Definição do "eu" nos romances Alegria Breve, Para Sempre, Até ao fim e Cartas a Sandra de Vergílio Ferreira

  1. Coimbra Martos, Ana Catarina
Dirigida por:
  1. Tomás Albaladejo Director/a
  2. Filipa Maria Valido-Viegas de Paula Soares Director/a

Universidad de defensa: Universidad Autónoma de Madrid

Fecha de defensa: 18 de enero de 2016

Tribunal:
  1. Perfecto Cuadrado Fernández Presidente/a
  2. Juan Carlos Gómez Alonso Secretario/a
  3. Javier Rodríguez Pequeño Vocal
  4. Barbara Fraticelli Vocal
  5. Fátima Freitas Mora Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

La novela de Vergilio Ferreira refleja las preocupaciones del siglo XX: el ser. Intenta encontrar el significado de su existencia. Todo se cuestiona. Hay una interrogación constante del protagonista. Es un narrar recuerdos y un hacer de reflexiones, en el pensamiento del protagonista, sobre a su propia vida. El ser humano se relaciona con los demás y es en esta relación “yo/tu” que el “yo” puede definirse en un diálogo donde el protagonista se coloca en relación “yo/yo”, al que el lector tiene acceso, pudiendo penetrar profundamente en la conciencia del personaje principal. Hay un intento permanente de comprensión de “yo” del protagonista que puede llevar también al yo lector a comprenderse a sí mismo. Hay la misma búsqueda, la misma interrogación sobre quién es su ser, que se va evidenciando cada vez más de forma existencial y lírica a lo largo de la obra vergiliana. La obra trata el tema de la vida. Hay la esperanza de una vida después de la muerte, que se alarga en un diálogo del “yo” consigo mismo. El protagonista procura dar sentido a la vida, pero no hay razones que lo justifiquen todo, solamente puede aceptar la vida sin motivos, tener fe. Percibirse como parte de un todo. Tendrá que confiar en su sentir, porque la vida es un milagro. Divido entre el sentir y el racionalizar, al no encontrar razones para el milagro de la vida, nunca se admitirá creyente abiertamente, pues eso sería una insensatez. La experiencia de la muerte será algo que el protagonista intentará solucionar durante toda la obra. Siempre le será difícil aceptar la muerte de aquellas personas con quien mantiene una relación más cercana. Su sufrimiento ante la pérdida física de un ser querido, le hace aislarse y, en soledad, piensa, medita, recuerda a ese ser que partió. Va solucionando su luto con una memoria que gasta, un pensar que se cansa, un inventar de ese ser que partió para revivirlo en su mente, de nuevo, dando paso a un sentir inexplicable. La existencia, la vida, finita o infinita, visible o invisible será un enigma hasta el final, hasta la muerte, permaneciendo para sempre la eterna interrogación: “¿Quién soy?”. La escritura es el recorrido de la conciencia reflejado en el papel en un anacronismo, una repetición insistente, una confusión enunciativa que se relata en ese enmarañado de (ir)realidad. El “yo” de la novela no se conforma con la nada después de la muerte, llevándonos por eso a creer en una existencia llena de fe y esperanza. La nada, el fin, el hombre en su condición finita, la nada después de la muerte no se adecuan a la realidad de la vida, pero la muerte se convierte en su sombra constante, es la única certeza que hay. La fascinación por el misterio de la vida, la búsqueda de la verdad, lleva al hombre a integrar la muerte en su reflexión sobre la vida. Aunque inicialmente el lector, de un modo inmediato, crea que se trata de una novela centrada en la problemática de la muerte, la novela vergiliana es una propuesta de vida, de eternidad. Para el protagonista, el alma no muere. Los muertos duermen y hablan. El alma alarga la vida. Surgen situaciones en que el protagonista siente una fuerza inexplicable: lo divino. Solamente cada hombre, a su manera, lo podrá sentir dentro de sí. Por este motivo, sus novelas están repletas de preguntas sin respuestas, porque está en cada hombre buscar en él la verdad. La información que se muestra al lector es subjetiva y es en esta subjetividad que va conociendo el protagonista, que se desnuda en el reordenar de todos los fragmentos por él vividos. Estos fragmentos juntos y reorganizados llevan a una posible definición del “yo” de un protagonista que piensa, pero no encaminan el lector a un clímax o para el desenlace de una acción. Permiten una reflexión profunda a través de un diálogo íntimo con la novela, que dependerá de las experiencias que puedan surgir en el íntimo de cada lector. Consciente o inconscientemente, se hace una comparación entre el “yo” protagonista y el “yo” lector, un cruce de mundos, de la ficción y la realidad en la búsqueda de la verdad del ser. El lector se interroga sobre el tema de la obra – la vida – en la búsqueda de respuestas que tranquilicen su incomprensión de la novela. No encuentra una respuesta. Una respuesta única. Una respuesta correcta. En consecuencia, la novela permitirá innumerables posibilidades de interpretación. La novela se construye con el autor, el texto y el lector. El autor propone una fe renovada. Hay una fe sentida y no mecanizada. Para el protagonista vergiliano, hay una vida posnacimiento y premuerte, hay un transcurrir de la existencia, pudiendo haber aún vida antes del nacer y después del morirse. Por esa razón, hay un personaje muerto que interactúa con la vida y se mezcla en el mundo de los mortales. En Alegria Breve, una iglesia sin techo para poder abrirse al universo divino, con una fe directa al Cielo. Para Sempre es una propuesta de vida. En Até ao Fim, toda la novela será ocupada por un diálogo del protagonista con un muerto. La muerte se vuelve el momento presente de la acción de las novelas. El protagonista vergiliano es creyente aun cuando se afirme ateo, solo deja de lado la religión, se despoja de las creencias religiosas, pero sigue creyendo. El silencio le va a permitir escuchar su interior, la voz silenciosa de su alma. Ese es un marco importante de la novela y de la obra de Vergilio Ferreira. En esta incomunicabilidad, se le vuelve exhaustiva la incapacidad de la relación con los demás, difícil la palabra, difícil la explicación, enigmático en eso que intenta comprender y que nunca entenderá. Vive en el deseo de integración en el seno familiar, pero no lo consigue nunca. La dificultad en relacionarse con sus padres se repetirá con la esposa y el hijo, quedándose pues aislado del mundo en que vive. En la obra vergiliana la vida es una ruta donde el protagonista camina solo. Es reflexivo y callado, perdido en el tiempo de su pensamiento. Triste y desgraciado, vive en búsqueda de quién es en verdad su "yo". En su búsqueda, es muy importante la relación con lo femenino. Trata de encontrar en la mujer una comunión, una unión de su “yo” con otro “yo”, que rompa esta profunda soledad que siente. En una comunicación de palabra insuficiente, es a través del sentir que intenta lograr esta unión, ganando el acto amoroso una relevancia especial en la revelación de la clase de relación que tiene con cada mujer. Una entrega que va más allá del acto sexual y no puede explicar. Siente una fuerza trascendente que les integra en el cosmos y que comunica en silencio mucho más que cualquier palabra. La vida existe en la unión que el protagonista tiene con los demás. Los otros le permiten construir su imagen. Según van muriendo sus allegados, según va perdiendo esos lazos, se le abre un espacio donde el protagonista podrá renacer. Desaparece lo que relaciona el protagonista a aquellos otros que van dejando de existir, que van muriendo para dar paso a un nuevo ser que se va reconstruyendo. No es en el otro que se encuentra la luz que aclara el ser, sino en el "yo" interior. Es en el alma donde podrá encontrar la respuesta a su cuestionamiento. Con la muerte de los que con él se relacionan, ya no hay relación con los demás, sino con él mismo, en su relación "yo/yo", con su conciencia, su alma, sin nadie más que él. Empezar de nuevo, siendo quien realmente es, vivir la vida que aparece diferente frente a él. Y con ello, la esperanza, la paz de un principio. Desea liberarse del pasado para llegar a una pacificación y una plenitud que anhela. El dolor de la partida de seres queridos se apacigua solo después de mucho tiempo, después de un torbellino de recuerdos, que se reviven y si quieren gastar. Surgen recuerdos, incluso cuando no lo desea, y revive las emociones en un proceso catártico. Todo se presentifica en un tiempo eterno. En Cartas a Sandra, el duelo ya no es la conmoción de un solo momento, y se extiende a lo largo de las estaciones en varias ocasiones. El dolor se calma con la fe en aquellos que mueren, creyendo que no nos dejan completamente y sintiendo su presencia. Diviniza los que han sido mortales y que, al despojarse del cuerpo, permanecen eternos. Cree en el milagro de la vida, el misterio de la fe a través del amor que vence a la muerte, la voz inaudible, pero sentida, un espacio visible abierto al invisible, infinito, eterno y divino. Esta permanente interrogación que no cesa y para la cual trata de encontrar significado, recordando y volviendo a recordar y reviviendo el pasado, es solo una consecuencia de la fe que siente y un síntoma de su necesidad de creer que nada es por casualidad. Siempre reflexiona sobre el camino que le trajo al punto donde se encuentra, pasando por las muertes de sus seres más queridos que le han ido dejando cada vez más solo, pero con los cuales siente una relación fuerte e inexplicable desde siempre y para siempre. Es a través de la reflexión de su existencia que el protagonista intenta llegar a su esencia, su verdad, a su orden, que será solo suya, personal. Sus conclusiones no las transmitirá nunca. Tendrá que ser cada lector que haga sus propias conjeturas y concluya para sí mismo. Sin embargo, la repetición de situaciones que vive el protagonista vergiliano de una obra a otra es un buen indicador de la esencia del personaje. En realidad, la riqueza de la obra está en el recorrido que el lector tendrá que hacer por su propia vida para sacar sus propias conclusiones, que serán el producto de su existencia y que le llevarán a su esencia. El protagonista sabe que no es dueño de la verdad absoluta y deja al lector que juzgue los hechos siempre impregnados de su emoción, permitiéndole una opinión libre. De esta manera, tenemos un protagonista que no sabe nunca muy bien por qué suceden las cosas, o que simplemente se reserva su opinión. Permite al lector que considere los hechos, una lectura individual y una interpretación amplia. No quiere juzgar nada de lo sucedido, porque sabe que no es poseedor de la verdad absoluta. El protagonista mostrará la ausencia de padre y madre; una dificultad en la relación paternal como un reflejo de la ausencia de ejemplo de padre que no ha tenido; una distancia con sus hermanos cuando los tiene; una sensación de estar solo por más gente que haya; una gran dificultad con lo femenino que siempre parece inalcanzable y que intenta poseer y volverlo suyo en el acto sexual; una falta de un confidente; una dificultad para hablar quedándose siempre en el pensamiento. La dificultad para relacionarse desde la infancia se extiende a lo largo de la vida del protagonista, e incluso si tiene una relación romántica, se siente solo y triste. Siempre reflexiona sobre el recorrido que le llevó al punto donde se encuentra, pasando por la muerte de sus seres queridos que le deja aún más solo, pero con quienes siente una conexión fuerte e inexplicable, desde siempre y para siempre.