Representaciones, transformaciones e intervenciones en el paisaje de ruinasde Roma a Passaic

  1. Carralero Diaz, Isabel
Dirigida por:
  1. Mercedes Replinger González Directora

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 05 de diciembre de 2018

Tribunal:
  1. Lila Insúa Lintridis Presidenta
  2. Margarita González Vázquez Secretaria
  3. Francesco Careri Vocal
  4. Vicente Alemany Sánchez-Moscoso Vocal
  5. María Concepción de la Peña Velasco Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Esta investigación parte del ensayo de Robert Smithson Tour por los monumentos de Passaic, Nueva Jersey, Artforum, 1967, en el que el artista se pregunta si el suburbio de Passaic, parangón de la periferia anodina y anónima de las grandes ciudades, había sustituido a Roma como Ciudad Eterna. El asunto que presentaba Robert Smithson es significativo puesto que el artista contemporáneo había comenzado a fijarse en los paisajes marginales, en las tierras baldías y en los eriales, de forma similar a la que los pintores románticos habían contemplado las ruinas de la Antigüedad, con una mirada nostálgica y melancólica hacia la ruina como reflejo del tiempo que se iba y del futuro, quizás apocalíptico, que estaba por venir. El objetivo de la tesis es el de contribuir a la comprensión del proceso mediante el cual Roma llega a convertirse en Passaic, el por qué de esta nueva mirada y obsesión del artista contemporáneo por los paisajes degradados, los escombros e incluso las obras en construcción. Con el propósito de analizar e identificar los elementos teóricos que sustentan las prácticas artísticas que utilizan la ruina como medio de expresión, la tesis hace un recorrido a través de siete capítulos que abarcan el paisaje ruinas en diferentes épocas y con distintas significaciones, formando un estudio en torno al concepto de ruina al revés de Robert Smithson y las obras de otros artistas que, como Gordon Matta Clark, Lara Almarcegui, Cyprien Gaillard, Carlos Garaicoa, Rachel Whiteread, Francesco Careri o el colectivo Stalker, siguieron sus pasos en busca de sus propias ruinas. La justificación de la tesis radica precisamente en el número cada vez mayor de artistas que dedican sus esfuerzos al tema; a día de hoy los creadores contemporáneos siguen trabajando con el paisaje degradado, quizás porque los suburbios, como las ruinas de la Antigüedad, hacen que tomemos conciencia de lo que se ha perdido y de lo que se puede llegar a perder; el pasado es lo único, decía David Lowenthal, a través de lo cual podemos sustentar una identidad. Esta capacidad del paisaje ruinista para hacernos viajar en el tiempo convierte a la ruina en el soporte predilecto para el artista que la transforma, desde el Romanticismo, en una fuente de experimentación de emociones y sensaciones intensificada durante los años sesenta con el Land Art, cuando el hombre acaba por sumergirse plenamente en el paisaje. Después de todo, el siglo XX había sido un siglo de escombros, más que de ruinas; el desierto en que se habían convertido las ciudades tras la II Guerra Mundial había hecho que el paisaje de vestigios superase sus propios límites, gracias en parte al cine y a la fotografía, así que para el artista contemporáneo no sería del todo muy extraño empezar a considerar los solares y las obras en construcción como sus nuevas ruinas. Este paisaje, por su carácter de marginalidad y abandono, alejado del turismo y de la preservación del monumento tradicional, le permitiría vencer la mera contemplación para provocar una intervención directa en el mismo, embarcándose, al igual que aquellos pintores del Grand Tour, en viajes en busca de vedute desnaturalizadas, tocadas por la mano del hombre y del artificio.