Calidad de la dieta y situación nutricional en adultos españolesdiferencias en función de su actividad física y consumo de cerveza

  1. Mascaraque Camino, María
Dirixida por:
  1. Rosa María Ortega Anta Director
  2. Aranzazu Aparicio Vizuete Director
  3. Ana María López Sobaler Director

Universidade de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 06 de xullo de 2015

Tribunal:
  1. Pedro Andrés Carvajales Presidente
  2. Jesús Román Martínez Álvarez Secretario
  3. J. M. Perea Vogal
  4. Ana María Requejo Marcos Vogal
  5. Bricia López Plaza Vogal
Departamento:
  1. Nutrición y Ciencia de los Alimentos

Tipo: Tese

Resumo

El consumo moderado y habitual de cerveza se asocia en diversos estudios con numerosos beneficios por su bajo contenido alcohólico y por su aporte de nutrientes y componentes bioactivos, a los que se atribuyen propiedades saludables. Por otro lado, el seguimiento de un estilo de vida activo se relaciona con un mayor gasto energético, con la prevención de numerosas patologías y es considerado como uno de los principales promotores de salud. En base a esto, cabría la posibilidad de que la combinación de un consumo moderado de cerveza y el seguimiento de un estilo de vida más activo puedan potenciar los efectos beneficiosos atribuidos a ambos factores de forma aislada. Por todo ello, el objetivo de este estudio es analizar la repercusión de estos dos factores, y su posible interacción, sobre la calidad de la dieta y la situación nutricional de un grupo de adultos españoles de 18 a 50 años. Para ello, se ha diseñado un estudio de casos y controles en el que 120 individuos fueron seleccionados a partir de una muestra más amplia, de acuerdo a que consumieran, o no, habitualmente cerveza y a que fueran activos o sedentarios. Para la realización de la investigación se han utilizado indicadores antropométricos, dietéticos, hematológicos y bioquímicos. Tras analizar los resultados, hemos observado que los consumidores habituales de cerveza de nuestro estudio tienen una composición corporal más favorable, independientemente de la categoría de actividad física a la que pertenezcan, ya que presentan un menor índice de masa corporal y circunferencia de cintura, sin mostrar diferencias en la grasa corporal. El hábito de consumir cerveza se asocia al de otras bebidas como café, té, vino y otras bebidas alcohólicas, y los individuos activos consumen mayor cantidad de bebidas isotónicas y bebidas de origen vegetal. La dieta es similar en función del consumo de cerveza. Sin embargo, los individuos activos, frente a los sedentarios, seleccionan mejor los alimentos, de manera que sus dietas están más concentradas en nutrientes; además, éstas son de mayor calidad, al valorarlas por el Índice de Alimentación Saludable, debido, fundamentalmente, a su menor ingesta de grasa total y saturada. Por otro lado, el hábito de beber cerveza se asocia al seguimiento de dietas con una mayor capacidad antioxidante total, teniendo en cuenta, al mismo tiempo, el consumo de otros alimentos que puedan modular estos resultados. En nuestro estudio, el estilo de vida no supone diferencias fisiológicamente destacables en los parámetros hematológicos y bioquímicos. Sin embargo, el consumo habitual de cerveza se relaciona con mejores valores de algunos indicadores de riesgo cardiovascular y metabólico. Beber cerveza de forma moderada y habitual se asocia a menor riesgo de tener los triglicéridos elevados, a menores cifras de insulina basal en suero y menor riesgo de tener resistencia a la misma, así como a mayores concentraciones séricas de vitamina D, mayor capacidad antioxidante del plasma y a un menor riesgo de tener valores de PCR ultrasensible elevados. Además, la combinación de un consumo moderado y habitual de cerveza y el seguimiento de un estilo de vida activo se relaciona con mejores concentraciones de insulina. En conclusión, se pone de relieve que el estilo de vida activo favorece el seguimiento de dietas más saludables y de mayor calidad nutricional y que la inclusión de un consumo moderado de cerveza en la dieta no se relaciona con una peor situación antropométrica y nutricional, y sí con mejores indicadores cardiovasculares y metabólicos. La combinación de ambos factores se asocia a concentraciones de insulina más adecuadas.