La controversia sobre la licitud moral del teatro y el discurso acerca de las mujeres (siglos XVI-XVIII)

  1. Lisart Marco, Roberto
Dirigida por:
  1. Isabel Morant Deusa Director/a
  2. Mónica Bolufer Peruga Director/a

Universidad de defensa: Universitat de València

Fecha de defensa: 22 de junio de 2022

Tribunal:
  1. María Ángeles Pérez Samper Presidente/a
  2. Lluís Guía Marín Secretario/a
  3. Gloria Ángeles Franco Rubio Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

La importancia cualitativa del teatro y las diversiones públicas en la Edad Moderna constituye un aspecto capital para configurar el estudio de la historia social de una época en la que las artes escénicas adquieren un gran impulso. Ya desde el Renacimiento viene produciéndose un teatro cortesano con importantes avances técnicos en la tramoya, pero es en el Barroco cuando se da una verdadera eclosión en la dimensión espectacular de los festejos y en la propia dramaturgia. Es de tal envergadura la profusión de textos que podemos afirmar que lo escrito en el teatro español del Siglo de Oro es de lectura inabarcable en una sola vida. No es exagerado hablar de una verdadera lucha por el control del espacio público y del ocio urbano entre los moralistas y los teatrófilos, dos bandos irreconciliables que generan una controversia que impide consolidar un ideario reformista unitario por la carencia de una postura consensuada. La controversia sobre la licitud moral del teatro —un fenómeno de alcance europeo— por su presencia en la monarquía hispánica y en Europa es un problema transversal, que afecta en otros países a las iglesias reformadas, tan celosas de una moralidad cristiana destruida por el teatro como en el orbe católico. La disputa adquiere con el tiempo un cariz dialéctico, dado que genera un debate ético y a la vez estético, en dos procesos que discurren en paralelo, que acaban confluyendo y se manifiestan en diferentes formatos que muestran una tipología textual: en el tratado filosófico, el ensayo político, en el sermonario, en la legislación, en manuales de confesión, etc. Así, el complejo tratamiento que se da a la comedia, sometida a bruscas interrupciones, censuras y prohibiciones periódicas, confirma la tendencia hacia una secuencia temporal discontinúa. Todos los agentes que intervienen en la polémica atacando el teatro (y la danza) ponen un énfasis especial en fijar en el imaginario colectivo una representación pública de la imagen femenina denostada por el teatro, en una moralidad sometida a una severa vigilancia. Existen trabajos importantes sobre la realidad social de las mujeres en la España del Siglo de Oro, pero no hemos encontrado ningún estudio concluyente que trate la condición femenina como hecho diferencial en la controversia sobre la licitud del teatro, su evolución y su dimensión como instrumento efectivo de control social. Encontramos, eso sí, en los teólogos un posicionamiento extendido que es siempre contrario a la presencia femenina en el espacio público, tanto en el escenario como entre el público del corral de comedias. La controversia está alimentada por una casuística de inculpación femenina compleja: cuando las mujeres escriben lo hacen retraídas, si deciden asistir a una representación han de recluirse en la cazuela. Cuando son lectoras lo han de practicar en la clandestinidad porque es “una peligrosa ensoñación”… Pero, sobre todo, son atacadas con virulencia cuando trabajan como actrices o bailarinas, dramaturgas, empresarias o impresoras; si son viudas suelen ser vetadas, puesto que deben protegerse con un nuevo matrimonio para poder seguir ejerciendo su cometido. Las mujeres del teatro son atacadas para ser expoliadas, relegadas, denostadas y, por irracional que nos parezca, al tiempo son deseadas y despreciadas.