Comunidad humana en la filosofía práctica de I. Kant, La

  1. Román Maestre, Begoña
Dirigida per:
  1. Artur Juncosa Carbonell Director/a

Universitat de defensa: Universitat de Barcelona

Any de defensa: 1994

Tribunal:
  1. José Luis Arce Carrascoso President/a
  2. Norbert Bilbeny Secretari/ària
  3. Juan Miguel Palacios García Vocal
  4. Eusebi Colomer Pous Vocal
  5. Roberto Rodríguez Aramayo Vocal

Tipus: Tesi

Teseo: 41867 DIALNET

Resum

La tesis tiene por principal objetivo explicitar los rasgos comunitarios que existen en la filosofía práctica de I. Kant, con el objeto de contradecir la visión individualista que se tiene del pensamiento kantiano. Consideramos que si bien es cierto que la libertad y la autonomía son la piedra angular del sistema kantiano, ello no implica ni individualismo ni planteamiento monológico.En la primera parte nos ocupamos de la comunidad ética. El primer capítulo simplemente pone de relieve el punto de partida del criticismo kantiano: la distinción en la consideración de los objetos, incluido el hombre, de los puntos de vista fenoménico y nouménico, así como la consecuencia que de ello se desprende sobre el autoconocimiento: al ser el sujeto moral el hombre considerado nouménicamente y habiendo sido declarada incognoscible la cosa en sí, la valoración que de la propia persona se hace a nivel moral ha de ir envuelta de modestia, limitándose a ser una creencia en que se ha actuado como se debía. El segundo capítulo es una propedéutica al tema de la tesis, dado que se limita a explicitar los conceptos clave que permitirán la fundamentación de la moralidad. El tercer capítulo justifica la comunidad ética partiendo de la tercera fórmula del imperativo categórico, pero explicitando la equivalencia de las tres fórmulas que dio el filósofo alemán, con lo cual se constata que lo comunitario está presente en toda la fundamentación de la moralidad. También en el tema del bien supremo, lo que hemos denominado fin consecuencia, conlleva rasgos comunitarios que hemos explicitado, pues aquél designa un mundo fenoménico-sensible que va amoldándose a los mandatos morales, es decir, el bien supremo es desde esta interpretación un mundo solidario que facilita la felicidad de todos. Desde esta panorámica los postulados tienen una importancia radical, en concreto el postulado de Dios y el "postulado" del progreso de la humanidad a lo largo de la historia. En ese progreso hacia la instauración de la comunidad moral es necesaria previamente la instauración de una comunidad política, el Estado, temática tratada en la segunda parte.En la parte de la comunidad política explicamos la justificación racional que del Estado lleva a cabo Kant; partiendo de la libertad como derecho innato de toda persona no se deja de constatar la necesidad de la convivencia pacífica de los hombres para el desarrollo de la libertad y de la misma racionalidad. Partiendo del contractualismo como idea "a priori" regulativa de la razón, también en lo político se constata la necesidad de partir de cierta noción comunitaria, la "comunidad originaria" para dar razón de la necesidad racional de explicitar el pacto social por el cual surge la jerarquización entre "imperans" y súbdito "conditio sine qua non" de la comunidad política. Y como esa justificación es racional, pero el hombre es una animal social-insocial, Kant considera necesario apelar al Derecho sin olvidar nunca que éste está para proteger los derechos. De este modo, al concebir la política como medio encaminado a promover la instauración de una comunidad ética, la fundamentación que Kant lleva cabo del Derecho es una fundamentación moral: el Derecho sólo tiene sentido como protección de los derechos, que son facultades morales, lo cual explica la obediencia ética indirecta que el pensador de Königsberg reclama para lo jurídico así como la ilegitimidad de toda revolución. Al ser la política un medio encaminado a la moralidad, se explica asimismo la importancia de la educación.En la tercera parte nos ocupamos del advenimiento de ambas comunidades, la política instaurando las condiciones de paz mundial que posibilita la comunidad ética; para ello tratamos la filosofía de la historia que Kant dispersó en pequeños opúsculos bajo un planteamiento teleológico, y presentamos la opción en el kantismo entre la filosofía de la historia y la filosofía de la religión, sin poderse, no obstante, prescindir de la esperanza.Con esta interpretación comunitarista del pensamiento de Kant pretendemos responder a tres críticas al kantismo ya tópicas: contra un formalismo mal entendido se explicita una materia "a priori", la dignidad de la humanidad, que supone la existencia de fines-deberes para con los demás, como el fomento de la felicidad ajena, de forma que actuar moralmente significa poder querer un reino de los fines. Asimismo rompemos con una concepción "minimalista" del reino de los fines, concibiendo el imperativo que de él habla como un mero abstenerse de tratar a los otros como simples medios, olvidándose el esfuerzo activo de tratarlos como fines; la comunidad ética que se puede justificar desde el kantismo no es un mero "laissez faire" al modo liberal en el que cada cual, independientemente de los demás, se propone la autoperfección moral. Por último, pretendemos, contra un ideal mal entendido, revalorizar el sentido de la utopía, dado que el bien supremo se convierte en la construcción de un mundo comunitario en el que las acciones morales surgen del respeto a la humanidad repercutiendo en una cambio infraestructural que posibilita a todos el logro de la felicidad.