Intervención social en salud mental y psiquiatría en chileuna aproximación desde las interfases de la gubernamentalidad

  1. Carrasco Madariaga, Jimena Soledad
Dirigida por:
  1. Joan Pujol Tarrés Director/a

Universidad de defensa: Universitat Autònoma de Barcelona

Fecha de defensa: 28 de febrero de 2011

Tribunal:
  1. Ángel Juan Gordo López Presidente
  2. Marisela Montenegro Martínez Secretario/a
  3. Isabel Rivero García Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 310579 DIALNET

Resumen

Esta tesis parte de la hipótesis que las nuevas prácticas en Salud Mental y Psiquiatría en Chile son estrategias de Gobierno que están transformando las tecnologías terapéuticas y de control. Nuestros objetivos de investigación se relacionaron con comprender cómo están operando estas transformaciones y cuáles son sus efectos de gubernamentalidad (Foucault, 1988) desde el lugar del interventor, entendiendo que éste constituye una interface (Long y Villareal, 1993) en las relaciones de poder. Para dar cuenta de las prácticas de intervención que nos interesan, se dota de contenido aquello a lo que nos referimos con Salud Mental y Psiquiatría Comunitaria en Chile desde una mirada crítica que da cuenta de los procesos sociales e históricos que han configurado sus categorías. Desde los planteamientos de Foucault se realiza una revisión de la historia de instituciones y tratamientos destinados a abordar en diferentes épocas los temas que hoy asume la llamada Salud Mental y Psiquiatría Comunitaria en Chile. Se entiende que las formas de abordaje de ciertos sujetos producen diferentes objetos durables por inscripciones institucionales, tales como nuevas clasificaciones diagnósticas, nuevos instrumentos de evaluación, nuevas formas de organización de las entidades avocadas a la intervención. Se asume que lo que hoy denominamos Salud Mental y Psiquiatría Comunitaria es resultado de realidades en generación, recombinación y transformación dinámica que se deben delimitar de forma contingente. Además se entiende como una forma de intervención social, y se propone, para su análisis crítico, ser comprendida desde una perspectiva de gubernamentalidad. La relevancia de comprender estos procesos se relaciona con su impacto en las responsabilidades del Estado y la sociedad, las subjetividades, las identidades profesionales, los campos disciplinarios y los equipos de salud. Se propone un acercamiento etnográfico centrado en las prácticas. Tomando aportes desde los estudios sociales de la ciencia y desde perspectivas críticas, se propone un acercamiento etnográfico a un Centro de Salud Mental y Psiquiatría Comunitario en Valdivia, Chile. Se estudian los procesos de intervención poniendo el foco en el cómo se conectan las aspiraciones de gobierno con las subjetividades y las condiciones materiales en los espacios de intervención. La ética de la investigación se aleja de la correspondencia entre enunciados y realidad y se acerca a la intención política de brindar una comprensión crítica, a partir de la cual poder pensar posibilidades de transformación. En esto juega un rol central el reconocimiento de la corporeidad en el conocer, como algo con efectos políticos en la praxis de la ciencia. Como principales resultados de la investigación, vemos que en los espacios de intervención en Salud Mental y Psiquiatría en Chile están ocurriendo cambios en las formas de generación de realidad, en la configuración de las entidades encargadas de la intervención, en las identidades de los profesionales, y en los objetos de intervención y las técnicas que se utilizan para intervenir. En relación a los procesos de generación de realidades, se articulan diferentes códigos: Categorías diagnósticas, categorías psicosociales y lógicas de mercado, que configuran nuevos hechos, como planes de salud que se venden. Por otra parte, la incorporación de categorías psicosociales a las lógicas de intervención, permite procesos de normalización de las relaciones de ciertos entornos micro sociales, en especial de las relaciones que se dan al interior de las familias. En relación a las entidades encargadas de la intervención, se pasa de instituciones a una red, que resulta de las relaciones de diferentes actores que se basan en el cumplimiento de metas establecidas por las autoridades. Para el tránsito de los casos por la red son necesarios procesos de traducción de las problemáticas a categorías diagnósticas que tienen inteligibilidad a partir de una lógica disciplinar. En este sentido, la desaparición de los muros y las disposiciones espaciales de la institución psiquiátrica no garantiza la desaparición de una lógica disciplinar. Los planes de salud la mantienen porque se configuran a partir de categorías diagnósticas. En relación a las identidades de los profesionales, los interventores participamos en estos procesos de traducción y dialogamos con diferentes lógicas, sin embargo, como herencia antipsiquiátrica, podemos ser entendidos como una comunidad de pensamiento que configura los problemas a intervenir como realidades micro sociales. Nuestra identidad se crea en la tensión entre los discursos de la Psiquiatría clásica y la antipsiquiatría. La categoría lo comunitario juega un rol central, como un ideal a alcanzar y como lo que se opone a lo biomédico y a lo clínico. A partir de estos hallazgos se concluye que los profesionales encargados de llevar a cabo las intervenciones en Salud Mental y Psiquiatría Comunitaria en Chile somos portadores de las racionalidades de gobierno, que generan procesos de subjetivación y propician la intersubjetividad necesaria para los procesos de gubernamentalidad (Holmes y Gastaldo, 2002). Al mismo tiempo, somos depositarios de tecnologías y saberes que no radican en nuestras propias experiencias o criterios de verdad. Por lo tanto, nuestros conocimientos, experticias y prácticas deben ser examinados en el marco de los asuntos de gobierno, con lo cual se llega a la cuestión de la política, sus transformaciones y sus límites. Los interventores utilizamos tecnologías que replican lógicas propias de la Modernidad/Colonialidad (Quijano y Wallerstein, 1992): hacemos desaparecer el lugar de enunciación y las contradicciones entre las diferentes posiciones éticas y políticas en juego, y configuramos al Otro como algo a ser mejorado e intervenido. La ética de la intervención apunta al logro de la autonomía y la participación de los sujetos en la solución de sus problemas, por la capacidad de darse cuenta de sus entornos microsociales y la posibilidad de transformarlos. Relacionado con esto, se está produciendo un cambio en el objeto de intervención. Desde el sujeto, como la entidad a sanar, curar, mejorar, lo que se interviene se está desplazando hacia las relaciones que éste establece con su entorno. El rol político de los interventores se puede conectar con la experiencia de conocimientos que no son válidos sino hasta que logra adoptar una forma, que en ocasiones es vivida como ajena e impuesta, y que luego, sin embargo, terminamos imponiendo a las realidades que buscamos conocer. Para esto, es necesario incorporar nuevas comprensiones, que terminen con dicotomías de la realidad social y natural. También es necesario incorporar otros saberes, en especial aquellos acerca de nuestros propios sufrimientos y malestar.