La poesía y la calleuna mirada a la escritura marginal en Colombia

  1. Amón Mitrani, Josef
Dirigida por:
  1. Evangelina Soltero Sánchez Directora
  2. Carmen Méndez García Directora

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 21 de enero de 2022

Tribunal:
  1. Esperanza López Parada Presidenta
  2. Jesús Cano Reyes Secretario
  3. Ana María Agudelo Ochoa Vocal
  4. Bernat Castany Prado Vocal
  5. José Manuel Camacho Delgado Vocal
Departamento:
  1. Literaturas Hispánicas y Bibliografía

Tipo: Tesis

Resumen

La presente investigación tiene la intención de hacer un análisis de las escrituras marginales contemporáneas en Colombia. Se sostiene que, para lograr una comprensión acertada sobre dichas escrituras, es necesario rastrear los antecedentes históricos que dieron pie a la creación del canon de la literatura colombiana. Como muestras del quehacer de las escrituras periféricas en Colombia, se hace un estudio de tres autores que dan cuenta del amplio panorama de las escrituras contemporáneas que han sido marginadas. En apartados distintos se hace un análisis monográfico de las obras de Giovanni Oquendo, de Leo Castillo y de Marco Cala, tres autores contemporáneos no canónicos, marginales, interesados en descubrir un concepto que llamamos, a lo largo de la investigación, ¿la calle¿, es decir: el discurrir de la vida y de la literatura sin las ataduras ideológicas que exigen los poderes culturales. Así, el objetivo del presente trabajo es demostrar que las obras canónicas de la literatura colombiana, por más que intenten captar lo popular, han sido canonizadas gracias a intereses específicos del poder sociopolítico y económico. El argumento radica en mostrar que estas obras canónicas, que se leen como ¿la gran literatura colombiana¿, han ayudado a exotizar y a banalizar las problemáticas culturales y políticas del país y del continente, y han impuesto un tipo de escritura aceptado por la ¿alta cultura¿; un tipo de escritura, acartonado y distanciado de la calle, de lo cotidiano, que margina a quienes no se adaptan a lo impuesto por las élites que se han mantenido en el poder; aquellos pocos que les conviene gobernar o generar riquezas en un mundo exotizado y dominable. Este fenómeno, pues, ha generado un desinterés por aquella literatura que muestra una Colombia dinámica y compleja, sin identidades fijas, alejada de aquel realismo mágico donde toda injusticia puede pasar porque ¿estamos en Macondo¿. A su vez, este mismo fenómeno opera en términos formales: el uso ¿no docto¿ de la palabra, a saber: el uso del habla popular, es rechazado por las élites culturales porque desmonta el mito de lo irreal, de lo alucinado, de lo quieto, de la identidad colombiana que le conviene mantener al poder. Siguiendo esto, se demuestra, como principal resultado de investigación, que a la cultura oficial colombiana le interesa un tipo de literatura grandilocuente y funcionarial que dé cuenta de una identidad colombiana exotizada, débil y dominable. La literatura oficial en Colombia es, pues, un tipo de escritura afín con aquel escritor que intenta captar la vida popular desde una lejanía epistemológica. Se hace evidente el hecho de que si aparece un escritor que ya no habla de lo popular, sino, más bien, desde lo popular, se derrumba por completo aquella identidad mitificada, y, al desaparecer ese mito, sale a la luz una Colombia dinámica, violenta, plural, sin identidades fijas; una Colombia que, gracias que se desliga de lo mágico, de lo salvaje, ya no aguanta las injusticias impuestas por quienes dominan las esferas privadas y públicas que intentan controlar el discurrir de la vida en el país. Se concluye que, en el caso de la literatura colombiana, nos enfrentamos a un caso particular de la relación cultura-poder, pues se hace evidente que las lógicas de dominio, basadas en el símbolo escritural, han permanecido casi intactas desde el inicio de la colonia hasta nuestros días. Este fenómeno particular ha creado, inevitablemente, una amplia gama de escrituras marginales de alta calidad estética y de gran valor documental, rechazadas desde siempre, que han encontrado maneras distintas de decir su mundo, desligándose de las formas y de los temas oficiales que se adaptan al qué y al cómo de un ¿arte culto¿ (o que esté concebido, simplemente, para la producción de ventas masivas), para lograr penetrar en los herméticos y elitistas círculos del poder que, de alguna forma u otra, deciden qué debe ser entendido como literatura y qué no.