Imagen y representación de la república popular china en la España de 1960-1970. Del orientalismo al maoísmo

  1. Sánchez Fraile, Sergio
Dirigida por:
  1. Manel Ollé Rodríguez Director/a

Universidad de defensa: Universitat Pompeu Fabra

Fecha de defensa: 04 de diciembre de 2017

Tribunal:
  1. Florentino Rodao García Presidente
  2. Joaquín Beltrán Antolín Secretario/a
  3. Josep Pich Mitjana Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 521515 DIALNET lock_openTDX editor

Resumen

Este estudio tiene como objetivo principal analizar cuáles son los elementos que conforman la imagen de China en España durante las décadas de 1960 y 1970, y como esta se representa en las fuentes primarias. A partir del análisis de diversa documentación publicada y producida en la época se han podido establecer determinados parámetros que estructuren la percepción que existía en la sociedad española acerca de la República Popular China. El creciente protagonismo que ha adquirido China en las últimas décadas ha producido cierto interés por parte no solo de gobiernos y empresas sino también de la sociedad en general y de la intelectualidad y la academia. China es hoy el centro de muchas miradas, sin embargo, las percepciones e imágenes que se han construido en torno a ella no son nuevas, y arrastran un conjunto de estereotipos que se vienen reproduciendo desde los primeros contactos entre la Corona hispánica y el Imperio chino. Esta imagen no sólo nos habla de China sino también y sobre todo del sujeto observador, en este caso la sociedad española. De qué manera se produce y se desarrolla este proceso entre 1960 y 1979 es la meta perseguida en esta tesis doctoral. Para ello, se ha precisado de una base teórica centrada en la percepción de la imagen de China por parte de las sociedades euro-americanas entre las que destacan desde las incipientes teorías de Robert S. Dawson sobre la perspectiva eurocéntrica respecto a China, pasando por el orientalismo de Edward Said, el autoorientalismo de Arif Dirlik, así como algunas de las propuestas del profesor David Vukovich sobre la producción occidental sobre China, además, también de valernos de los postulados sobre verdad y poder que formula Michael Foucault. La tesis se estructura a partir de tres canales por los que circula la imagen de China: 1) transmisión, 2) recepción y difusión, y 3) asimilación y manifestación, analizándolos a partir de diferentes estudios de casos: En primer lugar la transmisión de la imagen a través de la literatura de viajes tras el contacto directo con China, en segundo lugar, la recepción del imaginario y su difusión a partir de la prensa y otras publicaciones, y por último, la asimilación y su manifestación a través de los partidos maoístas En los diferentes estudios han sido utilizadas fuentes primarias para el análisis de esta problemática. Libros de viajes a China escritos y publicados por autores españoles, más de 22.000 páginas del diario ABC y la Revista Triunfo, para el examen de la prensa y las publicaciones periódicas, así como documentos externo e internos de partidos maoístas recogidos en el CRAI Biblioteca del Pabellón de la República. También, aunque de manera más tímida, se llevó a cabo la revisión de la publicación Beijing Zhoubao (Běijīng zhōubào, 北京周报) o Pekín Informa en el Archivo y biblioteca del Campus de Xiang’an de la Universidad de Xiamen (厦门大学翔安校区图书馆, Xiàmén dàxué xiáng ān xiàoqū túshū guǎn) De esta manera, la imagen de China se presenta durante las décadas de 1960 y 1970 como un resultado de tanto de los estereotipos tradicionales exotizantes como de las nuevas coyunturas históricas inmersas en las dinámicas de Guerra Fría. La transformación de China en una República Popular en 1949 dramatiza un cambio de imagen, pero no una transformación radical de la percepción. Los estereotipos tradicionales, como el de una sociedad misteriosa de dirigentes maquiavélicos y costumbres sibilinas se mantienen añadiendo además otros propios de los países socialistas. A pesar de ello, las exigencias de la política internacional acaban convirtiendo a China a partir de 1973 en un país más atractivo, y el establecimiento de relaciones diplomáticas en ese año condiciona una imagen que si bien es más amigable, no consigue que se abandonen en ningún caso los prejuicios tradicionales de exotismo.