El mito de la creación en "La leyenda del santo bebedor", de Joseph Rothcontrapoética de redención en el umbral de la Segunda Guerra Mundial

  1. Ares Yáñez, Berta
Dirigida por:
  1. Amador Vega Esquerra Director/a

Universidad de defensa: Universitat Pompeu Fabra

Fecha de defensa: 24 de enero de 2020

Tribunal:
  1. Julio Trebolle Barrera Presidente
  2. Joan-Carles Mèlich Sangrà Secretario/a
  3. Maria del Mar Rosàs Tosas Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 614393 DIALNET

Resumen

El presente trabajo explora la dimensión mística y existencial de La leyenda del santo bebedor (Die Legende vom heiligen Trinker, 1939), obra que Joseph Roth escribió pocas semanas antes de morir alcoholizado, en el umbral de la Segunda Guerra Mundial. La obra se enmarca en un doble ámbito de reflexión, literario y teológico. El poeta recurre a diversos géneros narrativos para trazar un relato que dialoga con la tradición veterotestamentaria. Asimismo, emplea los recursos de la ironía y del reconocimiento o anagnórisis para dar forma a una «contrapoética» de redención, que deja en evidencia el autoengaño en el camino hacia la trascendencia. En esta alegoría del mal, la figura de Santa Teresa de Lisieux encarna la fe cándida de la cual la humanidad ha sido expulsada, mientras que el contenido simbólico remite al mito de la Creación, en el que éxodo y destierro aluden a un estado de conciencia desdichada, a la ausencia de Dios y a la entrada del mal que destruye la armonía en el mundo. Nuestra tesis central sostiene que cuando se realiza una lectura que toma en consideración la «Redención» en un sentido religioso, observamos que el texto se inscribe en una doctrina propia de la mística judía: remite a la Creación, al Génesis. Para demostrarlo, analizamos el uso de imágenes y símbolos empleados por el poeta, en los que puede apreciarse la huella del mito que a lo largo de siglos ha permitido a una parte de la humanidad pensar el mal y dar sentido a la experiencia del exilio: la caída. Asimismo, encontramos en esta obra un fuerte sentido nihilista, una experiencia religiosa desde la negatividad y orfandad de mundo, que el poeta relaciona con la náusea y el vacío existencial. La poética del texto busca superar ese vacío, busca la trascendencia que, sin embargo, niega mediante una poética de desublimación o «contrapoética». Todo ello dota de una belleza extraña el texto en el que subyace un páthos de consuelo ante el sufrimiento y prepara para la muerte. Partimos de las siguientes hipótesis: 1)Reconocemos el mito del mal por seducción, el mito de la caída y el símbolo del éxodo, a través de los cuales la tradición busca dar respuestas a situaciones límite, es decir, aquellas que se viven como inevitables, con un sentimiento de desgarramiento de uno mismo: culpa, muerte, libertad. 2) La simbólica utilizada para transparentar un estado de conciencia desdichada, procede del Génesis y la desarrolló ampliamente la mística luriana. 3) Como el Job bíblico, el protagonista del relato no encarna al israelita ni al judío, sino al extranjero oriental y responde al tópico literario de la caída en desgracia. 4) El texto expresa un vacío, un desgarramiento existencial, un desarraigo del mundo: en él hallamos un sentido nihilista. 5) Contiene la experiencia de la temporalidad y de la finitud, en el doble sentido de culpa y muerte. 6) Existe un vínculo íntimo entre el poeta y su obra, expresado en la plegaria final que cierra el texto, que la dota de un carácter confesional y religioso. Por otro lado, encontramos en esta obra una perspectiva irónica en la que persiste la determinación de la subjetividad como forma de estar en el mundo, a cuyo refugio se cobija el poeta para eludir una realidad que sin embargo «es». Y esta realidad es la época histórica en la cual se escribe la obra (1939) e inscribe la parábola (1934). Un contexto histórico de violencia política, propiciado por las devastadoras secuelas de la Primera Guerra Mundial, pero que sólo puede comprenderse, como analiza Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo, a partir de la «radical novedad histórica» de las dos fuerzas totalitarias de dominación que son el nazismo y el estalinismo, en cuyo trasfondo aparece una creciente destrucción del espacio político, de la alienación del individuo y de la alienación del mundo mismo. Por las cartas que dirigió a sus amigos y los artículos que publicó durante el exilio, sabemos que Roth escribió esta obra en un estado de miedo y angustia existencial extremos, en pleno proceso de autodestrucción personal. Por otro lado, ponemos en duda la, demasiadas veces, atribuida y nunca documentada conversión al catolicismo del poeta.