Morbilidad y secuelas de los niños prematuros en edad escolar

  1. Alvarez Mingorance, Pilar
Dirigida por:
  1. Alfredo Blanco Quirós Director/a
  2. Elena Burón Martínez Codirector/a

Universidad de defensa: Universidad de Valladolid

Fecha de defensa: 09 de julio de 2009

Tribunal:
  1. Manuel Moro Serrano Presidente
  2. Rafael Palencia Luaces Secretario/a
  3. Gonzalo Solís Sánchez Vocal
  4. Carmen Rosa Pallás Alonso Vocal
  5. C. Imaz Roncero Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

TESIS DOCTORAL: MORBILIDAD Y SECUELAS DE LOS NIÑOS PREMATUROS EN EDAD ESCOLAR Pilar Álvarez Mingorance 2009 El propósito de esta tesis es conocer, en un grupo de niños prematuros en edad escolar, las secuelas que podrían derivarse del nacimiento prematuro, y su relación con el grado de inmadurez al nacimiento. Para ello hemos estudiado a 2 grupos de niños nacidos en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid en los años 1996 a 2001: el primero está formado por los niños nacidos muy prematuros (edad de gestación inferior o igual a 32 semanas y peso al nacer menor o igual a 1500 gramos), el segundo formado por niños prematuros tardíos (edad de gestación de 33 a 36 semanas y peso al nacer de 1501 a 2500 gramos) y los comparamos con un grupo control de niños nacidos a término en las mismas fechas. Los objetivos son: 1. Conocer la prevalencia de patología respiratoria en niños prematuros, especialmente en aquellos que tuvieron displasia broncopulmonar. 2. Conocer la prevalencia de parálisis cerebral en los niños prematuros en nuestro medio. 3. Conocer la prevalencia de secuelas sensoriales (en visión y audición) de los niños prematuros. 4. Valorar el crecimiento somático de los niños prematuros. 5. Conocer el cociente de inteligencia de los niños prematuros y saber si tienen problemas de rendimiento escolar. 6. Conocer los problemas de conducta que presentan los niños prematuros 7. Conocer el grado de dependencia y las necesidades educativas especiales que precisan los niños prematuros como consecuencia de las secuelas que presentan. Para ello se citó a todos los niños en consulta de pediatría para realizar una anamnesis detallada y una exploración física que incluyó medición de peso, talla y tensión arterial. Además todos los niños realizaron una Espirometría forzada y un estudio psicointelectivo (Escala de inteligencia de Wechsler para niños, Test visomotor de Bender, Test motricidad de Ozerestky, Cuestionario de Conners a los padres, Cuestionario de Capacidades y Dificultades (SDQ) a los padres). Los resultados obtenidos nos permiten sacar las conclusiones siguientes: 1. Los niños prematuros, especialmente aquéllos de muy bajo peso y más inmaduros, presentaron con más frecuencia patología respiratoria de vías bajas en edad escolar que los niños a término. 2. La Displasia broncopulmonar fue el principal factor de riesgo de patología respiratoria en edades posteriores de la vida (asma del lactante y asma en edad escolar). 3. En niños muy prematuros el riesgo de patología respiratoria en edad escolar fue mayor a mayor soporte respiratorio en el periodo neonatal inmediato (intubación en paritorio, ventilación mecánica, más días de oxigenoterapia y administración de surfactante endotraqueal). 4. No encontramos correlación directa entre síntomas respiratorios en edad escolar y alteraciones de la función pulmonar. La espirometría no presentó diferencias entre grupos. 5. El riesgo de parálisis cerebral (PC) aumentó en relación inversa a la edad de gestación. Todos los niños con PC de nuestra serie tenían menos de 30 semanas de gestación. El 50% de los casos presentaron alteraciones en la ecografía cerebral neonatal. Otro importante factor de riesgo fue presentar displasia broncopulmonar. 6. El porcentaje de hipoacusia en los niños RNMBP o muy prematuros fue del 5,7%; todos los casos fueron graves o profundos y necesitaron prótesis auditivas (audífonos o implante coclear). No hubo ningún caso de hipoacusia en los niños de bajo peso o prematuros tardíos ni en los nacidos a término. 7. El porcentaje de ceguera en los niños RNMBP o muy prematuros fue del 2,8%, siempre secundaria a retinopatía de la prematuridad. No hubo ningún caso en los niños RNBP o prematuros tardíos ni en los nacidos a término. Todas las secuelas visuales (ceguera, estrabismo, miopía, hipermetropía y astigmatismo) fueron más frecuentes en niños con antecedente de retinopatía de prematuridad (62,5%) que sin ella (18,5%). 8. La patología de la visión (ceguera, estrabismo, miopía, hipermetropía y astigmatismo) fue más frecuente en los niños RNMBP o muy prematuros (48,6%) que en los prematuros tardíos o RNBP (18,2%) y en los niños a término (10%). La mayor diferencia se encontró en el estrabismo (Niños muy prematuros 20%; prematuros tardíos 4,5%; nacidos a término 0). 9. La edad corregida de deambulación fue mayor en los niños RNMBP o muy prematuros (media 14,7 meses). No encontramos diferencias entre los RNBP (media 12,9 m.) y los niños a término (media 12,1 m.). 10. La frecuencia de secuelas neurosensoriales globales fue más alta en los niños RNMBP o muy prematuros (42,8%) que en los prematuros tardíos o RNBP (27,3%) y en los nacidos a término (20%). Sólo encontramos secuelas moderadas y graves en los niños muy prematuros, de tal forma que el 11,4% de los RNMBP son grandes dependientes y necesitan ayuda para realizar las funciones básicas de la vida cotidiana. 11. El cociente intelectual (CI) fue más bajo en los niños RNMBP o muy prematuros (91,23), que en los RNBP (104,9) y los niños a término (107,8). No hubo diferencia entre los prematuros tardíos y los nacidos a término. Sólo encontramos niños con CI muy bajo (<69) en los muy prematuros y ninguno de ellos alcanzó rango superior (120-129) o muy superior (>130). Hubo correlación positiva entre el CI y el perímetro cefálico de niños muy prematuros en el momento del alta de neonatología. 12. La coordinación motora general fue peor en los niños muy prematuros respecto a los prematuros tardíos y los niños a término. 13. Las puntuaciones del Test de Conners, que evalúa hiperactividad y déficit de atención, fueron más altas en los niños prematuros y muy prematuros, pero la diferencia con los nacidos a término no fue significativa. 14. Los problemas de conducta fueron más frecuentes en el grupo de prematuros de bajo peso o prematuros tardíos en comparación con el grupo de RNMBP y nacidos a término. 15. El rendimiento escolar en los niños prematuros fue peor que en los nacidos a término, precisando mayor soporte en la escuela. El riesgo de peor rendimiento escolar es mayor en los más inmaduros. 16. La puntuación Z de peso y talla mejoró significativamente desde el alta en Neonatología hasta la edad escolar. A pesar de ello los RNMBP fueron más bajos y de menor peso que los nacidos a término. Por el contrario, en el grupo de RNBP no hubo diferencias con los niños a término. 17. La tensión arterial, tanto sistólica como diastólica, fue más alta en los RNMBP que en los prematuros tardíos, y en éstos mayor que en los niños a término. El hallazgo de hipertensión arterial en adultos que fueron prematuros debe fomentar medidas preventivas desde la infancia. 18. En base a las anteriores conclusiones, aconsejamos un seguimiento mantenido de los prematuros durante toda la infancia con la participación de diferentes especialistas (neuropediatras, neumólogos, nutricionistas, oftalmólogos, otorrinolaringólogos, psicólogos, psiquiatras, endocrinólogos), para detectar precozmente las secuelas y prestar los apoyos necesarios. Esto también es importante en el grupo de prematuros tardíos ya que se ha comprobado que tienen secuelas y son los más se pueden beneficiar de una intervención precoz.