Deporte, cuerpo y génerolos equipos deportivos como espacios de vulnerabilidad

  1. Blanco Garcia, Marta Eulalia
Dirigida por:
  1. Antonio Agustín García García Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 13 de julio de 2021

Tribunal:
  1. Carmen Romero Bachiller Presidenta
  2. Francisco José Tovar Martínez Secretario
  3. Begoña Marugán Pintos Vocal
  4. Paula María Leite Queirós Vocal
  5. Raúl Sánchez García Vocal
Departamento:
  1. Sociología: Metodología y Teoría

Tipo: Tesis

Resumen

Esta investigación sociológica del deporte profundiza en el funcionamiento, prácticas cotidianas, afectividades y dinámicas sexo-afectivas en los equipos deportivos. En esta línea, el objetivo general es analizar las prácticas ordinarias en equipos deportivos de disciplinas que implican contacto en su práctica (fútbol, baloncesto y rugby), incidiendo en su "hacer género" a través de los sentidos, dinámicas y sensibilidades que implica su convivencia y la aparición de espacios de especial vulnerabilidad, atravesados por prácticas de abuso y acoso sexual para deportistas mujeres jóvenes. Con ello, los cinco capítulos de la investigación exponen un acercamiento a tres ejes de especial interés: los equipos entendidos como laboratorios de género; las estrictas jerarquizaciones y sistemas de obediencia que se dan en estos equipos y el tráfico de emociones que sustenta tales sistemas. Todo ello con los cuerpos como protagonistas, como medios activos de interacción e interpretación. El primer eje, los equipos como laboratorios de género, describe cómo el deporte, siendo un espacio de idealizada socialización a lo largo de la vida, se construye sobre performatividades de género atravesadas por el poder. Esto provoca la perpetuación de burbujas heteronormativas, es decir, espacios dicotómicos en los que no sólo se ensalza una masculinización hegemónica, sino que además se limitan la presencia y el desarrollo profesional y personal de las mujeres. Estos laboratorios sustentan sistemas de organización jerárquica con férreos disciplinamientos que obedecen a una única figura extremadamente autoritaria, la de entrenador/a. De los entrenadores se exige un exacerbado liderazgo y control del equipo que algunos interpretarán bajo rupturas en su personalidad fuera y dentro del contexto deportivo, diferenciándose como entrenador y persona y dando pie a unas rupturas identitarias que darán mucho que hablar. Por último, aparece un tráfico de emociones que despertará confusiones. Y es que, a los/as deportistas se les hará principales responsables de la perpetuación de estos sistemas organizativos. ¿Cómo? A través de drásticas exigencias emocionales que les encasillarán en una homogeneidad que niega sus individualidades, haciendo aún más imprescindible la presencia de una figura de autoridad que les interpele y reconozca dentro del grupo: el/a entrenador/a. Por eso, utilizando el compañerismo y la deportividad como envoltura de valores socialmente idealizados y potenciados en el ámbito, se jugará con la cercanía, los vínculos y las afectividades, intensificando la convivencia y las relaciones. Y no sólo eso, el camino continuará hacia una necesidad de confianza con el/a entrenador/a que embarrará los espacios. Es decir, si inicialmente eran aquellos entrenadores que experimentaban rupturas identitarias quienes diferenciaban los espacios dentro y fuera del vestuario, ahora se volverá una estrategia prácticamente unánime, con la intención de diferenciar relaciones en un espacio y otro. Irrumpirá el amor romántico, invisibilizando las posiciones y exposiciones del poder e incluso premiando a quienes son capaces de diferenciar sus comportamientos y acercamientos en un espacio y otro. Finalmente, el resultado será la creación de unas zonas grises que normalizan incomodidades y señalan la responsabilidad de las jugadoras; todo ello en base a unos confusos juegos del consentimiento sexual y la profesionalidad cotidiana. En definitiva, se dibujan los equipos deportivos como espacios de potencial vulnerabilidad, debido todo este tejido que evidencia fragilidad en sus estructuras y sustentos y confusiones en sus emociones y afectividades. Por todo ello, se hace urgente la determinación de líneas rojas que establezcan límites claros en el contexto.