios que accedan a Teseo, debiendo diferenciarse las siguientes partes de la tesis: 1. Introducción o motivación de la tesis La presente Tesis Doctoral tiene como objeto la revisión de la obra del cineasta español Rafael Gil (1913-1986). Considerado durante las dos primeras décadas del Régimen Franquista como uno de sus cineastas más sólidos y prestigiosos, fue cayendo, a partir de los años sesenta, en un estado de postergación crítica que se ha ido extendiendo hasta tiempos recientes, hasta ser considerado como un buen artesano al servicio de temas literarios o del cine más comercial. Con ánimo de desentrañar las claves de los cambios que han propiciado esta nueva apreciación crítica hemos realizado una minuciosa investigación que ha desembocado en esta Tesis Doctoral. Rafael Gil fue uno de nuestros cineastas más ilustres durante la dictadura franquista. De temprana vocación cinéfila, su labor como crítico cinematográfico, fundador de uno de los cine-clubs más renombrados durante la Segunda República y documentalista en la Guerra Civil Española, le otorgan los mimbres formativos necesarios para realizar su primer largometraje en 1942, El hombre que se quiso matar, como integrante de la nómina de profesionales de la productora valenciana CIFESA. A partir de aquí inicia una prometedora carrera de más de cuarenta años filmando un cine de base eminentemente literaria y popular, pero que fue transcurriendo por distintas etapas. Si durante los cuarenta Gil filma un cine de qualité y de raíces literarias, los años cincuenta están marcados por su asociación con el guionista y productor Vicente Escrivá, con quien realiza un conjunto de películas donde alcanza su madurez como cineasta. Su entrada en la producción a partir de 1957 con la creación de la empresa Coral Producciones Cinematográficas le lleva a filmar un cine de raigambre popular, atento a los gustos del público que, junto a su posterior relación con la major Paramount, que distribuye la mayoría de sus filmes de este período, le supone cierto descrédito entre las nuevas generaciones de críticos, atentos a las emergentes escuelas cinematográficas. Solo su vuelta a la literatura clásica a principios de los setenta supondrá cierta esperanza en la recuperación crítica del cineasta. Su decidida postura católica y conservadora y su adscripción a los postulados franquistas, que se mantuvieron firmes aun con el advenimiento de la democracia, como demuestran sus adaptaciones de las novelas de Fernando Vizcaíno Casas, le han ido relegando en su consideración crítica por las actuales generaciones. Vista la casi absoluta falta de publicaciones que estudien en profundidad la obra de Rafael Gil, esta investigación se ha dirigido a realizar su estudio analítico a partir de la documentación de su archivo privado y de las distintas fuentes orales y escritas, muchas de ellas inéditas, a que hemos tenido acceso, con el objeto de valorar la contribución del cineasta a la consolidación de un cine español que, durante la posguerra, tuvo que superar serios obstáculos para su pervivencia. El objetivo central, pues, de esta investigación es revisar la obra y figura del director de cine desde el análisis de las nuevas aportaciones bibliográficas de las dos últimas décadas y a la luz del estudio de la documentación de su archivo personal. Un examen que también se beneficia del enfoque que otorga la distancia temporal respecto de una obra cerrada, ubicada y entendida desde un régimen político dictatorial, pero no anclada firmemente a su tiempo, al constituir base y vértice de una historia del cine español, un compendio de las virtudes y defectos que siempre han informado nuestra cinematografía. 2. contenido de la investigación El trabajo está formado por nueve capítulos, otro dedicado a las referencias bibliográficas y cuatro anexos. Los capítulos I y II desarrollan aspectos introductorios de la Tesis Doctoral y analizan el objeto de estudio tratado, su pertinencia y la metodología y fuentes utilizadas para el análisis. El capítulo III abarca el fecundo período anterior a la dirección de su primer largometraje: las primeras inquietudes cinéfilas que surgieron en su juventud; su carrera como escritor cinematográfico en los más diversos medios escritos y la fundación de un prestigioso cine-club, el G.E.C.I., en 1936. El estallido de la Guerra Civil Española le sitúa en zona republicana, pero gracias a la intervención de Antonio del Amo puede salvar la vida y le permite entrar a trabajar como documentalista de guerra en la retaguardia durante casi todo el conflicto. La victoria de Franco supone el advenimiento de una larga Dictadura en la que Rafael Gil realizará el grueso de su producción y sus trabajos más prestigiosos. Comienza como ayudante de dirección y escribiendo guiones para, entre otros, Eusebio Fernández Ardavín, su mentor cinematográfico. El capítulo termina con el análisis de su faceta como documentalista y director de cortometrajes con el que finaliza su período de formación. El capítulo IV abarca la década de los cuarenta y es, sin duda, su período más notable. Desde sus trabajos para CIFESA donde alcanza su reputación casi desde el primer título dirigido para la empresa valenciana, El hombre que se quiso matar (1942), pero que vería su consolidación con Huella de luz (1943) y El clavo (1944). Su ascendente prestigio es el motivo de que el productor gallego Cesáreo González se haga con sus servicios con ánimo de apuntalar su posición en el panorama cinematográfico español y que le llevará a Gil a dirigir relevantes películas como La calle sin sol (1948) o Una mujer cualquiera (1949). Su trabajo para las dos grandes productoras españolas de la época no sería óbice, sin embargo, para que Gil dirigiera dos aceptables largometrajes para otras empresas de mayor empaque. El capítulo V aborda, en esencia, toda la etapa que Rafael Gil pasó al lado del guionista y productor valenciano Vicente Escrivá, de cuya colaboración saldrían algunos de los títulos más importantes del cine religioso y anticomunista de la década de los cincuenta. Comenzando con el clamoroso éxito que supuso La Virgen de Fátima (1951), en estos años Gil filma estimables películas de notable factura técnica y artística que le sitúan en la cúspide de los directores españoles, que culmina con dos títulos clave como La guerra de Dios (1953) y Murió hace quince años (1954). Películas que, aparte de concederle prestigio, le proveían de premios nacionales e internacionales. El capítulo VI desarrolla un período de abundante producción desde la creación de su empresa productora Coral Producciones Cinematográficas en 1957. Una etapa de su filmografía que se caracteriza por constantes altibajos por la búsqueda de pretensiones comerciales en su cine por encima de las meramente artísticas, lo que le llevó a filmar películas con Sara Montiel, Pedro Carrasco o El Cordobés y a adaptar novelas coetáneas, al tiempo que convertía en deslumbrantes éxitos las actualizaciones de los folletines de Alejandro Pérez Lugín. Aun siendo la etapa menos interesante de su carrera, aún fue capaz de rodar películas de la talla de ¡Viva lo imposible! (1958) o Siega verde (1960) en el inicio de su carrera productora que hicieron concebir esperanzas de un Gil en pos del tipo de cine que caracterizó sus comienzos en CIFESA y Suevia Films; esperanzas que fueron eclipsadas durante muchos años por esa búsqueda intensa por la comercialidad de sus títulos y las necesidades de exhibición impuestas por las potentes distribuidoras, en especial Paramount, que aseguraban la proyección de las películas de Gil. El capítulo VII analiza la vuelta de Gil a los clásicos de la literatura española. La flexibilidad de la censura y la aspiración de realizar un cine de qualité llevaron a muchos de nuestros cineastas a adaptar diversas obras de prestigiosos escritores españoles en los primeros años de los setenta. Rafael Gil fue uno de los directores que se acogió a esta nueva ola, debido fundamentalmente a su pasión por la literatura y a su intención de volver a sus raíces como director, después de unos años dedicados a un cine más comercial en los que había perdido el favor de la crítica. De esta forma, de 1971 a 1974 dirige cuatro películas en las que dejará constancia de sus auténticas inquietudes como cineasta. El fracaso en taquilla de El mejor alcalde, el rey le lleva a cambiar de tercio e interesarse por intereso por las crónicas de su tiempo, por los temas que Gil entendía más actuales, desde su acercamiento a un tema que le apasionaba, la Legión, hasta la particular disección de su entorno social. En este sentido, la década de los setenta resulta más interesante que la precedente porque nos descubre más de la personalidad cinematográfica de Gil que la mayoría de sus películas de los sesenta. El capítulo VIII detalla la última parte de su filmografía, asociada a las adaptaciones del escritor Fernando Vizcaíno Casas, en la que, con un poso nostálgico y escéptico ante los cambios sociopolíticos que van acaeciendo tras el final del Franquismo, se integran un conjunto de películas caracterizadas por su mordacidad, sarcasmo y talante reaccionario, que se erigen en reducto cada vez más aislado entre el maremágnum de producciones cinematográficas de signo opuesto. El capítulo IX constituye el apartado de conclusiones, que especifican si se cumplen o no las hipótesis planteadas y si se han cubierto los objetivos marcados en el origen de la investigación. Tras las referencias bibliográficas, se añaden una serie de anexos para completar la visión de conjunto de la obra del director madrileño, como son un apartado dedicado a las producciones de Coral y Azor Films, desde que fue nombrado administrador único en 1975, para otros cineastas; la filmografía completa de Gil como documentalista, ayudante de dirección, guionista, director y productor; una serie fotográfica del primer corto de ficción que filmó, Cinco minutos de españolada (1935), actualmente perdido; y las estadísticas de recaudación y espectadores de sus filmes desde que se implantó el control de taquilla en 1965 (por tener, dentro de su imperfección, una aproximación exacta del recorrido comercial de sus producciones). 3. Conclusión  Reciente revisión del cine español de posguerra. Revalorización de las películas de Rafael Gil de los años cuarenta.  Su talante conservador, su admiración por Franco, su declarado catolicismo y la marcada comercialidad de sus películas desde 1957 le han supuesto una losa en su apreciación crítica.  En atención a los postulados defendidos desde la revista Cahiers du Cinéma y a lo desarrollado en esta Tesis podemos concluir que Gil, más que un auteur, fue un metteur-en-scène, al someter su trabajo a la ilustración técnicamente impecable de las convenciones dominantes en el cine. Gil concebía el cine como trabajo en equipo, por el que la autoría del director queda diluida por la necesidad de cooperación con sus colaboradores más inmediatos.  Las necesidades de exhibición inherentes a sus acuerdos de distribución con la major Paramount le hicieron, en ocasiones, entrar en proyectos que estaban lejos de sus inquietudes artísticas. La existencia detrás de la potente empresa norteamericana, que aseguraba la presencia de sus películas en las carteleras, deviene esencial en su productividad como director a partir de los años sesenta, en comparación con compañeros de generación.  Buscando la comunión con el espectador, para quien en definitiva iba dirigida la película, el cineasta optaba por una comunicación directa, sin fisuras, sin que diera pie a ambigüedades interpretativas que pudieran revertir en el buen entendimiento de la obra.  Gil preconizó con sus películas el Modo de Representación Institucional teorizado por el teórico Noël Burch y dominante en el Hollywood clásico, omnisciente, altamente comunicativo y hasta cierto punto autoconsciente, con una continuidad espacial y temporal que debía llevar a una coherencia del relato y a una perfecta interpretación de la historia, de tal manera que todos los elementos fílmicos estén integrados en una ordenación causal.  A partir del desarrollo de esta Tesis podemos concluir que tachar su obra de conservadora, fascista, reaccionaria y popular sería hacer un comentario simplista y alejado de una realidad constatada por un análisis riguroso. Es una obra coherente que brotó de su sensibilidad, consecuente con sus gustos literarios y cinematográficos. 4. Bibliografía Alonso Barahona, F. (1997). Rafael Gil, director de cine. Madrid: Centro Cultural del Conde Duque. Benet, V. (2012). El cine español. Una historia cultural. Barcelona: Paidós Comunicación. Castro de Paz, J. L. (2007). Rafael Gil y CIFESA. Madrid: Filmoteca Española. ̶ . (2012). Sombras desoladas. Costumbrismo, humor, melancolía y reflexividad en el cine español de los años cuarenta. Santander: Shangrila. Fernández Colorado, L. (ed.) (2001). La herida de las sombras: el cine español en los años cuarenta. Madrid: Asociación Española de Historiadores del Cine. Fernández Heredero, C. (1993). Las huellas del tiempo. Cine Español 1951-1961. Valencia: Filmoteca Española. Filmoteca de la Generalitat Valenciana. Gregori, A. (2009). El cine español según sus directores. Madrid: Cátedra. Gubern, R. (1981). La censura. 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