La biblioteca de José Lázaro Galdiano

  1. AZNAR RUBIO, PATRICIA
Dirigida por:
  1. Álvaro Bustos Táuler Director
  2. Ángel Gómez Moreno Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 01 de junio de 2023

Tribunal:
  1. Epicteto José Díaz Navarro Presidente/a
  2. Maria Díez Yáñez Secretaria
  3. Ricardo de la Fuente Ballesteros Vocal
  4. Ana Martínez Muñoz Vocal
  5. Francisco Crosas López Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Esta investigación difunde la faceta menos conocida del coleccionista José Lázaro Galdiano: la de bibliófilo y desentraña un fragmento de la historia de su colección muy ligada a la de nuestro país (desde 1934 hasta la actualidad). Así, esta tesis doctoral se ha centrado en dos objetivos principales tanto la reconstrucción histórica de la Biblioteca Lázaro desde 1936 y sus lazos con la Biblioteca Nacional de España como la búsqueda e identificación de una sección de los antiguos fondos que no se conservan en su Fundación. Para ello, este trabajo se ha estructurado en tres capítulos: el primero relata la historia de la Biblioteca Lázaro durante la Guerra Civil incidiendo tanto en su incautación en Madrid como en sus posteriores traslados. El segundo se centra en las labores de recuperación de la biblioteca comenzadas en vida por el propio Lázaro y continuadas por su Fundación y, en especial, por su bibliotecario Antonio Rodríguez-Moñino. Por último, se aborda la localización e identificación de un conjunto de obras perdidas de esta institución revelando las pistas que han llevado a la identificación de un repertorio incluido en este trabajo. Esta investigación se encuentra sustentada a partir de la consulta tanto de fondos archivísticos como bibliotecarios que han permitido obtener una reconstrucción parcial de la historia y los fondos de la primitiva Biblioteca Lázaro. La Biblioteca Lázaro, íntegramente depositada en la vivienda del coleccionista: el Palacio de «Parque Florido», constituía uno de los fondos más relevantes de su época en cuanto al número y rareza de las obras que albergaba. Sin embargo, con motivo de la inauguración de La estética del libro español, una exposición a partir de fondos de dicha Biblioteca, tanto el bibliófilo como parte de sus obras se encontraban en París al comenzar la Guerra Civil. En cambio, el resto de su colección, depositada en Madrid, sería incautada por la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico tras el inicio de la guerra en unas gestiones encabezadas por Rodríguez-Moñino que trasladaron su colección bibliográfica a la Biblioteca Nacional. La ausencia de un acta de incautación y de depósito, sumado a los posteriores traslados de parte de los libros a Valencia, Cataluña, Francia y, finalmente, Ginebra, donde tampoco se realizó un inventario detallado de estas obras, han dificultado la labor de conocer los libros que componían originalmente la Biblioteca. Acabada la Guerra, el nuevo Gobierno comenzó la devolución de los bienes incautados, momento en el que Lázaro inició las gestiones para recuperar sus bienes. Así, mientras las obras artísticas gozaron de mayor fortuna y vivieron una recuperación paulatina, sus joyas bibliográficas, depositadas en su mayoría en la Biblioteca Nacional, fueron objeto de trámites mucho más lentos. A pesar de que Lázaro peleó por su biblioteca, sólo lograría en vida la recuperación de seis mil de sus preciados libros, alrededor de un tercio de lo que se estima debía ser la biblioteca original. Gracias a la labor traspasada a la Comisión Administradora de su herencia en unas gestiones encabezadas por Rodríguez-Moñino (el mismo que en 1936 encabezó su incautación), una segunda gran devolución de siete mil obras aconteció en junio de 1948 y todavía serían devueltos veintiún volúmenes en 1951 y dieciséis manuscritos y un impreso en 1987. En conclusión, aún en la actualidad la Biblioteca Lázaro continúa incompleta. Así, con el propósito de su reconstrucción se han buscado distintos indicios de marcas de propiedad de Lázaro a partir de los propios ejemplares. Tarea muy compleja debido a la ausencia de un exlibris que, de manera incuestionable, estableciera la pertenencia a esa biblioteca. Sin embargo, la presencia de ciertas huellas proporciona pistas que de forma aislada o en conjunto se han convertido en certezas que permiten identificar y reconstruir la historia de algunos ejemplares; otros quedan aún a la espera de nuevas investigaciones.