Análisis de la crisis política desencadenada tras el accidente nuclear de palomares en 1966Estudio sobre la estrategia comunicativa del gobierno franquista

  1. Martínez Leyva, Mónica
Dirigida por:
  1. Antonio López Hidalgo Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Sevilla

Fecha de defensa: 13 de julio de 2017

Tribunal:
  1. Rosario de Mateo Pérez Presidente/a
  2. Rosalba Mancinas Chávez Secretario/a
  3. José Ignacio Población Vocal
  4. María Jesús Casals Carro Vocal
  5. Pastora Moreno Espinosa Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 481641 DIALNET lock_openIdus editor

Resumen

A mediados del siglo XX dos sistemas se repartían el mundo. Instalado el periodo de la Guerra Fría, tras la II Guerra Mundial, los países tomaron partido y se aliaron a los Estados Unidos (EEUU) o a la Unión Soviética (URSS). Este histórico y largo conflicto condicionó las relaciones internacionales mundiales durante casi medio siglo. España, férrea dictadura militar gobernada por el general Francisco Franco, se alió a los EEUU por imperativos económicos. El 26 de septiembre de 1953 el pacto entre sendos países quedó sellado en unos acuerdos que permitían a los norteamericanos instalar bases militares en territorio español a cambio de dinero y ayuda para salir del ostracismo internacional al que el régimen franquista estaba sometido. Estos acuerdos supusieron una importante cesión de la soberanía española en pos de la americana dentro de nuestras fronteras. Si bien la lucha entre potencias no se encontró apenas en el plano militar, la política, la economía y la propaganda fueron las trincheras de escarnio público para uno y otro bando. Pero en medio del conflicto que tenía al mundo entero en vilo, apareció un elemento que condicionaría el futuro de la humanidad por completo: el arma nuclear. Desde 1961 los norteamericanos mantenían en vuelo aviones con carga nuclear las 24 horas del día. Más de 300 superbombarderos cruzaban el globo terráqueo diariamente, por diferentes rutas, con un único objetivo: estar preparados por si había que responder a un ataque de la URSS, o por si se decidía atacar primero. Con el beneplácito implícito en esos acuerdos, una de las tácticas militares que los americanos acostumbraron a hacer sobrevolando nuestro territorio, fue la maniobra de repostaje en vuelo. La operación consistía en abastecer de combustible a los aviones que hacían la ruta Sur, desde los EEUU a la frontera de Turquía (y vuelta), sin aterrizar en ningún momento. A través de una manguera extensible, que salía de un avión nodriza de abastecimiento KC-135, se transfería el líquido elemento a un superbombardero volante B-52. Todo ello, en pleno transcurso del vuelo. Una maniobra totalmente prohibida en el resto de Europa, por la peligrosidad que entrañaba. A las 10.22 horas del 17 de enero de 1966 dos de estos aviones militares de las Fuerzas Aéreas Americanas chocaron mientras realizaban la mencionada maniobra a más de 9.000 metros de altura sobre la vertical de Palomares, una pedanía de Cuevas de Almanzora (Almería). 800.000 toneladas de metal destrozado cayeron entre el mar y la tierra. Eran los restos de los aviones colisionados. Pero no solo caería el metal, cuatro bombas termonucleares, de plutonio-uranio-235, o lo que es lo mismo, cuatro bombas nucleares, también se precipitaron al vacío. Cada artefacto, de 1,5 megatones, tenía una capacidad destructiva 75 veces mayor a la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima en 1945. En total, el B-52 transportaba unos 6 megatones con capacidad suficiente para destruir por completo el sureste español y el norte de África, haber afectado al resto de la Península Ibérica y contaminar el Mar Mediterráneo. Las cuatro bombas termonucleares, tipo Mark 28, se desprendieron de la superfortaleza volante americana instantáneamente. Tres de los artefactos cayeron en tierra y fueron localizados rápidamente. El cuarto, lo haría en el mar. 80 días tardaron las tropas americanas en encontrar y recuperar la última bomba. Tan solo 45 minutos después del accidente, un grupo de militares norteamericanos salía de la base militar de Omaha, con destino Palomares, para recuperar los cuatro artefactos de hidrógeno. Al día siguiente, martes 18 de enero, 800 militares americanos llegaban en autobuses al litoral almeriense desde las bases americanas de Morón de la Frontera y Torrejón de Ardoz. Empezaba a instalarse en la zona de la playa de Quitapellejos el Campamento Wilson. Comenzaba, así, la operación Broken Arrow (Flecha Rota). Los gobiernos español y norteamericano se encontraron de frente con una crisis no-evitable o accidental a resolver. Mientras el segundo tomaba la iniciativa, el primero incumplía los principios más básicos que deben observarse en un correcto Plan de Crisis. En esta Tesis Doctoral hemos estudiado la teoría de la Comunicación Institucional y Política prestando una especial importancia a la forma en la que deben solucionarse las crisis, incluyendo sus tipos y fases y, desarrollando las fórmulas o estrategias para evitar que estos tiempos adversos consigan destruir la imagen de una organización o a la organización misma. Nos hemos sumergido en un momento histórico esencial en el desarrollo de la historia comunicativa contemporánea de nuestro país donde se produjo un cambio de ley para la prensa y la imprenta y, donde la figura del NO-DO tenía especial relevancia. La justificación de nuestro estudio se encuentra en el hecho de que 51 años después del accidente, hemos demostrado, la crisis se mantiene abierta produciendo que cada determinado tiempo se focalice el nombre de Palomares. Esta tesista conoció el suceso de primera mano hace ocho años al formar parte de un equipo de investigación con el que realizó un reportaje documental para Antena 3 TV y, desde entonces, nunca ha abandonado la historia. Un valor fundamental de esta Tesis Doctoral es la compilación de entrevistas a testigos directos de lo que en la localidad almeriense aconteció, muchos de ellos ya fallecidos. De igual modo, se presentan documentos que nunca antes han sido publicados y sustentan las conclusiones del estudio. Algunos de vital importancia como una galerada censurada hallada en el archivo general del diario ABC. Estamos ante un tema poco o nada investigado que supondrá un importante avance en el estudio de la comunicación y las relaciones intergubernamentales internacionales, así como en el conocimiento de la Comunicación Institucional y Política española. Uno de los ítems dentro de este trabajo de investigación ha sido analizar el baño que el ministro Fraga Iribarne y el embajador de los EEUU, Duke, se dieron en aguas de Palomares casi dos meses después del accidente. Desde varias perspectivas y estudiando la comunicación no verbal del momento descubrimos que se trata de una obra magistral de márketing político ideada por la cuarta esposa del embajador norteamericano que, a la postre, había sido directora de Relaciones Públicas de la multinacional Pepsi&Co. Esta Tesis Doctoral se planteó con un objetivo claro: analizar la estrategia comunicativa que desarrolló el gobierno franquista tras el accidente nuclear ocurrido en Palomares en enero de 1966. Cuáles fueron sus errores y cuáles sus aciertos. Así, nos marcamos unas hipótesis de partida que, finalmente, se han visto superadas con las conclusiones a las que hemos llegado desde un método científico empírico deductivo. Entre las más importantes está la ausencia de un Plan de Crisis previo por parte del gobierno franquista, que hubiera evitado muchas de las consecuencias que se han ido desarrollando a lo largo del tiempo. También el hecho de que el cambio de ley, en teoría mucho más aperturista, no trasmutó la férrea censura aplicada a los medios de comunicación. Este trabajo de investigación demuestra, además, que se mintió tanto a los vecinos de Palomares como al resto de los españoles al negarles la existencia de contaminación en la zona, ya que el plutonio que se derramó, procedente de dos de las bombas, nunca fue retirado al 100% por los norteamericanos. Existen importantes interrogantes en relación a algunos aspectos del suceso que a día de hoy siguen sin resolver de los que dejamos constancia y que compilamos en este trabajo. Trascendentales dudas sobre la salubridad de la zona, el número de bidones llenos de tierra contaminada trasladados a los EEUU, qué se enterró en las zanjas encontradas recientemente a las afueras de la localidad… preguntas sin respuesta que después de 51 años convierten al accidente nuclear de Palomares en una interesantísima crisis nunca cerrada protagonista de esta Tesis Doctoral. Un hito sin un final escrito que ha marcado la historia de España.