Reflexiones en torno a la problematica medico-legal planteada con ocasion del asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy
- ROMERO PALANCO, JOSE LUIS
- José M. Domínguez Martínez Zuzendaria
Defentsa unibertsitatea: Universidad de Sevilla
Defentsa urtea: 1977
- Francisco Alonso Fernández Presidentea
- José Castilla Gonzalo Idazkaria
- Enrique Villanueva Cañadas Kidea
- Jose Maria Dominguez Martinez Kidea
- Juan Antonio Gisbert Calabuig Kidea
Mota: Tesia
Laburpena
El asesinato del 35ª Presiente de los Estados Unidos de América, JOHN FITZGERALD KENNEDY, dio origen a una de las más laboriosas investigaciones judiciales de nuestro siglo. Iniciada en sus primeros momentos por organismos dependientes del Estado de Texas y por otros de la Administración Federal de Washington, inconexos entre sí, fue encauzada siete días más tarde de ocurrido el magnicidio por una Comisión especial creada al afecto por el hasta entonces Vicepresidente de la nación, LYNDON B. JOHNSON, al frente de la cual figuraría el Presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, EARL WARREN. Las conclusiones a que llegó dicha Comisión –conocida popularmente con la denominación de Comisión Warren, tras las investigaciones realizadas durante varios meses, si bien en los primeros momentos fueron aceptadas sin reservas a escala mundial, con posterioridad dieron origen a dudas y vacilaciones que comprometían grandemente la veracidad y fiabilidad de aquellas, no obstante el reconocido prestigio de los miembros que integraban la mencionada Comisión. Aquellas dudas y vacilaciones, las contradicciones apreciadas y los puntos obscuros o no totalmente aclarados sobre el magnicidio, persisten hoy día, siendo este uno de los principales motivos que nos impulsó a ocuparnos de esta interesante cuestión, estimándola adecuada para figurar como tema de nuestra Tesis Doctoral, abundando en ello la relevante personalidad de la víctima y la honda repercusión que su muerte tuvo en el mundo entero, contando además, por supuesto, con la gran atracción que el asunto ofrece para cualquier iniciado en Medicina Forense. Tal como dice BLINDERMAN (1976) , “es posible que el mayor debate suscitado en la historia moderna en torno a una investigación post-mortem sea originado por los cépticos que no creen en la validez del informe de la Comisión Warren y que insisten en libros y en la televisión para que los informes completos de la autopsia del Presidente KENNEDY sean hechos públicos. El tema, pese al tiempo transcurrido desde el asesinato, sigue siendo de palpitante actualidad, y en este sentido tendríamos que citar las reiteradas peticiones revisionistas que se han hecho ya, destacando entre ellas las recientemente formuladas a la Cámara de Representantes por el Congresista Demócrata por el Estado de Texas, HENRY GONZALEZ, y la presentada oficialmente por el Senador Republicano RICHARD SCHWEIKER, de Pensilvania, en el duodécimo aniversario de la muerte de JOHN F. KENNEDY. Por otro lado, tendríamos que recordar que, en casos de similar trascendencia como el presente, diferentes médicos legistas se han ocupado del estudio y análisis de las cuestiones médico-legales planteadas en aquellos. En este sentido es obligado citar –entre nosotros-, el estudio que el Profesor AZNAR GONZALEZ (1956) dedicó al asesinato de CALVO SOTELO, estudio considerado como modelos de la práctica forense. En este mismo sentido, es de obligada referencia el examen realizado por el Profesor D’AGUILAR (1922) en el cadáver del Presidente de la República Portuguesa, Doctor SIDONIO PAES, en el cual se reproducen con toda clase de detalles las peritaciones realizadas sobre las ropas de aquel y sobre el arma agresora. Si bien la autopsia se realizó con gran minuciosidad, dando buena prueba de ello el hecho de que recogía 41 conclusiones, hemos de manifestar que aquella no fue completa, toda vez que no se procedió a la abertura de la cavidad craneal. Asimismo habría que mencionar el completo estudio llevado a cabo por GRANT (1972) sobre el intento de asesinato del Arzobispo MAKARIOS, comunicado a la “Medico-Legal Society” de Londres, el 13 de Enero de 1972, el cual mereció toda clase de elogios por parte de aquella Corporación científica; en su comunicación dicho autor refería la metódica seguida en las investigaciones de huellas dactilares, manchas de polvo, de grasa, de sangre, saliva en papel de cigarrillos, etc. Sobre el tema específico que hemos elegido para nuestra Tesis Doctoral han sido numerosos los médicos legistas de prestigio que se han ocupado del mismo con anterioridad, dando origen a otras tantas publicaciones sobre tal o cual aspecto del magnicidio. Entre aquellos tendríamos que destacar a ROYO-VILLANOVA (1967), NOGUCHI (1973), WECHT (1966, 1970, 1973, 1974), y un largo etcétera, así como a otros muchos médicos y legistas que, desde el campo de sus respectivas especialidades, se han ocupado de otras cuestiones o aspectos parciales del asesinato. También procede indicar que, con anterioridad a nuestro propósito, un joven estudiante norteamericano, EDWARD JAY EPSTEIN (1966), se ocupó de este tema, cuyo estudio inició como Tesis Doctoral por la Universidad de Cornell, bajo la dirección del Profesor ANDREW HACKER, pero que, finalmente, decidió publicar como libro, titulado “Inquest. The Warren Commission and the establishment of truth”, libro que ha gozado de una amplia difusión. No obstante lo expuesto, quizás pueda extrañar a algunos la elección de este tema como Memoria para alcanzar el Grado de Doctor en Medicina y Cirugía, pero estimamos que es una cuestión que entra de lleno en el campo de la disciplina que cultivamos, la Medicina Legal. En su análisis se irán considerando, sucesivamente, parcelas diferentes de la misma: criminalística, balística, tanatología, traumatología forense, psiquiatría forense, etc. Tiene razón WECHT (1966) cuando dice que “la pérdida trágica de JOHN F. KENNEDY no tiene problemas para nosotros en el sentido de establecer la causa y la forma de muerte. Estas dos cuestiones son las primarias y más importante a contestar por un patólogo forense cuando se analiza cualquier muerte por arma de fuego. Sin embargo, habiendo contestado a estas dos preguntas, el patólogo forense debe ir más allá, pues frecuentemente puede ser llamado por un Tribunal para prestar bajo juramento opiniones profesionales sobre asuntos colaterales de importancia. Distancia, número de balas disparadas, puntos de entrada y salida, dirección y ángulo de tiro, gravedad de cada una de las heridas… Estas cuestiones y muchas más pueden presentarse al patólogo forense en la valoración que precede al juicio y en los exámenes directos y comparados durante el mismo. Aún reconociendo lo atrayente que pueda resultar el presente trabajo para cualquier clase de lector y pese a haber captado desde el primer momento todo el interés que este ofrece para el especializado en Medicina Legal y Forense, hasta el punto de sentirme cautivado por él una vez que se me propuso como tema para mi Memoria Doctoral, debo confesar lo mucho que vacilé a la hora de escribir algunos de sus apartados. La ingente, proteiforme y dispersa información existente al respecto, junto a la inasequibilidad de ciertos documentos –por su carácter secreto-, fueron factor causal muy importante de aquella vacilación, puesto que a medida que nuestro bagaje bibliográfico iba aumentado, nos asaltaba con frecuencia la duda de si efectivamente merecería la pena trabajar sobre algo para lo que no había posibilidad de hacer ninguna aportación personal, ni añadir nada significativo a lo hasta aquí conocido. Ahora bien, trazada ya la temática a seguir y plenamente embargado en la tarea de hacer acopio de bibliografía, perseverando en la labor iniciada con decisión y entusiasmo, fuimos elaborando nuestro texto, cuyo contenido, más o menos afortunado, responde a una escrupulosa selección del no escaso material de información de que tuvimos conocimiento y nos fue dado poseer. Pese a la dificultad que hemos tenido para conseguir la totalidad de la información solicitada, creemos haber obtenido lo más importante de lo hasta aquí publicado en relación con el tema objeto de estudio. Tampoco ha sido tarea fácil elaborar nuestro trabajo siguiendo una ordenación, quizás artificiosa pero ajustada a método, en la que quedara recogido, sin repetirse demasiado, cuanto concierne a la temática planteada, escogiendo del cúmulo de material manejado cuanto se estimó fundamental en relación con el magnicidio de Dallas, sin desdeñar algunos datos de carácter anecdótico no exentos de interés, y contemplado todo ello desde nuestro particular punto de vista. Debemos advertir en estas palabras liminares que no obstante haberse ampliado algo el cometido inicial propuesto, en nuestro propósito hacer un estudio a fondo de todo lo referente al magnicidio de Dallas, considerando y haciendo las reflexiones pertinentes acerca de cuantas anomalías o irregularidades han sido constatadas con ocasión de este suceso, que sin duda ha de figurar en uno de los primeros lugares en los anales de la Criminología, sobre todo por lo que atañe a asesinatos de Jefes de Estado. Por lo demás, resulta paradójico admitir que en pos del atentado y muerte del Presidente KENNEDY, acaecida en plena era de alucinantes progreso, se haya advertido un funcionamiento ciertamente incomprensible, por lo defectuoso, en las instituciones de un país que precisamente figura a la cabeza del mundo.