Inferencialismo y discurso ético. Hacia una revisión de la dicotomía descriptivo-normativo

  1. Navarro Laespada, Llanos
Dirigida por:
  1. María José Frápolli Sanz Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Granada

Fecha de defensa: 30 de mayo de 2023

Tribunal:
  1. Maria Esther Romero Gonzalez Presidente/a
  2. Manuel de Pinedo Garcia Secretario/a
  3. Antonio Gaitán Torres Vocal
  4. Isidora Stojanovic Vocal
  5. David Bordonaba Plou Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Hay una diferencia intuitiva entre usos descriptivos y evaluativos del lenguaje. Sabemos que, típicamente, no llevamos a cabo el mismo tipo de acción cuando decimos que un material es flexible y cuando decimos que es bello, o cuando decimos que una persona es portuguesa y cuando decimos que es amable o buena. Se suele decir que las primeras afirmaciones son descriptivas y las segundas normativas o evaluativas; que las primeras hablan de cómo son las cosas y las segundas de cómo deben ser; que las primeras enuncian hechos y las segundas dependen de normas o valores. Este trabajo se ocupa del discurso ético, que es una de las formas paradigmáticas del discurso considerado normativo. Podrían ser ejemplos de discurso ético afirmaciones como Está mal causar daño, Estuvo mal que dijeras aquella mentira o Lo bueno es el placer. El trabajo considera la discusión que han mantenido en torno a este tipo de oraciones dos teorías del significado, el representacionalismo y el expresivismo, y defiende una tercera opción teórica: una propuesta basada en el inferencialismo de Brandom (1994; 2000). El representacionalismo, tal como este trabajo usa el término, es la tesis de que el significado de las oraciones declarativas consiste en la representación de algún estado de cosas. De acuerdo con ello, las oraciones declarativas sirven para atribuir propiedades o relaciones a objetos del mundo. Aplicado al discurso ético, el representacionalismo es la tesis de que oraciones como Está mal causar daño representan estados de cosas que involucran propiedades éticas. Por su parte, el expresivismo ha mantenido históricamente dos tesis principales. La primera niega el representacionalismo: mantiene que hay al menos algunos ámbitos del discurso cuya función no es representar estados de cosas. La segunda mantiene que estos discursos sirven más bien para expresar actitudes conativas o no cognitivas de los hablantes. El expresivismo ético, en particular, es una familia de posiciones que mantiene que las oraciones y afirmaciones éticas sirven a este tipo de uso expresivo o no representacional. Este rechazo del representacionalismo está motivado por varios rasgos del discurso ético que sugieren que la explicación es incompatible con una visión naturalista del mundo. Este trabajo considera cuatro de estos rasgos: (i) la no reducibilidad de los conceptos éticos que parece poner de manifiesto el argumento de la pregunta abierta de Moore (1903, §13), (ii) la aparente ausencia de una referencia localizable para los términos éticos, que se manifiesta en el problema de la localización de las propiedades éticas (Price 2011a; Price 2013), (iii) la sobreveniencia de lo ético en lo no ético y (iv) el carácter práctico del discurso ético. Para explicar el discurso ético, el representacionalismo necesitaría hacer corresponder los predicados éticos con propiedades de objetos situables en el mundo. Pero estos cuatro fenómenos sugieren que, si la función de las oraciones éticas es atribuir propiedades, estas no pueden ser propiedades naturales. Por esta razón, se dice que la explicación representacionalista del discurso ético conduce a una ontología antinaturalista o misteriosa. Por su parte, los expresivistas mantienen que el representacionalismo malinterpreta la función de las oraciones éticas: una hablante que profiere Está mal causar daño no pretende representar un estado de cosas que involucra la propiedad ética estar mal, sino expresar que rechaza causar daño. Tradicionalmente, el expresivismo se ha considerado una posición no cognitivista, en un doble sentido semántico y psicológico (Price 2011a; van Roojen 2018; Bedke 2018). Por la parte semántica, los primeros expresivistas (Ayer 1936; Stevenson 1937) mantuvieron una concepción representacionalista de los contenidos proposicionales, de modo que su idea de que el significado ético no es representacional llevó a cuestionar el carácter proposicional del contenido de estas oraciones. Es decir, los expresivistas clásicos sugirieron que las oraciones éticas no son capaces de verdad o falsedad y que solo las oraciones descriptivas lo son. Por la parte psicológica, estos expresivistas sugirieron que solo las oraciones descriptivas expresan creencias o estados mentales cognitivos, mientras que las oraciones éticas expresarían deseos, intenciones o motivaciones, que serían estados no cognitivos o conativos. La principal dificultad que enfrenta el expresivismo clásico es un conjunto de objeciones llamado argumento Frege-Geach, que se ha desarrollado a partir de una crítica original de Geach (1960). Un aspecto central del problema es que evidencia que las oraciones éticas exhiben comportamientos propios de las oraciones que son capaces de verdad o falsedad. Como resultado, desde los años setenta del siglo pasado han surgido varias posiciones expresivistas que reconocen y explican los rasgos proposicionales de las oraciones éticas, aunque aún mantienen algún grado de compromiso con alguna forma de no cognitivismo. En general, se admite que estas versiones más recientes de expresivismo evitan el problema Frege-Geach, pero se les ha acusado de hacerlo en contra de sus propios supuestos (Wright 1988; Hale 1990; Chrisman 2011; van Roojen 2018; Camp 2018). En resumen, parece haber una tensión entre dos aspiraciones de los expresivismos posteriores a Frege-Geach: la de explicar los rasgos específicos del discurso ético en términos no cognitivistas y la de reconocer el carácter aparentemente cognitivo o proposicional de esta forma de discurso. El objetivo de este trabajo es doble. Aspira a defender una explicación naturalista del discurso ético que dé cuenta (i) del comportamiento proposicional de las oraciones éticas y (ii) de los rasgos específicos del discurso ético que motivan la distinción intuitiva entre describir y evaluar. En relación con el primer objetivo, el trabajo cuestiona la noción representacionalista de proposición y adopta en su lugar la noción inferencialista que propone Brandom, que ya otros autores han defendido como respuesta a los problemas tradicionales del expresivismo (Chrisman 2008; 2010a; 2010b; 2011; 2012a; 2013; Price 2011a; 2011b; 2013; Warren 2015; Frápolli 2019b; 2023). Siguiendo a Frápolli, interpretamos el comportamiento proposicional de las oraciones éticas como evidencia de que su contenido es proposicional y esto a su vez como razón para dudar de que ser una proposición consista en atribuir propiedades a objetos. Por su parte, el inferencialismo de Brandom atribuye contenidos proposicionales a las oraciones que pueden ser premisas o conclusiones de inferencias. Frege-Geach muestra que las oraciones éticas pueden ser premisas y conclusiones y, por tanto, el inferencialismo debe atribuirles contenidos proposicionales. Así, Frege-Geach no es un problema para la explicación inferencialista del discurso ético. Este modo de abordar el primer objetivo implica que el segundo no puede abordarse en términos de la distinción expresivista entre contenidos proposicionales (o estados cognitivos) y contenidos no proposicionales (o estados conativos). Por tanto, el inferencialismo debe ofrecer alguna otra explicación de la especificidad del discurso ético. Con este fin, el trabajo usa el método de análisis que propone Frege (1879, §9; 1891; 1892a) y que han desarrollado otros autores (Geach 1962; Williams 1992). De esta propuesta tomamos dos ideas centrales. Primero, que los contenidos juzgables se pueden analizar en dos partes: una función y un argumento. Segundo, que estas funciones pueden ser de primer orden o de orden superior. Las funciones de primer orden se definen como contenidos conceptuales que son predicables de objetos, o funciones cuyos argumentos apropiados son objetos. Las funciones de orden superior son contenidos conceptuales predicables de otras funciones o predicables, o funciones cuyos argumentos apropiados son otras funciones. El trabajo argumenta que la distinción fregeana entre contenidos juzgables que realizan funciones de primer orden y contenidos juzgables que realizan funciones de orden superior implica una noción de proposición más amplia que la que contempla el representacionalismo, que ofrece recursos para acomodar los diferentes comportamientos logico-semánticos de las oraciones descriptivas y éticas. La tesis central del trabajo es que las oraciones éticas tienen contenidos proposicionales que realizan funciones de orden superior, mientras que las oraciones descriptivas tienen contenidos proposicionales que realizan funciones de primer orden. Más concretamente, que los conceptos éticos son predicables que forman proposiciones tomando como argumentos otros conceptos que son a su vez predicables de acciones. La idea de que los conceptos éticos son predicables de orden superior se ha explorado previamente en otros trabajos (Frápolli y Villanueva 2012; 2013; 2015; 2018; Navarro 2017; 2022; Frápolli 2019b; 2023). Este trabajo insiste en esta tesis y mantiene a partir de ella que el papel que realizan las oraciones éticas se puede describir como una atribución de propiedades éticas, entendidas estas no como propiedades de objetos, sino como propiedades de otras propiedades. El argumento es el siguiente. Primero, nos apoyamos en la explicación que Brandom hace del contenido de oraciones éticas como Está mal causar daño. Su tesis es que estas oraciones hacen explícito el respaldo de una instancia de razonamiento práctico: un tipo de inferencia que se caracteriza por tener una premisa «doxástica» o descriptiva (por ejemplo, Extender el rumor causará daño) y una conclusión relativa a la acción (por ejemplo, No extenderé el rumor). Desde este punto de vista, ser una agente ética consiste en aceptar que un juicio como Extender el rumor causará daño puede ser una razón suficiente para extraer una conclusión como No extenderé el rumor; y las oraciones que incluyen vocabulario ético, tales como Está mal causar daño sirven para hacer explícito que se respalda esa inferencia. Sostenemos que de ello se sigue que los argumentos apropiados de los conceptos éticos, como estar mal, son otros conceptos (no éticos), como causar daño, que pueden a su vez predicarse de acciones como extender el rumor. En virtud de ello, mantenemos que los compromisos éticos tienen carácter general: comprometerse a rechazar o promover alguna acción porque causa daño compromete inferencialmente a la agente a rechazar o promover toda otra acción que cause daño, ceteris paribus. Sobre esta base proponemos dos distinciones para analizar el contenido de las oraciones éticas. En primer lugar, distinguimos entre dos tipos de compromiso ético: los compromisos instanciados y los no instanciados o estándares. Ambos tienen carácter general, pero los primeros señalan además alguna acción en particular. En segundo lugar, distinguimos entre dos tipos de oraciones éticas: generales y concretas. Las primeras hacen explícito algún compromiso ético - instanciado o no - poniendo el énfasis en el predicable no ético que la hablante considera relevante. Las segundas explicitan compromisos éticos instanciados poniendo el énfasis en la acción particular que satisface el predicable no ético relevante. Por último, el trabajo utiliza estas distinciones para analizar los fenómenos específicos del discurso ético que motivan la distinción intuitiva entre describir y evaluar. Argumentamos que el análisis propuesto constituye una visión no reduccionista de los conceptos éticos que da cuenta de los cuatro fenómenos. La conclusión principal del trabajo es que el representacionalismo es una teoría reduccionista del contenido proposicional, que asume erróneamente que todas las proposiciones realizan funciones de primer orden, con lo que induce una mala interpretación de las proposiciones que realizan funciones de orden superior. En consecuencia, el representacionalismo interpreta los conceptos éticos por analogía con conceptos que pertenecen a una categoría radicalmente distinta de la suya. Sostenemos que los supuestos problemas metafísicos y epistémicos que históricamente se han aducido en contra de la existencia de propiedades éticas son manifestaciones de este error categorial. Por su parte, el inferencialismo puede reivindicar la noción de propiedad ética sin heredar estos problemas. En este sentido, mantenemos que es posible una forma de realismo ético que es a un tiempo no reduccionista y naturalista. En resumen, el trabajo propone una aproximación no representacionalista al discurso ético que puede llamarse cognitivista, realista, no reduccionista y naturalista. Es cognitivista porque mantiene que las oraciones éticas tienen contenidos proposicionales. Es realista porque acepta la existencia de propiedades éticas. Es no reduccionista porque atribuye a las oraciones éticas una función de orden superior que es radicalmente distinta de las funciones de primer orden que realizan las oraciones descriptivas. Y es naturalista, porque es compatible con la visión del mundo físico y de los seres humanos que proporcionan las ciencias naturales. *** There is an intuitive difference between descriptive and evaluative uses of language. We know that, typically, we do not perform the same kind of action when saying that some material is flexible and that it is beautiful, or when saying that a person is Portuguese and that she is kind or good. It is often said that the former claims are descriptive and the latter ones are normative or evaluative; that the former speak of how things are and the latter of how things ought to be; that the former state facts and the latter depend on norms or values. This dissertation is concerned with ethical discourse, which is one of the paradigmatic forms of discourse regarded as normative. Examples of ethical discourse could be claims such as It is wrong to harm someone, It was wrong that you told that lie or Pleasure is good. The dissertation considers the discussion on this type of sentence that has been held by two theories of meaning, representationalism and expressivism, and defends a third theoretical option: a proposal based on Brandom's inferentialism (1994; 2000). Representationalism, as this dissertation uses the term, is the thesis that the meaning of declarative sentences consists of the representation of some state of affairs. Accordingly, declarative sentences are used to attribute properties or relations to objects in the world. Applied to ethical discourse, representationalism is the thesis that sentences such as It is wrong to harm someone represent states of affairs that involve ethical properties. For its part, expressivism has historically held two main theses. The first one denies representationalism: it claims that there are at least some domains of discourse that do not function to represent states of affairs. The second claims that these discourses serve rather to express conative or non-cognitive attitudes of speakers. Ethical expressivism, in particular, is a family of views that maintain that ethical sentences and claims serve this kind of expressive or non-representational use. This rejection of representationalism is motivated by several features of ethical discourse that suggest that this account is not compatible with a naturalistic view of the world. This dissertation considers four such features: (i) the non-reducibility of ethical concepts that Moore's open question argument seems to highlight (Moore 1903, §13), the seeming lack of locatable references for ethical terms, which is shown in the placement problem concerning ethical properties (Price 2011a; Price 2013), (iii) the supervenience of the ethical on the non-ethical, and (iv) the action-guiding character of ethical discourse. In order to explain ethical discourse, representationalism would need to match ethical predicates with properties of objects that can be placed in the world. But these four phenomena suggest that, if ethical claims aim at attributing properties, these cannot be natural properties. For this reason, it is said that the representationalist account of ethical discourse leads to an anti-naturalistic or spooky ontology. For their part, expressivists contend that representationalism misunderstands the role of ethical sentences: a speaker who utters It is wrong to cause harm does not intend to represent states of affairs involving the ethical property being wrong, but to express that she refuses to cause harm. Traditionally, expressivism has been considered a non-cognitivist view, in a double semantic and psychological sense (Price 2011a; van Roojen 2018; Bedke 2018). On the semantic side, early expressivists (Ayer 1936; Stevenson 1937) maintained a representationalist view of propositional contents, so their idea that ethical meaning is not representational led to question the propositional character of the content of these sentences. That is, classical expressivists suggested that ethical sentences are not truth-apt and that only descriptive sentences are so. On the psychological side, these expressivists suggested that only descriptive sentences convey beliefs or cognitive mental states, while ethical sentences would express desires, intentions, or motivations, which would be non-cognitive or conative states. The main difficulty faced by classical expressivism is a set of objections called the Frege-Geach argument, which has developed from an original criticism by Geach (1960). A central aspect of the problem is that it evidences that ethical sentences do exhibit the behavior that is characteristic of truth-apt sentences. As a result, since the 1970s several expressivist views have emerged that recognize and explain the propositional features of ethical sentences, while still maintaining some degree of commitment to some form of non-cognitivism. It is generally admitted that these more recent versions of expressivism avoid the Frege-Geach problem, but they have been accused of doing so contrary to their own premises (Wright 1988; Hale 1990; Chrisman 2011; van Roojen 2018; Camp 2018). In sum, there seems to be a tension between two aspirations of post-Frege-Geach expressivisms: that of explaining the specific features of ethical discourse in non-cognitivist terms and that of acknowledging the seemingly cognitive or propositional character of this form of discourse. The aim of this dissertation is twofold. It aspires to defend a naturalistic account of ethical discourse that accounts for (i) the propositional behavior of ethical sentences and (ii) the specific features of ethical discourse that motivate the intuitive distinction between describing and evaluating. Regarding the first goal, the dissertation questions the representationalist notion of proposition and adopts instead the inferentialist notion proposed by Brandom, which has already been defended by other authors as a response to the traditional problems of expressivism (Chrisman 2008; 2010a; 2010b; 2011; 2012a; 2013; Price 2011a; 2011b; 2013; Warren 2015; Frápolli 2019b; 2023). Following Frápolli, we interpret the propositional features of ethical sentences as evidence that their content is propositional and this in turn as a reason to doubt that being a proposition consists in attributing properties to objects. For its part, Brandom's inferentialism ascribes propositional contents to sentences that can be premises or conclusions of inferences. Frege-Geach shows that ethical sentences can be premises and conclusions and, therefore, inferentialism must ascribe them propositional contents. Thus, Frege-Geach is not a problem for the inferentialist account of ethical discourse. This way of approaching the first objective implies that the second cannot be addressed in terms of the expressivist distinction between propositional contents (or cognitive states) and non-propositional contents (or conative states). Therefore, inferentialism must provide some other account of the specificity of ethical discourse. To this end, the dissertation uses the method of analysis proposed by Frege (1879, §9; 1891; 1892a) and developed by other authors (Geach 1962; Williams 1992). From this proposal we take two central ideas. First, that the judgeable contents can be analyzed in two parts: a function and an argument. Second, that these functions can be first-order or higher-order. First-order functions are defined as conceptual contents that are predicable of objects, or functions whose appropriate arguments are objects. Higher-order functions are conceptual contents that are predicable of other functions or predicables, or functions whose proper arguments are other functions. The dissertation argues that the Fregean distinction between judgeable contents that perform first-order functions and judgeable contents that perform higher-order functions implies a broader notion of proposition that the one envisaged by representationalism, which offers resources to accommodate the different logico-semantic behaviors of descriptive and ethical sentences. The central thesis of the dissertation is that ethical sentences have propositional contents that perform higher-order functions, while descriptive sentences have propositional contents that perform first-order functions. More precisely, that ethical concepts are predicables that form propositions by taking as arguments other concepts, which are in turn predicable of actions. The idea that ethical concepts are higher-order predicables has been previously explored in other works (Frápolli y Villanueva 2012; 2013; 2015; 2018; Navarro 2017; 2022; Frápolli 2019b; 2023). This dissertation insists on this thesis and maintains from it that the role performed by ethical sentences can be described as an attribution of ethical properties, these being understood not as properties of objects, but as properties of other properties. The argument goes as follows. First, we rely on Brandom's account of the content of ethical sentences such as It is wrong to harm anyone. His thesis is that these sentences make explicit the endorsement of an instance of practical reasoning: a type of inference characterized by having a «doxastic» or descriptive premise (e.g., Repeating the gossip would harm someone) and a conclusion concerning action (e.g., I shall not repeat the gossip). From this point of view, being an ethical agent consists of accepting that a judgment such as Repeating the gossip would harm someone can be a sufficient reason to draw a conclusion such as I shall not repeat the gossip; and sentences that include ethical vocabulary, such as It is wrong to harm anyone, serve to make explicit that such an inference is endorsed. We argue that it follows that the proper arguments of ethical concepts, such as being wrong, are other (non-ethical) concepts, such as harming someone, which can in turn be predicated of actions such as repeating the gossip. By virtue of this, we contend that ethical commitments have a general character: committing to avoid or promote some action because it would harm someone inferentially commits the agent to avoid or promote any other action that would harm someone, ceteris paribus. On this basis, we propose two distinctions for analyzing the content of ethical sentences. First, we distinguish between two types of ethical commitments: instantiated and non-instantiated or standards. Both are general in nature, but the former also point to some particular action. Second, we distinguish between two types of ethical sentences: general and specific. The former make explicit some ethical commitment - instantiated or not - with emphasis on the non-ethical predicable that the speaker considers relevant. The latter make explicit instantiated ethical commitments with emphasis on the specific action that satisfies the relevant non-ethical predicable. Finally, we use these distinctions to analyze the specific phenomena of ethical discourse that motivate the intuitive distinction between describing and evaluating. We argue that the proposed analysis constitutes a non-reductionist view of ethical concepts that accounts for all four phenomena. The main conclusion of the dissertation is that representationalism is a reductionist theory of propositional content, which erroneously assumes that all propositions perform first-order functions, thereby inducing a misinterpretation of propositions that perform higher-order functions. Consequently, representationalism interprets ethical concepts by analogy with concepts belonging to a category radically different from its own. We argue that the alleged metaphysical and epistemic problems that have historically been adduced against the existence of ethical properties are manifestations of this category mistake. For its part, inferentialism can reclaim the notion of ethical property without inheriting these problems. In this sense, we claim that a form of ethical realism is possible that is both non-reductionist and naturalistic. In sum, the dissertation proposes a non-representationalist approach to ethical discourse that can be called cognitivist, realist, non-reductionist, and naturalistic. It is cognitivist because it claims that ethical sentences have propositional contents. It is realist because it accepts the existence of ethical properties. It is non-reductionist because it attributes to ethical sentences a higher-order function that is radically different from the first-order function performed by descriptive sentences. And it is naturalistic because it is compatible with the view of the physical world and human beings provided by the natural sciences.