La historia holocena de los pinares montanos en la Cordillera Cantábrica

  1. Rubiales Jiménez, J.M. 1
  2. Morla Jauristi, C. 1
  3. Gómez Manzaneque, F. 1
  4. García Álvarez, S. 1
  5. García-Amorena, I. 1
  6. Génova Fuster, M. 1
  7. Martínez García, F. 1
  8. Postigo Mijarra, J.M. 1
  1. 1 U.D. Botánica. Departamento de Silvopascicultura (Universidad Politécnica de Madrid)
Libro:
La evolución del paisaje vegetal y el uso del fuego en la Cordillera Cantábrica
  1. Ezquerra Boticario, Francisco Javier (coord.)
  2. Rey van den Bercken, Enrique (coord.)

Editorial: Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León

ISBN: 978-84-694-3543-4

Año de publicación: 2011

Páginas: 109-124

Congreso: Seminario sobre la evolución del paisaje vegetal y el uso del fuego en la Cordillera Cantábrica (1. 2007. León)

Tipo: Aportación congreso

Resumen

Son pocas las montañas en Europa meridional que no tienen un piso de vegetación bien desarrollado en el que las coníferas montanas sean protagonistas dentro de la vegetación forestal natural. La cordillera Cantábrica es una de esas excepciones, que ya en el siglo XIX, Willkomm y Lange se apresuraron a destacar, asumiendo el posible carácter relicto de los escasos pinares montanos existentes entonces en la montaña Cantábrica. Por otro lado, los yacimientos paleobotánicos de edades Tardiglaciar y Holoceno temprano con macrorrestos de pinos montanos en la Cordillera son muy numerosos: el género Pinus protagoniza durante ese período la recuperación forestal en gran parte del norte de la Península, formando bosques tanto en las montañas como en amplias zonas de la cuenca del Duero. El aumento de temperatura y precipitación en los inicios del Holoceno, determinante en el proceso de expansión arbórea, provocará un declive temprano de los pinares en toda el área noroccidental ibérica, que fue más brusco y repentino en las zonas más atlánticas de la cordillera Cantábrica. Los táxones caducifolios (encabezados por Quercus y/o Betula) encontraron en este clima templado una ventaja que les permitió competir con éxito frente a las formaciones de coníferas dominantes en el Tardiglaciar, desplazándolas en muchas áreas. Los pinares sin embargo se mantuvieron en distintos lugares pero sobre todo en las vertientes meridionales interiores, más continentales y secas. No obstante, varios factores inducen a pensar que el clima no es el único factor responsable de la retracción generalizada de los pinares en el Holoceno. Aunque la inercia de masas con individuos longevos previamente establecidos en el área conferiría un amplio margen a esas formaciones para mantenerse, la concurrencia de incendios, bien de origen antrópico o climático, pudo constituir un desencadenante de procesos desestabilizadores de los estados competenciales a favor de las rebrotadoras. Además de los fuegos, o asociados a ellos, la eliminación antrópica del bosque y un incremento simultáneo del pastoreo pudieron sumarse a los factores responsables de la disminución de la capacidad recolonizadora do los pinos supervivientes.