Profundización en criterios de implantación de un sistema de gestión medioambiental en centrales térmicasaplicación del EMAS II

Laburpena

Con la aparición del EMAS II, Creo que hay dos cosas fundamentales que afectan a la mejora continua, por un lado el abrir el espectro de aplicación a cualquier actividad, no sólo a las industrias, y por otro lado cómo implementamos los requisitos de la ISO 14.001 dentro del paraguas del EMAS. Por ello en primer lugar hemos creado una guía de implantación del EMAS II, intentado desde la experiencia de una gran industria dar unos criterios lo más sencillos posibles para cumplir con los requisitos de la norma. En particular la evaluación de aspectos ambientales, uno de los pilares básicos de los sistemas ambientales y que tiene un papel fundamental en el objetivo de mejora continua, se encontró con que la forma de evaluar los aspectos implantada en los primeros años del EMAS se vio avocada a evolucionar en este momento, sobre todo teniendo en cuenta que la sistemática se debe de aplicar para cualquier tipo de actividad. Esto conlleva que la metodología debe de desarrollar criterios claros y de fácil aplicación. El mismo problema de desarrollar criterios de evaluación claros y sencillos se encuentra asociados a la hora de realizar diagnósticos de operatividad. Como paso previo a meternos de lleno con la sistemática de evaluación de aspectos desarrolló una sistemática sencilla de evaluación de puntos de inspección relacionados con la problemática de generación de residuos, el riesgo de vertidos y el orden y limpieza. Se trata de lograr un sistema de puntuación lo suficientemente sencillo para que de forma inequívoca nos indique aquellos aspectos sobre los cuales tenemos que actuar inmediatamente y aquellos otros que están en riesgos de llegar a darnos algún problemas. A esta sistemática la llamamos carné por puntos. Tras los buenos resultados obtenidos en la aplicación del carné por puntos nos animamos a continuar con lo que se ha convertido en el objetivo principal de esta tesis, desarrollar una sistemática de evaluación de aspectos lo suficiente flexible para por un lado asegurarnos el detectar aquellos aspectos significativos que sean representativos de los puntos débiles del sistema sobre los cuales trabajar en mejorarlos , y por otro lado en que sea fácilmente modificable/adaptable a los cambios evolutivos de los propios sistemas de gestión.