Las contribuciones rusa, francesa y española a la legitimación científica y filosófica del ecologismoun enfoque naturalista desde la historia y la filosofía de la ciencia

  1. Vico Martín, José
Dirigida por:
  1. Jesús Pedro Zamora Bonilla Director/a

Universidad de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fecha de defensa: 28 de noviembre de 2018

Tribunal:
  1. Alfredo Marcos Martínez Presidente/a
  2. Cristian Saborido Alejandro Secretario/a
  3. Susana Gómez López Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

a) La motivación y los límites de la naturaleza humana. Con la intención de encontrar la mejor justificación científica y filosófica de las ideas que conforman el movimiento ecológico universal, esta tesis pretende estudiar la evolución histórica del pensamiento filosófico sobre lo que puede modelarse como un sistema físico-químico y bio-social: el que regula las relaciones entre el hombre, y la naturaleza; incluidos sus propios semejantes. Se trata de un conjunto funcional vivo, abierto y permeable; con intercambio de materia y energía; biológicas y culturales, ambas. Una estructura de relaciones tal que, desde hace ya demasiado tiempo, está funcionando al modo en que lo hacen los sistemas físicos cuando se les califica de retroalimentados positivamente. Y, en el origen del mal, que, como se sabe, conduce a la irremediable inestabilidad y a la segura destrucción, está uno de sus principales componentes, el Homo sapiens. El enfoque, pues, que en este trabajo se presenta, se bifurca en dos direcciones: una, la de los hechos humanos pasados y, a su luz, la de las decisiones que, sobre el futuro, nos conviene tomar si aspiramos a superar los graves errores cometidos. Y, la otra, para analizar las equivocadas relaciones de jerarquía, y el papel y la potencia de acción que el sistema hombre lleva jugando en el conjunto del suprasistema hombre-naturaleza del que estamos hablando. Y, lo más relevante: la ciencia es un producto humano y a los humanos nos mueven en todo y, sobre todo, las emociones, las creencias y los sentimientos. Con esa mochila es con la que hacemos todos nuestros caminos. Así que de ningún político, financiero, científico, académico o ciudadano anónimo sin clasificar que no se emocione y sufra ante los dramáticos datos de desaparición de especies vivas y de degradación natural generalizadas, se puede esperar un compromiso firme y mantenido para actuar. La ciencia y la ética tienen que ir, aquí, de la mano de la estética. El conocimiento —todo—, las emociones y el sentido de la responsabilidad han de con-fundirse con el hombre. Porque son el hombre. b) La estructura de la investigación. Aceptaremos, por lo expuesto y como premisa mayor, la actual situación crítica de la biosfera y su asunción científica mayoritaria. Y adoptaremos el consenso general por el que se responsabiliza de tal situación a las prácticas equivocadas del hombre: lo que nos aboca, por coherencia intelectual y necesidad vital, a una profunda reflexión y, por supuesto, al replanteo de buena parte de la filosofía del hombre, de la ciencia y de la naturaleza en sus totalidades. De que la especie humana siga actuando como dominadora del resto de naturaleza o de que su cultura se integre definitivamente como una parte más de ella depende nuestro futuro. De ahí la trascendental importancia del criterio que se adopte. Por eso, la trayectoria de este estudio parece que encontraría su mejor coherencia argumentativa utilizando, en un principio, un método inductivo que consistirá en documentar situaciones y hechos históricos comprobados y en los que la actuación humana haya sido protagonista y decisiva en la destrucción medioambiental. Para, a partir de ahí y en una primera parte, ofrecer un análisis de sus posibles causas, de sus consecuencias y de sus alternativas de rectificación. Unas veces —en el inicio— a través de la historia de las civilizaciones de tiempos más remotos; y, las más, estudiando las vivencias y las aportaciones intelectuales de unos cuantos personajes —pocos, pero de extraordinaria relevancia— gracias a cuya anticipación naturalista echaron a andar los movimientos ecologistas. A Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau, Aldo Leopold y a Rachel Carson les debemos los primeros pasos; y a Ernst Haeckel, Vladimir Ivanovich Vernadsky, Pierre Teilhard de Chardin y Edouard Leroy les atribuimos los descubrimientos científicos de la continuidad funcional de la vida. El tramo final de la historia hacia la protección del planeta Tierra nos ofrecerá, por inferencias lógicas inevitables, a la consideración inequívoca de la unidad ontológica de la naturaleza. Y, por extrapolación evolutiva, de la totalidad del cosmos. En la segunda mitad de siglo XX, por ejemplo, un filósofo español de la relevancia de José Ferrater Mora coincidiría con la versión continuista de la totalidad de la vida iniciada por Teilhard de Chardin a principios de 1900. Y, eso, sin que este doctorando haya podido encontrar constancia alguna de que el segundo conociera los trabajos del primero. Más adelante, entre finales de 1900 y los primeros años del año 2000, paleontólogos como Juan Luis Arsuaga, Ignacio Martínez y José M.ª Bermúdez de Castro, han confirmado sólidamente la misma continuidad funcional de la vida. Las consideraciones éticas de Alfredo Marcos, José M.ª García Gómez-Heras, Carmen Velayos y Norbert Bilbeny han aportado potentes argumentaciones en favor del reconocimiento de una dignidad propia; tanto para la naturaleza viva como para los seres abióticos. En el ámbito socio-político, José Vives Rego y Joaquín Valdivielso han materializado, en la persona de un "ciudadano ecológico" ideal, lo que, en una generalización impropia, se podría denominar, el pensamiento social ecológico. Y, como colofón al argumentario general que presentamos, dos aportaciones españolas más: estas, contra la línea de flotación de la cultura tecno-industrial y consumista. La primera, a cargo de José Manuel Naredo y Fernando Parra, que refutan de plano las falacias economicistas que nos han conducido desde la ancestral y sustentable economía de la naturaleza hasta la, ya en precario, economía monetaria de producción. Y, la segunda, que, en el ámbito de la antropología sociológica, encuentra una plausible explicación al mecanismo de la transmisión cultural humana y que, en la presente tesis, se defiende como inductora de lo que denominamos "banalización de la abundancia": elemento que nos parece esencial en la transformación inconsciente y derrochadora de los países desarrollados. c) Conclusiones sistemáticas y aportaciones históricas. c1) Conclusiones sistemáticas: El centro argumental de la presente tesis, consiste en utilizar los conocimientos aportados por la ciencia y la filosofía del siglo XX y primeros años del XXI sobre los orígenes y la evolución de la vida, para extrapolarlos al ámbito de la ecología. En la medida en que las tesis de la paleoantropología, de la biogeoquímica, de la biología evolutiva, de la antropología social y de la economía ambiental resultaran suficientemente consistentes, estaremos legitimando las bases empíricas y conceptuales de las prácticas ecológicas. La adopción de los conocimientos aludidos, en favor del paradigma biocéntrico, debería ser objetivo preferente de la filosofía de la ciencia, en general, y de su ética, en particular. Por eso, para concluir esta tesis con una presentación sistemática lo más coherente posible, convendría encuadrar las veinte conclusiones parciales —que se han derivado aquí por extrapolación de los conocimientos científicos aludidos— a un nivel superior de abstracción conceptual; para implicarlas, a continuación, al ámbito ecológico. Dos categorías engloban a la totalidad de esas conclusiones: una, principal y de agrupación sistemática. La otra, de orden histórico, entresaca de las anteriores aquellos hechos temporales que son novedad en el desarrollo conceptual del ecologismo, por haber estado ausentes de él desde sus inicios. Estas son algunas de las conclusiones sistemáticas obtenidas: Primera conclusión parcial: la "migración (atómico-molecular) biógena" de Vernadsky es la primera condición de posibilidad para la continuidad funcional de la naturaleza. Cuarta conclusión parcial: la "Complejificación de la Materia", y la Ley de Complejidad-Consciencia, de Teilhard de Chardin; junto con la "fórmula numérica y cuantitativa de la vida", de Vernadsky, son la segunda condición de posibilidad para la consideración continua y unitaria de la naturaleza. Quinta conclusión parcial: la concepción de la naturaleza (José Ferrater Mora, 1979, p. 33) como una unidad ininterrumpida que va desde la materia a la razón, es la piedra angular que dirige y da sentido a la totalidad de la ciencia de la ecología y a sus derivaciones filosóficas y culturales. Novena conclusión parcial: la universalidad del código genético nos garantiza que todos los seres vivos de nuestro mundo procedemos de la misma forma de vida ancestral: en nuestro mundo sólo hay una forma de vida. (Martínez, Ignacio y Arsuaga, Juan Luis, 2002, p. 150). Undécima conclusión parcial: lo que hemos dado en llamar "continuidad funcional de la naturaleza" abarca la totalidad orgánico-consciente de su evolución; en otras palabras: los niveles orgánico-social y social-cultural, de Ferrater Mora; la Complejidad-Consciencia, de Teilhard; y la migración atómico-molecular de Vernadsky. Duodécima conclusión parcial: el nivel máximo de complejidad constitutiva y relacional se da, sin duda, en esa amalgama de genética y crianza a la que llamamos "cultura": la noosfera de Teilhard, Le Roy y Vernadsky. Decimocuarta conclusión parcial: la eficacia de la transmisión cultural assessor (Castro Nogueira, Laureano, Luis y Miguel Ángel, 2016) ha dado y sigue dando cobertura a la propagación de cualesquiera contenidos, incluso maladaptativos, pues todos ellos se verán reforzados por los mismos mecanismos suadens. Decimoquinta conclusión parcial: la banalidad de la abundancia, transmitida subliminalmente por el conjunto de la cultura assessor, es la causa principal de la destrucción de la naturaleza. La Tierra siempre pudo permitirse mantener a unos pocos ricos. Lo malo es que, ahora, todos queramos serlo. Decimosexta conclusión parcial: "la civilización industrial hizo posible que la especie humana utilizara una energía exosomática muy superior a la ingerida en forma de alimentos" (Naredo, José Manuel y Parra, Fernando, 2000, p. 200). Decimoséptima conclusión parcial: el fracaso ecológico del sistema económico industrial es el corolario inmediato de la conclusión anterior. Las que siguen, las que hemos dado en llamar "aportaciones históricas", son ciertos hallazgos, inéditos en la historiografía del ecologismo, y que entresacamos de entre las anteriores. Sorprendentemente, además, todas ellas son circunstancias y hechos demostrados que pudieron haber tenido cabida en una construcción antigua, pero de vigencia todavía actual. Se trata de las llamadas "Cuatro Leyes de la Ecología" que Barry Commoner, profesor de la Universidad de Sant Louis y director del Centro de Biología de los Sistemas Naturales, publicaba en el año 1971 en un conocidísimo libro: El círculo que se cierra. Son, en suma, las que no tuvieron en su tiempo la consideración ecológica que merecían, pero que hoy recuperamos aquí como auténticos pilares de las dos condiciones, necesarias y suficientes, que conducen, sin contradicciones físicas ni argumentales, a la constatación de la continuidad funcional de la naturaleza y, de ahí, a su unidad ontológica. La legitimidad científica del ecologismo y su correlato filosófico quedan, así, íntima y significativamente trabadas. c2) Aportaciones históricas: c2.1) Las generalizaciones empíricas de Vladimir Ivanovich Vernadsky, formuladas en 1928 y que, aun no habiendo sido formuladas para un ecologismo que no existía, constituyen un fundamento sustancial, y de los más tempranos, para la legitimación científica de la unidad de la naturaleza. Primera aportación: el "Primer principio biogeoquímico: la migración biógena de los elementos químicos en la biosfera tiende a su manifestación más completa. Por lo tanto: la "migración biógena" de Vernadsky es la primera condición de posibilidad para la continuidad funcional de la naturaleza. Segunda aportación: "La materia homogénea viva del geoquímico y la especie del biólogo son idénticas, pero el modo de reflejarlas varía". c2.2) La Ley de Complejidad-Consciencia (que Teilhard de Chardin había dejado escrita en 1947, en El fenómeno humano) y su comprobación empírica en forma de "curva de corpusculización", y que se publicó, por primera vez en París, en 1956. Tercera aportación: la "Complejificación de la Materia", y la Ley de Complejidad-Consciencia, de Teilhard de Chardin; junto con la "fórmula numérica y cuantitativa de la vida", de Vernadsky, son la segunda condición de posibilidad para la consideración continua y unitaria de la naturaleza. c2.3) El "continuo de continuos" de José Ferrater Mora que, independientemente de Teilhard y bastantes años después, coincide con él en la concepción ininterrumpida y unitaria de la naturaleza. Su exposición se distribuyó en dos de sus obras: en El ser y el sentido , en 1967, y en De la materia a la razón , en 1979. Sorprendentemente, tampoco en este caso, la historia del ecologismo se ocupa de sus consecuencias. Las recogemos aquí en forma de la cuarta y quinta aportaciones históricas: Cuarta aportación: la concepción de la naturaleza como una unidad ininterrumpida que va desde la materia a la razón, es la piedra angular que dirige y da sentido a la totalidad de la ciencia de la ecología y a sus derivaciones filosóficas y culturales. Quinta aportación: si algo es real, es un hecho, proceso o fenómeno natural o está conectado de alguna manera con algún hecho, proceso o fenómeno naturales. (Ferrater Mora, J., 1979, 23). c2.4) El potente mecanismo de transmisión cultural, representado por la Teoría del Aprendizaje Assessor de Laureano, Luis y Miguel Ángel Castro Nogueira, explica perfectamente la transmutación cultural hacia el materialismo economicista que está en la base de la "banalidad de la abundancia" y de la consiguiente desestabilización del sistema hombre-naturaleza. Sexta aportación: la eficacia de la transmisión cultural assessor ha dado y sigue dando cobertura a la propagación de cualesquiera contenidos, incluso maladaptativos, pues todos ellos se verán reforzados por los mismos mecanismos suadens. Séptima aportación: la banalidad de la abundancia, transmitida subliminalmente por el conjunto de la cultura assessor, es la causa principal de la destrucción de la naturaleza. La Tierra siempre pudo permitirse mantener a unos cuantos ricos. Lo malo es que, ahora, todos queramos serlo. Octava aportación: el mecanismo de adaptación por retroalimentación negativa de la selección natural, ha dejado de funcionar en el caso del hombre. En su lugar, "el carácter desadaptativo de las emociones positivas que vehiculan los procesos de aprendizaje suadens" (Castro Nogueira, Laureano, Luis y Miguel Ángel, 2016, 375), ha dado paso a la desestabilización del sistema hombre-naturaleza. Su retroalimentación es, ahora, claramente positiva. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Abbagnano, N. y Visalberghi, A. (1978). Historia de la Pedagogía. Madrid: Fondo de Cultura Económica. ABC – Ciencia, 26 de octubre de 2017. Alcoriza, Javier y Lastra, Antonio (212); en la Introducción de: Thoreau, Henry David. Walden. Madrid: Ediciones Cátedra. Araújo, Joaquín (1995). La cultura ecológica. Teguise, Lanzarote: Fundación César Manrique. Aristóteles. Ética a Nicómaco I, 1, 1094a. Bermejo, Diego (Ed.) (2008). En las fronteras de la ciencia. 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