La trayectoria intelectual de josé jimenez lozano a través de su obra en prensa

  1. MERINO BOBILLO, MARÍA
Dirigida por:
  1. Pablo Pérez López Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Valladolid

Fecha de defensa: 02 de junio de 2009

Tribunal:
  1. Agustín García Matilla Presidente
  2. José Vidal Pelaz López Secretario/a
  3. Jean-Dominique Durand Vocal
  4. Francisco Javier Higuero Vocal
  5. Benoît Pellistrandi Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Castellano y francés Se trata del estudio de toda la obra de José Jiménez Lozano aparecida en la prensa desde el año 1959 hasta el 2007, en el que se detiene la investigación. Abarca las distintas publicaciones en las que colaboró -Destino, Vida Nueva, Informaciones, El Sol, El País, ABC, Centro Virtual Cervantes, Grupo Promecal y La Razón- y su actividad como periodista en El Norte de Castilla, periódico en el que fue contratado por Miguel Delibes en 1965, y del que llegó a ser subdirector y director desde 1992 hasta su jubilación, en 1995. Jiménez Lozano se dibuja como prototipo de los últimos representantes de un modo de hacer periodismo hoy prácticamente finiquitado desde que las circunstancias económicas lo han convertido en una empresa de comunicación, en la que los intereses económicos priman con frecuencia sobre los informativos o culturales. Con el silencio que reiteradamente mantuvo sobre la vida política expresaba los límites de la mera información política y proclamaba que más allá de ésta, existían cosas importantes en la sociedad y resultaba interesante hablar de ellas en los periódicos. La lectura de su obra periodística contribuye a matizar ciertas ideas asentadas sobre los tres grandes periodos del siglo XX en España: el franquismo, la transición y la democracia. Su espíritu de resistencia combativa cuestiona la asimilación de ciertos conceptos clave, como los de libertad y democracia. La rebeldía de sus primeros artículos muestra cómo el régimen anti-libertad del franquismo no anulaba la capacidad de ser libres. Por el contrario, al llegar el régimen definido por antonomasia como el del reconocimiento de las libertades, la democracia, desvelaba a las claras las manipulaciones sibilinas que contra el hombre se escondían en su seno: el pensamiento globalizado, el políticamente correcto, el conformismo democrático, los intentos de imponer un lenguaje uniforme que sirviese de horma para imponer un único pensamiento o para disfrazar cualquier tipo de crímenes contra las personas indefensas y excluidas de las sociedades desarrolladas. Un rasgo predominante en él ha sido siempre la anticontemporaneidad, talante que fue conociendo una gradación de matices. Rompió con frecuencia con los estereotipos, tanto los marcados por la cultura oficialista del franquismo, como con los planteamientos opuestos a ella, podríamos llamarlos progresistas, cuando los encuentra equivocados, como ocurrirá especialmente con la llegada de la democracia. Se trata de un caso de doble contracorriente cultural: contra la estulticia de ciertos planteamientos franquistas y también contra la de otros opuestos al franquismo. Un tipo de actitud que lo colocó en minoría cuando la aceptación de lo antifranquista como categoría se identificó con ciertos estereotipos, concretamente los del progresismo a la moda. Su postura podría catalogarse, pues, como una manifestación de otro tipo de oposición al franquismo, distinta de la que normalmente se subraya. La trayectoria periodística de Jiménez Lozano se muestra coherente. Sus principales pensamientos permanecen a lo largo del tiempo: autenticidad, seriedad en los planteamientos de vida, sentido humano, ejercicio de la individualidad como expresión de la libertad, alta consideración de la cultura escrita, etc. Su discurso constituyó una denuncia cultural y antropológica que mantiene su actualidad. Por ello, su consistente trayectoria resulta interesante en la medida en que no sólo nos descubre las honduras de un escritor en periódicos, sino que coloca frente a los principales retos que tiene el hombre del siglo XXI: el despertar del letargo de los dulces tiempos democráticos, para reconquistar la libertad que sólo puede lograr cada persona en los adentros de sí misma.