El primitivo cinematógrafo de Sevilla (1896-1906) a través de los programas de mano y prensa local
- Barrientos Bueno, Mónica
- Rafael Utrera Macías Director/a
Universidad de defensa: Universidad de Sevilla
Fecha de defensa: 13 de febrero de 2004
- Emilio Carlos García Fernández Presidente
- Mar Marcos Molano Secretaria
- Alfonso Méndiz Noguero Vocal
- Santiago Javier Sánchez Vocal
- Inmaculada Gordillo Álvarez Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
El marco cronológico en el que el cine nace y se desarrolla (en él se inscribe esta investigación), está marcado por profundos cambios sociales: se producen grandes movimientos migratorios tanto intercontinentales (inmigrantes europeos llegados a Estados Unidos) como interurbanos (las grandes ciudades empiezan a crecer de forma desmesurada), aumenta la población trabajadora (por la industrialización y la incorporación de la mujer), están muy acentuadas las desigualdades y aparece una nueva clase social, la pequeña burguesía, vinculada al creciente sector de servicios. La vida nocturna adquirió mayor desarrollo gracias a la implantación del alumbrado; en este sentido, la atención se centró en los cafés-concierto y en los espectáculos de variedades. Uno de los preferidos era el circo; muestra de ello fue la construcción de edificios especiales para sus representaciones. El deporte se consolidó como fórmula ociosa, dando lugar a nuevas aficiones, entre ellas las carreras de coches o bicicletas. Las competiciones hípicas estaban en pleno auge y se impusieron nuevas modalidades deportivas como el alpinismo, el tenis, el golf o el fútbol. El concepto de ocio cambió de forma radical durante parte del siglo XIX. Ocioso era una forma de calificar a quienes podían disfrutar de él; se convirtió en la aspiración máxima de cualquier individuo por cuanto suponía prescindir del trabajo como fuente directa de ingresos. Así, el ser ocioso se traducía en una serie de actitudes y signos externos que serían transmitidos por herencia o por medio de la fortuna personal. El ocio se aparentaba más que se disfrutaba y ello se hacía patente en la sociedad española del XIX a través de varios factores: el trabajo digno no abundaba, las fortunas escaseaban y el aparentar formaba parte de la idiosincrasia española. Así, lo que existía era una estructuración bipolar de la población: la ociosa frente a la trabajadora. Las diversiones eran distintas en función del estamento al que se pertenecía. La clase alta prefería asistir al teatro lírico, al vodevil, a bailes o ir de visita, viajar, bañarse, jugar en los casinos y veranear. Por el contrario, la clase media se divertía en las tertulias y los cafés (donde charla y juega a las cartas) y los jóvenes preferían los bailes al aire libre, las paradas militares y los paseos por áreas urbanas. El pueblo disfrutaba en las verbenas, se reunía en los patios de vecinos y paseaba. El cine, nacido a finales del siglo XIX, vive en sus primeros tiempos al abrigo de los espectáculos finiseculares (teatro, zarzuela, varietés, ...) y, por ello, sufre los cambios producidos en la evolución de éstos tal como la implantación del �teatro por horas�. La aparición e implantación del cine no desorganiza el ocio, se integra en los ritmos del entretenimiento precinematográfico. Entre los espectadores que ocupan una platea de entresuelo sin entrada y aquéllos que han adquirido una localidad de paraíso, caben variadas categorías sociales en función de su capacidad económica. Ello apunta al fenómeno interclasista de la mayoría de los espectáculos españoles finiseculares. En el teatro, la división bipolar de la sociedad en función del ocio, ya señalada, se plasma en la existencia de diferentes tipos de locales y programaciones en un mismo espacio según el público. Y es que no hay que obviar el hecho de que el cine, en estos momentos, puede ser considerado como un espectáculo de clase, en donde las referencias a lo selecto o culto de la exhibición es un factor recurrente en los programas de mano. E, incluso, además de incidir en lo culto del mismo, se resalta su interés para toda la sociedad, sin importar el estrato social al que se pertenezca. El cine nació con vocación de espectáculo: para asistir había que abonar una entrada. Ya desde la primera sesión pública del cinematógrafo están presentes, a modo de germen, los factores que lo caracterizarán: está abierto a la gente, es decir, cualquiera puede ser espectador, su recepción suele ser colectiva y en poco tiempo se convierte en un negocio rentable. La limitación espacial, Sevilla, y temporal, 1896-1906, de esta investigación sobre el primitivo cinematógrafo viene determinada por la naturaleza de una de las fuentes de información empleadas: la colección de programas de mano de la Hemeroteca Municipal hispalense; el abarcar la citada década ha determinado de igual forma el estudio de la prensa, buscando el contraste y complemento de ambas fuentes documentales. Los objetivos planteados se sintetizan en: 1. Localizar, organizar e interpretar los programas de mano y las informaciones de prensa, realizando una transcripción de los textos e inventario de los documentos hemerográficos. 2. Estudiar el origen del programa de mano cinematográfico y sus relaciones con el homónimo teatral. 3. Analizar diversos elementos (público, films, locales de exhibición, precios, etc.) a partir de la múltiple información suministrada por los programas y la prensa. 4. Evaluar la información obtenida en el contexto cinematográfico español, confrontando los datos de Sevilla con los de otras ciudades. Tras la localización de los programas en la Hemeroteca, el primer paso consistió en la transcripción del texto de los mismos; producto de ello fue un corpus de ochenta y dos documentos que volcamos a una base de datos para facilitar su tratamiento. Los programas se hallaron organizados por espacios de exhibición junto a otros de funciones de teatro, circo y toros; los prospectos anunciadores han sido ordenados cronológicamente para historiar mejor su evolución. Algunos plantearon problemas de datación; la mayor parte de ellos contenían la fecha completa (día, mes y año), mientras otros señalaban únicamente día y mes; los menos carecían de indicación alguna. Estos últimos fueron clasificados sin fecha (s/f); con los que se desconocía el año se emprendió una labor de investigación. En estos casos se ha optado por escribir el dato investigado entre paréntesis. Con la prensa se procedió de forma semejante, es decir, tras conocer las fuentes existentes en la Hemeroteca contemporáneas al periodo que abarca la investigación, se procedió a la lectura de las mismas, las cuales estaban microfilmadas, y volcado de las informaciones referentes al cinematógrafo a una base de datos para facilitar su tratamiento y manipulación. De esta manera han sido leídos nueve diarios locales (El Porvenir, La Andalucía, El Progreso, Diario de Sevilla, El Baluarte, El Noticiero Sevillano, La Iberia, El Liberal y El Defensor de Sevilla), habiendo obtenido como resultado 1760 referencias. Seguidamente procedimos a la consulta de bibliografía para conocer el periodo cinematográfico desde perspectivas culturales, sociales y políticas. De forma paralela se realizó una extracción de datos de los programas y la prensa, obteniendo información de los espacios de exhibición sevillanos (nomenclatura, cambios de ubicación, empresarios, aparatos, etc.), espectáculos alternativos al cine, películas exhibidas, precios por local, etc. Contextualizando este trabajo, se incluye un primer capítulo sobre la situación histórico social de Sevilla en la década citada. El público, destinatario de los programas, lector de periódicos y espectador de exhibiciones cinematográficas, adquiere gran relevancia pero son pocos los estudios sobre los espectadores de este periodo; por ello en gran medida hemos recurrido a fuentes de carácter más general. El programa de mano como objeto ha centrado uno de los capítulos; se ha establecido la diferencia con otros recursos publicitarios de carácter impreso, una sucinta historia, el análisis de su estructura, contenido y estética, además de reproducciones fotográficas de los más significativos. En relación a los espacios de exhibición se establece una tipología de locales (teatros, cafés, salones y pabellones), posteriormente son analizados los publicitados en los programas de mano y los aparecidos en la prensa, destacando aspectos como su denominación, estructura de las sesiones, aparatos cinematográficos, films, compañías y artistas que pasaron por ellos. Parte de la información sobre los locales sirvió para la confección de un mapa con la situación de los mismos; el material cartográfico base empleado fue el plano de la ciudad realizado por Álvarez Benavides-López en 1867, más próximo a la realidad urbana hispalense finisecular que los editados en las primeras décadas del siglo XX. Respecto a las películas exhibidas, en primer lugar se analizan las características destacadas por los programas (color, sonido, duración, intérpretes y estrenos), posteriormente se procedió al estudio de las mismas mediante agrupación por criterio temático, teniendo el título como única herramienta en la mayoría de las ocasiones. Con respecto a los films de este periodo las referencias bibliográficas son parciales, en la mayor parte de los casos no hay coincidencia exacta de los títulos (dependían del exhibidor). El estudio de los precios ha centrado el último capítulo; como información propia de los programas, primero han sido contextualizados y posteriormente se ha realizado un análisis de factores como fluctuaciones, abonos, descuentos, precios especiales, etc. Formando parte del anexo que acompaña a esta investigación se han incluido los textos de los programas de mano y las informaciones de prensa por orden cronológico; igualmente se ha incorporado un cuadro de las cintas exhibidas en Sevilla por alfabético donde se estudian las fechas y salas de proyección, su paso por otras ciudades, las características de los filmes y el título del que podría tratarse. Finalmente se suman al apéndice documental una serie de tablas donde se refleja la evolución de los precios por sala.