Estudio del comportamiento clínico Pulpar y Periodontal en las fracturas dentales

  1. Feito Fidalgo, Juan José
Dirigida por:
  1. Antonio Chaparro Heredia Director/a
  2. Pedro Bullón Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Sevilla

Fecha de defensa: 20 de noviembre de 1989

Tribunal:
  1. Maria Auxiliadora Espinar García Secretario/a
  2. Jaime del Río Highsmith Vocal
  3. Manuel López Lopez Vocal
  4. Emilio Jiménez-Castellanos Ballesteros Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 26142 DIALNET lock_openIdus editor

Resumen

Los traumatismos faciales, y más concretamente los dentales, que son los que nos ocupan en nuestro trabajo, son accidentes que ha venido padeciendo o sufriendo el hombre, sin lugar a dudas, desde el comienzo mismo de su existencia. No obstante, en las diferentes épocas no han podido por menos que variar, de manera considerables las formas y las causas que han venido condicionando estos traumatismos, unos cambios que son fácilmente apreciables y que se deben, de manera principalísima, a las distintas formas de vida que el hombre ha tenido a lo largo de la historia. Resulta evidente, y no es fácil imaginarlo, que el hombre primitivo había de sufrir a menudo traumatismos dentales importantes en las peleas que mantuvo con sus congéneres, en defensa de su territorio o de su unidad tribal o familiar, o con los animales salvajes coetáneos a los que había de enfrentarse en busca de su sustento o de su simple defensa. Unas luchas para las que apenas contaba en principio con sus propias defensas corporales, a las que en el transcurso de los años fue incorporando algunas armas a medida que descubría la utilidad de la piedra preparada o afilada como tal y, posteriormente, la del hierro y otros metales. Sin embargo, ese mismo avance en sus conocimientos y el desarrollo de su “armamento” le llevo a su utilización en otro tipo de actividades deportivas (como tal se consideraban, por ejemplo, los torneos), luchas y divertimentos que no hicieron sino acarrear cambios en el tipo de traumatismos sufridos, aunque de ninguna forma disminuir su frecuencia. Fue esa misma evolución la que, con el descubrimiento de los vehículos de tracción animal y, posteriormente, los de tracción a motor, provocó nuevas alteraciones y cambios en los tipos de lesiones traumáticas sufridas y acarreó, además, un importante aumento de su frecuencia y de su gravedad. La importancia que los traumatismos dentales han tenido a lo largo de la Historia, y la que se les ha reconocido, viene reflejada por un buen número de hechos relatados en distintas obras literarias y citas históricas con un considerable nivel de trascendencia, significación y origen o consecuencias sociales. Sin lugar a dudas, una de estas citas alusivas a la importancia del diente y sus traumatismos nos la ofrece, con todas sus connotaciones anecdóticas, el inmortal Don Miguel de Cervantes Saavedra en su eterna e ingeniosa obra del hidalgo Don Quijote de la Mancha. Una obra de la que sin duda, uno de sus pasajes más celebrados es la batalla del hidalgo contra los “ejércitos” enemigos que no son sino rebaños de ovejas a cargo de unos pastores que, enfurecidos, apedrean a Don Quijote y le hacen perder varios dientes y muelas, pérdida que lleva al caballero andante a “sentenciar” y lamentarse ante su fiel escudero, Sancho Panza, “porque en mucho más se ha de estimar un diente que un diamante”. Junto a esta alusión literaria, podemos hallar citas históricas, como la más reciente en el tiempo que refleja un accidente traumático dental sufrido por la reina Doña María Cristina de Habsburgo Lorena, madre de Don Alfonso XIII. Narra que dando Su Majestad un paseo en coche de caballos por la Casa de Campo sufrió un accidente que la hizo golpearse los incisivos, perdiendo alguno de ellos y quedando los demás en mal estado, hecho este que “conmocionó” profundamente a la egregia dama. Sus consejeros y personas más cercanas en la Corte se afanaron en la búsqueda de un profesional que asegurara el restablecimiento de la imagen de la reina, pues su actividad pública era en esos momentos muy importante, búsqueda que desembocó en el hallazgo y nombramiento de Don Florestán Aguilar, que trató sus dientes y logró mantenerlos en su boca hasta el fallecimiento de Su Majestad, ocurrido muchos años después. En el lugar opuesto, encontramos también numerosas referencias a rituales y ceremonias tradicionales de distintas civilizaciones, tanto de África como de América, en las que los incisivos superiores, cuando no también los inferiores, eran fracturados o extraídos traumáticamente a los protagonistas del ritual en función de la ceremonia o acto social que se celebraba. De unos y otros, se desprende la importancia de los traumatismos dentales, aunque es, evidentemente, una importancia con dos vertientes bien diferencias: mientras en el caso de Don Quijote la pérdida de dientes y muelas plantea un problema evidentemente funcional por cuanto cualquiera de ellos “se ha de estimar más que un diamante, en el caso de Su Majestad Doña María Cristina plantea un grave problema de estética, al igual que en las alusiones a rituales y ceremonias tribales afro-americanas, aunque se trata de conceptos estéticos bien distintos. Esta ha sido, casi con absoluta certeza, la gran doble variante de la problemática de la perdida dentaria por traumatismo, por cuanto parece evidente que en épocas prehistóricas el traumatismo dental había de crear un problema funcional, de pérdida de un elemento físico importante, en tanto que el hombre de hoy, animado quizás en ello por la innegable posibilidad de salvación de la pieza traumatizada en un buen número de los casos, y por la retribución del elemento funcional perdido, afronta el trauma desde una perspectiva más estética, aunque no por ello menos importante para quien sufrió el accidente o la pérdida y a veces para las personas que le rodean. El estudio de los traumatismos dentales han constituido sin duda, desde siempre, una gran inquietud en todas las ramas de la Estomatología, debido especialmente a cuantas posibles alteraciones pueden derivarse de los mismos, ya que estos traumatismos no solo determinan una patología inmediata, sino que pueden originar también modificaciones que abarcan todas las clases posibles de alteraciones dentarias, tanto funcionales o de desarrollo como malposiciones, así como posible trastornos psicológicos derivados de una estética que puede verse seriamente afectada. En este tema, debemos tener en cuenta dos aspectos importantes: por un lado, el hecho de que un traumatismo dental con fractura del diente constituye una urgencia, y que pese a la que las técnicas de tratamiento son el actualidad bastante satisfactorias, siguen encerrando complicaciones que pueden afectar en gran manera a todos los pacientes, sean niños, adolescentes o adultos, tanto por sus implicaciones estéticas como funcionales; por otro lado, el sustancial aumento que en los últimos años se ha venido produciendo en el número de sus fracturas y en sus aspectos cualitativos de complejidad y gravedad, como consecuencia, en buena parte, de la mayor actividad deportiva y social y, también, del incremento de la violencia. Partiendo de estos dos hechos incuestionables, nos hemos planteado la realización de un estudio epidemiológico en el que pretendemos evaluar cuales son las incidencias de las fracturas dentarias, tipos de las mismas, etiología más frecuente, relación de sexo y de edad, su posible correlación con un nivel socio-cultural determinado, la prontitud o tardanza en la asistencia y todas las consecuencias que de ello se puedan derivar. Estamos convencidos de que este estudio en profundidad nos permitiría un mejor conocimiento de la incidencia de las fracturas dentales en nuestro medio, un mejor diagnóstico de las mismas y una planificación más eficaz a la hora del tratamiento, con lo que podrían evitarse buena parte de las no raras complicaciones que tales accidentes dentales presentan. De acuerdo con toda la exposición anterior, hemos fundamentado nuestro trabajo en un perfecto y minucioso conocimiento de la historia clínica de los pacientes sometidos a estudio, evaluando los factores determinantes y circunstancias que rodearon al traumatismo, exploración radiológica y clínica, intervalo de tiempo transcurrido desde el accidente, afectación o no de las estructuras adyacentes y número de dientes afectados. El rápido conocimiento de esta historia clínica, que incluye también la exploración con aparatología apropiada, nos permitiría no solo la elección del tratamiento más adecuado (reimplante, pulpotomía, endodoncia, etcétera), sino igualmente la determinación de las consecuencias posteriores para el normal desarrollo de la función y la estética de los dientes tratados. CONCLUSIONES 1. No existen diferencias significativas entre los sexos femenino y masculino en cuanto a la frecuencia de fracturas dentarias en todas las edades en conjunto, aunque hay pequeños picos de diferencia en las distintas edades en uno y otro sexo. 2. La edad en que más se fracturan los dientes en entre los 7 y los 10 años y entre los 14 y 15 años, esto quizás está relacionado con los cambios en sus actividades deportivas o sociales. 3. Los dientes que más se fracturan son los del maxilar superior y dentro de ellos los incisivos centrales, independientemente de factores predisponentes, como la protrusión en Clase II de Angle, u otros. 4. El tipo de fractura más frecuente es el de corona no complicada (esmalte y dentina). 5. Etiológicamente la causa más frecuente de fracturas es la caída al suelo, seguida de las causas desconocidas. 6. Las pruebas de vitalidad pulpar por estímulos eléctricos son las más efectivas en sus respuestas, las más fáciles de aplicar y las más inocuas para el paciente desde el primer contacto con él en nuestra clínica. 7. Existen diferencias significativas de respuesta pulpar al estímulo eléctrico entre los dientes sintomáticos y los asintomáticos en la primera visita. 8. El tratamiento debe ser lo más eficaz y precozmente establecido, dentro de lo posible, entendiendo siempre el tratamiento de las fracturas dentarias como una urgencia. 9. El tratamiento más frecuente es el recubrimiento pulpar indirecto y restauración del diente con resina compuestas, mediante la técnica del grabado ácido. 10. Las complicaciones de los traumatismos dentarios (fracturas) se presentan tardíamente o son consecuencia de la demora en el tratamiento o de que este sea incorrecto. 11. La gravedad de los traumatismos dentales, el tipo de fracturas, el número de dientes implicados, están muy en relación con la violencia del golpe, el tamaño del objeto, la dirección y el ángulo de la fuerza de choque con el diente. 12. Es necesario recomendar en los colegios un protector bucal para las clases de gimnasia y deporte.