El discurso dialógico en el castellano del siglo XVIlas traducciones de los Coloquios de Erasmo
- Rey Quesada, Santiago del
- Rafael Cano Aguilar Director/a
Universidad de defensa: Universidad de Sevilla
Año de defensa: 2012
- Antonio Narbona Jiménez Presidente/a
- Ana Vian Herrero Secretaria
- Daniel Jacob Vocal
- Silvia Iglesias Recuero Vocal
- Juan Gil Fernández Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
Hace cuatro años, cuando emprendí el inicio de mi carrera investigadora, entre los muy diversos temas a los que podría haber dedicado el proyecto de tesis doctoral, mi director y yo convinimos en que se hacía necesario abordar el estudio lingüístico de los diálogos literarios del Renacimiento, con el fin de calibrar su peso efectivo en la conformación del discurso dialógico en el castellano del siglo XVI. A principios de 2009 empecé a interesarme por los Colloquia erasmianos. Descubrí que las traducciones de estos en la Castilla de entre 1525 y 1535 fueron numerosas, del mismo modo que importante fue su difusión social. Las similitudes formales entre estas traducciones y otros diálogos del Renacimiento me llevaron a pensar qué características de la tradición discursiva se debían propiamente al modelo. Sin embargo, la bibliografía a este respecto era escasa. Efectivamente, la influencia de Erasmo de Rotterdam en la esfera del pensamiento moderno ha hecho que el número de los estudios dedicados a su concepción sobre la lengua y al peso que esta tuvo en el desarrollo de las literaturas europeas sea considerablemente menor. Ante este vacío se rebeló uno de los autores que más tiempo ha prestado a la cuestión lingüística de Erasmo, Jacques Chomarat (1981: 24), quien señaló que estudiar al Erasmo gramático y retórico no es una tarea en absoluto secundaria o subordinada a la investigación en torno al pensamiento filosófico del sabio holandés. La estela del erasmismo en España en lo que a la teoría de la lengua se refiere es fundamental para comprender gran parte de la historia de nuestro idioma y de nuestra literatura. A pesar de esto, como digo, son pocos los estudios dedicados a cómo el latín de Erasmo influyó en determinados tipos textuales en el castellano del Siglo de Oro, o, más generalmente, a cómo el latín denominado renacentista pudo producir soluciones lingüísticas particulares en tipos de discursos propios de la distancia comunicativa. En el caso de los Coloquios de Erasmo, además, habría que considerar qué tipo de influencia ejerce el discurso dialógico latino sobre el castellano, y si dicha influencia puede tener repercusiones importantes en lo que Koch y Oesterreicher (1990 [2007]) denominan el ámbito de la inmediatez comunicativa en determinados grupos sociales, considerando, igualmente, hasta qué punto las técnicas dialógicas en lo escrito se basan en elementos característicos de esa inmediatez. Me refiero aquí a una cuestión que ha preocupado a numerosos lingüistas desde hace décadas y de la que aún queda mucho que esclarecer. Se trata del problema de lo oral en lo escrito, al que se alude en numerosas ocasiones en el presente trabajo. En lo que respecta concretamente al castellano clásico, el peso de la tradición literaria erasmiana debió contribuir al planteamiento de ese problema en los escritores insertos en dicha tradición. Sobre las traducciones castellanas de los Coloquios de Erasmo es poco lo que se ha escrito, y menos aún lo que ha sido editado. La tesis doctoral de Paul J. Donnelly (1979) es el antecedente más cercano al trabajo que aquí emprendo, pero su interés reside esencialmente en destacar la importancia literaria de las traducciones, sin ahondar en cuestiones propiamente lingüísticas. En el estudio discursivo que presento sobre estas traducciones, es fundamental la comparación entre las diferentes versiones que proceden de un mismo texto fuente. La manera en que interacciona cada traductor con el original latino ofrece interesantes apreciaciones acerca de la posible interferencia del latín en la sintaxis de los intérpretes y de cómo escritores contemporáneos conciben la forma en que un tipo de discurso concreto debe trasvasarse al castellano. El objetivo primordial de este trabajo es, pues, de naturaleza lingüística, a pesar de que sea necesario detenerse también en factores históricos como el arraigo del erasmismo en la España del XVI, corriente que no dejó de influir en la idea de la lengua y en el propio estilo de los escritores. En este sentido, la presente tesis pretende ser una contribución que venga a engrosar los estudios dedicados a la lengua castellana del siglo XVI, concretamente a la consideración de los elementos constitutivos de un tipo específico de discurso, el dialógico, que posee unas características textuales bien delimitables, también en su relación con el problema de lo oral-escrito en la literatura, de las que se sirven los traductores de los Coloquios para adaptar el latín de Erasmo a la naturaleza discursiva propia del diálogo, género que empieza a despuntar con gran fuerza en el siglo XVI. Pretendo, en fin, ofrecer un panorama más amplio sobre las diferencias que se observan en la técnica de planificación discursiva presentes en las distintas traducciones siempre en referencia al original latino. Esta tesis se compone de dos volúmenes: el primero dedicado al estudio del corpus y el segundo a la edición sinóptica basada en él. Los capítulos 1, 2, 4, 5 y 6 contienen, cada uno, a manera de presentación al inicio, un resumen y un índice donde se relacionan los diversos apartados y subapartados. A ellos se alude en diferentes partes mediante el signo �§�. Para evitar ulteriores divisiones dentro de los subapartados, destaco a veces en negrita la consideración de algún nuevo aspecto en el análisis. A partir del capítulo 4 comienza la relación de ejemplos extraídos del corpus. Cada uno de ellos se identifica con la fuente de donde han sido tomados. Para su referencia he acudido a la numeración que de los testimonios impresos entre 1528 y 1529 establece Bataillon (1966 [2007]: LII-LIII) (cf. introducción a tomo II). Así, cada ejemplo se cierra con una señal demarcativa del siguiente modo: �En. nunca los vi mejores [Bat. 479, lín. 17, f. XXIXr]. �Bat. 479� quiere decir que el ejemplo proviene del documento que Bataillon identificó con esa numeración; �lín.� indica la línea o las líneas del ejemplo en cuestión, y �f.� el folio (�r� = recto, �v� = vuelto). Son tres los Colloquia erasmianos que se estudian en la tesis: el Uxor mempsigamos �la mujer que se queja del matrimonio�, el Senile �coloquio de viejos� y el Pietas puerilis �piedad infantil�. De estos tres coloquios, se comparan ocho traducciones diferentes: cuatro del Uxor mempsigamos, dos del Senile y dos del Pietas puerilis. Mientras que �[Bat. 474]� siempre se refiere a la versión de Morejón del Uxor mempsigamos y �[Luj]� a la de Luján, �[Bat. 479]� puede referirse a) a la traducción del Uxor mempsigamos debida al corrector anónimo de Morejón, b) a una de las traducciones anónimas del Senile y c) a la traducción anónima del Pietas puerilis, pues todas ellas se hallan en el mismo documento impreso. Por su parte, el testimonio de [Bat. 478] integra a) la traducción de Virués del Uxor mempsigamos, b) la traducción del mismo autor del Pietas puerilis y c) la otra traducción anónima del Senile (cf. introducción al tomo II). Pese a esta coincidencia en la identificación de las traducciones, no cabe la posibilidad de que el lector ignore a qué coloquio se refiere un determinado ejemplo, pues todos ellos comienzan con el segmento original del que derivan las versiones y en el que se indica cuál es el coloquio del que se toma el ejemplo, de acuerdo con las abreviaturas Um = Uxor mempsigamos, Sen = Senile o Pp = Pietas puerilis, junto con la línea y la página del que se extrae el fragmento según la edición crítica de Halkin, Bierlaire y Hoven (eds.) (1972), como en el siguiente ejemplo: He. Nunquam vidi meliores [Sen, lín. 451, p. 388]. Los nombres de los diferentes interlocutores en los coloquios se compendian al principio de cada uno en la edición sinóptica (tomo II). En los ejemplos los identifico con la inicial del nombre en negrita (E = Eulalia, en el Uxor mempsigamos) o la inicial y la segunda letra cuando dos personajes comparten la primera (Pa = Pámpiro, en el Senile). La puntuación tras la inicial o las dos letras que se refieren al personaje-locutor es importante: cuando aparece un punto en negrita �.� significa que lo que sigue no es inicio de turno conversacional, sino que introduzco el ejemplo una vez comenzada la intervención del personaje; cuando se encuentran dos puntos �:�, lo que sigue sí es, por el contrario, el inicio de turno del personaje. El principio de cada traducción castellana va indicado por un guion largo. Todas estas convenciones en la presentación de los ejemplos se aprecian en el siguiente: G. Non potest autem suauiter, nisi qui bene. Pa: At ego senescerem taedio, si tot annos degerem in eadem vrbe, etiamsi Romae contingat viuere [Sen, lín. 161-163, p. 380]. �G. y no puede biuir suauementesino el que biue bien. Pa: Ami el astio me enuejeceria si biuiesse tantos años en vna cibdadavn quefuesseroma [Bat. 479, lín. 8-11, f. XXIIr]. �G. y enla verdad ninguno puede biuir a su plazer sino el que biue bien. Pa: Quanto que yo por mi fe que me emuejeciesse de hastio/ si tantos años como tu biuiesse en vna mesma cibdad puesto caso que biuiesse en Roma [Bat. 478, lín. 4-8, f. x6v]. También en los ejemplos del capítulo 5, donde introduzco algunas búsquedas realizadas en el [CORDE], sigo la convención de los dos puntos y el punto con negrita tras el nombre del personaje, en caso de que se trate de una obra dialogada, para indicar inicio de turno conversacional o no, respectivamente, al igual que ocurre con los ejemplos tomados del Diálogo de Mercurio y Carón [DMyC] y del Diálogo de las cosas acaecidas en Roma [DCAR], que aduzco en más de una ocasión, por tratarse de dos diálogos a los que he prestado especial atención y que aportan valiosos datos en términos comparativos. En estos, las iniciales de los nombres se corresponden con los personajes: L = Latancio, A= Arcidiano, M = Mercurio, C= Carón, Á = Ánima. En la mayoría de los ejemplos hay alguna palabra o segmento destacado en negrita para corroborar las diferentes partes del análisis en cada caso. A veces aparece también algún elemento subrayado, cuando me interesa resaltar la copresencia de unidades distintas. La numeración de los ejemplos es consecutiva y se inicia en 1 en cada capítulo. A ellos me refiero con el número encerrado en un paréntesis �por ejemplo, (546)�. Los ejemplos a pie de página se relacionan de acuerdo con el orden de las letras del abecedario �por ejemplo, (f)�, al igual que los del [DMyC] y el [DCAR] no extraídos del [CORDE], aunque con comilla superpuesta �(d�)�. A veces repito a pie de página un ejemplo aducido previamente en el estudio para evitar al lector la incomodidad de volver sobre páginas ya leídas. Pido disculpas de antemano por las erratas y los posibles errores de redacción y contenido de los que, por supuesto, solo yo soy responsable.