Arquetipo del antihéroe y su representación en el relato cinematográfico en películas de la década del 90 con taquillas superiores a 100 millones de dólares.

  1. Gómez Valdez, Luis Iván
Dirigida por:
  1. Virginia Guarinos Galán Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Sevilla

Fecha de defensa: 23 de abril de 2018

Tribunal:
  1. José Luis Sánchez Noriega Presidente
  2. Inmaculada Gordillo Álvarez Secretario/a
  3. María Jesús Ruiz Muñoz Vocal
  4. Josefina Sánchez Martínez Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 536634 DIALNET lock_openIdus editor

Resumen

El concepto de antihéroe, a lo largo de la historia, ha presentado una dificultad al momento de su delimitación e identificación. Teóricos y autores han elaborado diferentes conceptos sin que se haya llegado a un consenso sobre sus características y diferenciación clara con otro tipo de personajes. En general, los preceptos morales negativos han primado al momento de estructurar una definición, llegando a afirmarse inclusive su condición de villano. Gran parte de esta problemática se debe a que, en su mayoría, los estudios que se han hecho se han centrado en su accionar y no en su psicología. La presente tesis se erige desde un enfoque psicológico narrativo para, al momento de analizarlo, construir un concepto de antihéroe que aúne varias características que se alejen de la perspectiva moral del receptor de sus historias. Así, partiendo de la idea de que el antihéroe es un protagonista completamente opuesto al héroe pero desde tres aspectos narrativos clave como el mundo ordinario, el conflicto y el temperamento, se ha demarcado y constituido su concepto para identificar su estructura fundamental y arquetípica dentro del relato cinematográfico. Para dicho proceso se ha hecho un estudio extenso sobre los orígenes del antihéroe y su concepción como protagonista a lo largo de la narrativa. Es así que, en primera instancia, encontramos a personajes protagónicos, tanto en la picaresca española, como en El Quijote y las tragedias de Shakespeare, que se han erigido como formas que representan al hombre común y corriente, dentro de su tiempo, con conflictos internos y situaciones cotidianas. Esto dio como resultado que los receptores de sus historias tiendan a sentirse más identificados con ellos que con personajes heroicos, dada la cercanía y semejanza de su realidad con la del receptor. Al llegar a la segunda mitad del siglo XIX, la figura del antihéroe se presentó con más potencia en la literatura europea, sobre todo en la rusa. Dostoievski, escritor que centra toda su obra en protagonistas antiheroicos, enfocó los conflictos de sus personajes en su psicología lo que permitió vislumbrar lo que el hombre moderno tiene en mente y, por tanto, su psicología a la hora de actuar: lo bueno y lo malo se convirtió en una cuestión de mera imposición. El mundo ordinario, al cual el protagonista se encontraba supeditado, no representaba un lugar con el que se pueda sentir cómodo y, en consecuencia, tratará de evadirlo. Su propia moral tomará un papel preponderante en esta búsqueda, dejando de lado la concepción moral de su entorno social. Kafka retrata a un hombre sin pasado, pero que tampoco posee un futuro; un personaje que ha perdido su condición de individuo y ha sido consumido por el sistema —la ley en la mayoría de casos—. Este se ha convertido en su laberinto sin salida. Joseph K representa el bagaje existencial, al cual Kierkegaard resume en la angustia y la desesperación. De esta manera, la configuración de este arquetipo toma forma desde el aspecto interno, la proyección del yo y sus miedos. Así, el antihéroe llega a ser la efigie de lo que el mundo moderno ha hecho del sujeto: un ente sin individualidad y con una incapacidad de acceder a la libertad, perseguido por una culpa que no tiene una razón aparente. Así, después de elaborar este estudio, se llegó a las siguientes conclusiones: primera, en efecto, el antihéroe se contrapone al héroe en cuatro aspectos fundamentales que son el conflicto, mentor, mundo ordinario y temperamento; segundo, el conflicto interno del antihéroes se define como la lucha en contra de su propia naturaleza o verdadero yo; tercera, el mentor del antihéroe dentro de su viaje se percibe como un ente que debe ser desechado de forma abrupta por el protagonista, ya sea eliminándolo o ignorándolo; cuarta, en lo concerniente a los temperamentos, podemos también dar cuenta que los melancólicos y flemáticos, tal y como los describimos, se ajustan perfectamente a la imagen antiheroica por su condición de introspección; por último, hemos podido constatar que el mundo ordinario y la estructuración del antihéroe como personaje están intrínsecamente ligados. El antihéroe, en efecto, parte de un sentimiento de hastío hacia su mundo ordinario y es este mismo sentimiento el que hace que reniegue de él y quiera escapar o huir de cualquier manera.